Muy
buenos días, huerto. Saludo la frescura
que
brota de las ramas de tu manzano en flor;
Un
pájaro poeta rumia en su buche versos;
chismoso
y petulante, charlando va un gorrión;
las
plantas trepadoras conversan de política;
las
rosas y los lirios del arte y del amor.
Curiosas
las violetas a su balcón se asoman.
Y
una suspira: «¡lástima que falte el ruiseñor!»
Los
silfos acompasan la danza de las brisas
en
un walpurgis vago de aromas y de visión.
--Rubén Darío--
¿Una sociedad moderna la nuestra? ¡Buah! Me río yo de eso.. Nuestra única preocupación es producir bienes y servicios, sin pensar en los fines. Las consideraciones éticas y morales son ignoradas. Solo importan el poder, la productividad y el control de recursos.. ¿Os parece bien así? A mi no, desde luego..
Mirad: el individuo se ha vuelto irrelevante. La sociedad ha devenido en masa acrítica y amorfa. Un totalitarismo difuso impera sobre las conciencias y suprime las diferencias, qué pena..
Este mentalidad de la que os hablo y que ha llegado a nuestros días, parece inofensiva, pero ha convertido al ser humano en un medio para algo y no en fin en sí mismo. Únicamente existe lo mesurable, lo que puede tocarse, medirse, explotarse, y lo que es peor, no podemos escapar de este planteamiento. En definitiva, todo lo que no es productivo, todo lo que no incrementa el dominio sobre la naturaleza y produce beneficios constituye un lastre que hay que eliminar..
Por cierto, estoy de acuerdo, casi, con todo esto, pero este pensamiento no es mío, aún compartiéndolo, sino de Theodor W. Adorno, un filósofo alemán contemporáneo.
Joaquín
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