lunes, 7 de octubre de 2024

La chica que llegó a Fuente de Cantos aquel verano

                                                                                       



Me engañaste, no he sido yo el primero,

me dijeron los amigos.

No sé quién fue el primero, mas el último

sé que será un gusano:

buscará el corazón de mi cadáver,

y ha de buscarlo en vano.

--Joaquín M. Bartrina--



Era forastera. Hablé con ella por primera vez en un Guateque que organizamos unos amigos en una casa prestada.. No sé, quizás las copas demás que los dos llevábamos nos hizo soltar la lengua más de la cuenta. Intimamos..

Al final de la noche me propuse acompañarla a su casa. No se negó. Dentro de mi coche y frente a su puerta  hicimos el amor. Casi amanecía ya.. Fue la primera y última vez.

Tres días más tarde volvimos a vernos. Ya no éramos los mismos. Pero nos hicimos amigos. Durante un mes estuvimos quedando en el Parque de Zurbarán. Después dábamos un paseo. Eso sí, jamás volvimos a mencionar la noche aquella.

Era una tía excepcional. Mil vueltas me daba en conocimientos de la vida, y sobre todo en lo referente al amor. Había estado muy enamorada y le partieron el corazón. Lo sabía todo de sentimientos.

Hace tiempo ya de esto, pero aún recuerdo alguno de los temas en los que nos enfrascábamos aquellas largas tardes de verano. El amor y sus derivados era nuestro asunto favorito..

---No te engañes, Joaquín---me dijo un día---el amor no consiste en encerrarse en una burbuja con la persona amada. Amar es un arte, no una transacción. El verdadero amor no consiste en ser amado, sino en amar.

En realidad no me descubría nada nuevo con esas palabras. Yo sabía ya que eso era así. Sin embargo ella siempre iba más lejos. Otro día me explicó:

---Amar no es poseer un objeto, ni enredarse en un frenesí sexual irreflexivo. El sexo sin amor sólo alivia el abismo que existe entre dos seres humanos de forma momentánea.

Ella hablaba y hablaba. Yo la escuchaba embobado. Si no hubiera sido porque el verano acabó y tuvo que volver a Barcelona, hubiera acabado enamorado de ella hasta las trancas. Tardé una eternidad en reponerme de su ausencia.

La última tarde antes de despedirnos retomamos lo del amor:

---Joaquín, el amor no puede ser una simple huida de la soledad---reiteró--la persona amada no debe ser un salvavidas, sino alguien que camina a tu lado. Cada uno tiene sus propias metas, que pueden ser complementarias o totalmente diferentes---concluyó

Esta frase, quizás por ser de las últimas, recuerdo que me dio mucho que pensar. De todo lo que nos dijimos, creo que es la que más he tenido en cuenta en mi vida posterior.

Ahora no sé nada de ella. Durante un tiempo nos escribimos algunas cartas. Incluso me felicitaba por Navidad. Luego nos olvidamos. 

Miento, yo no la olvidé..

Joaquín

                                



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