jueves, 24 de octubre de 2024

Las cosas que me animan a seguir

                                                                                         



Corazón, corazón martirizado

por todos los dolores...

Un jardín otoñal abandonado,

sin aves y sin flores.

Las largas avenidas de las citas,

hoy mudas y desiertas,

recuerdan, con su olor a hojas marchitas,

un cementerio de esperanzas muertas

---Francisco Villaespesa---



Quien tiene un porqué para vivir casi siempre encontrará un cómo, dijo Nietzsche en una ocasión. En lo que a mi respecta, tengo ese porqué, y sé como vivir.

El mundo nos prodiga milagros a diario, como las hojas otoñales, las noches de verano o el vuelo de un pájaro, pero a menudo, cegados por la tristeza o la ira, no lo apreciamos. Fijaos: un simple instante de felicidad ya es un buen motivo para vivir.

Alguna vez me ha pasado, como a casi todos, que he estado a punto de caer en la sima más profunda. Otras veces me he creído escalar la más alta cumbre, para luego rodar cuesta abajo. No obstante, casi siempre, la filosofía me ha sostenido el ánimo. Sí, mirad:

---Heráclito me ha enseñado que la vida representa un aprendizaje interminable

---Sócrates me ha revelado que la sabiduría pasa por conocerse mejor a uno mismo y que el mal es fruto de la ignorancia.

---Platón me mostrado que el alma es el aspecto esencial del ser humano

---Con Aristóteles asimilé la importancia de la prudencia

---Epicuro me habló del efecto terapéutico del placer moderado

---Séneca me inculcó serenidad frente a la adversidad

---Los filósofos cristianos me recordaron que no olvidara la compasión

---Spinoza me ayudó a no pensar en la muerte

---Kant me hizo comprender que la felicidad no es un derecho, sino algo que debemos merecer, y...

---¿Nietzsche? Ay, Nietzsche se empeñó, el tío, en convencerme de amar la vida, con sus imperfecciones, así como evitar renegar de ella cada vez que algo me hiera.

Por cierto, acabo de oír decir a Rafael Narbona, (todo esto es suyo) magnífico filósofo, que no es posible circular por el mundo sin una meta, sin un objetivo, sin un proyecto. O tal vez sí, pero sólo a condición de caer en la apatía o en el desánimo..

Joaquín





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