Las feromonas femeninas se llaman Copulinas (de copular, y no es broma) Y son pequeños ácidos grasos que están presentes en las secreciones vaginales de las mujeres adultas.
El olor de estas sustancias químicas secretadas por las chicas, provocan comportamientos específicos en otros individuos de la misma especie, pero de sexo opuesto. Supongo que me entendéis, es decir, que nos vuelven locos a los machos.
Por cierto, las mujeres chiquititas producen más copulinas que las altas (ignoro el porqué) lo que hace que los maromos nos sintamos más atraídos por ellas. ¿Será verdad eso, entonces, de que las mujeres como el buen perfume mejor en envase pequeño?
Mirad lo que decía el Arcipreste de Hita, ese pícaro fraile poeta del Medievo español, de las chiquitas; el muy tunante tenía sobrada experiencia con ellas:
En
el pequeño jacinto yace gran resplandor,
en azúcar muy poco yace
mucho dulzor,
en la mujer pequeña yace muy gran amor,
pocas
palabras bastan al buen entendedor.
Es
muy pequeño el grano de la buena pimienta,
pero más que la nuez
reconforta y calienta:
así, en mujer pequeña, cuando en amor
consienta,
no hay placer en el mundo que en ella no se sienta.
Siempre
quise a la chica más que a grande o mayor;
¡escapar de un mal
grande nunca ha sido un error!
Del mal tomar lo menos, dícelo el
sabidor,
por ello, entre mujeres, ¡la menor es mejor!
Joaquín
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