Hace ya diez años
que recorro el mundo
¡He vivido poco!
¡Me he cansado mucho!
Quien vive deprisa no vive de veras,
quien no echa raíces no puede dar frutos.
Ser río que corre, ser nube que pasa
sin dejar recuerdo, ni rastro alguno
es triste, y más triste para quien se siente
nube en lo elevado, río en lo profundo.
Quisiera ser árbol mejor que ser ave,
quisiera ser leño mejor que ser humo;
el viaje cansa
prefiero el terruño.
--José S. Chocano--
Las feromonas femeninas se llaman Copulinas (de copular, y no es broma) Y son pequeños ácidos grasos que están presentes en las secreciones vaginales de las mujeres adultas.
Estas sustancias químicas secretadas por las chicas, provocan comportamientos específicos en otros individuos de la misma especie, pero de sexo opuesto. Supongo que me entendeis, Es decir, que nos vuelven locos a los machos.
Por cierto, las mujeres chiquititas producen más copulinas que las altas (ignoro el porqué) lo que hace que los maromos nos sintamos más atraídos por ellas. ¿Será verdad eso, entonces, de que las mujeres como el buen perfume, mejor en envase pequeño?
Mirad lo que decía el Arcipreste de Hita, ese pícaro fraile poeta del Medievo español, de las chiquitas:
En
el pequeño jacinto yace gran resplandor,
en azúcar muy poco yace
mucho dulzor,
en la mujer pequeña yace muy gran amor,
pocas
palabras bastan al buen entendedor.
Es
muy pequeño el grano de la buena pimienta,
pero más que la nuez
reconforta y calienta:
así, en mujer pequeña, cuando en amor
consienta,
no hay placer en el mundo que en ella no se sienta.
Siempre
quise a la chica más que a grande o mayor;
¡escapar de un mal
grande nunca ha sido un error!
Del mal tomar lo menos, dícelo el
sabidor,
por ello, entre mujeres, ¡la menor es mejor!
Joaquín
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