miércoles, 7 de agosto de 2024

Apunto estuvo de mandarlo a la M. y romper la relación

                                                                                         


                                                           


Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
Mi ideal es tenderme, sin ilusión ninguna...
De cuando en cuando, un beso y un nombre de mujer.

--M. Machado--


Era sábado e iban a salir. Habían quedado con unos amigos: cena, baile, copas... en fin, no era mal plan. Ultimaban ya los preparativos en casa, cuando:

---¡Oye cariño! ¿No te parece que esa ropa que te has puesto está muy cortita? ¡Así no vas a salir!---la reprende él

---¡Lo siento amor, pero así voy a salir! Hace calor, además es tan cortita como las que usan las mujeres que a ti te agrada ver---replica ella

---¡Buah!!! Pero esas mujeres no son mi mujer. A mí no me gusta que se detengan a verte otros hombres---reitera el tipo muy seguro, mientras se ajustaba la corbata ante el espejo.

--Ni a mí me agrada cómo giras la cabeza a ver las piernas de una mujer con minifalda, llevándome a tu lado---contesta ella cogiendo su bolso azul de la percha

---Pero eso es natural, yo soy hombre, no puedo cambiar mi naturaleza---responde, ya casi dispuesto.

---Pues ese es tu problema---dice ella---igual que tú sientes que te hierve la sangre, que el corazón se te detiene, que los ojos se te nublan, que el hígado se te revienta de coraje, que las piernas se te doblan porque otros me miran... Así siento yo, cuando desvías tu mirada a observar a otra mujer.

La cosa se ponía fea. Ya era tarde y le esperaban. 

Prosiguió ella pelín enfadada y con su bolso sujeto aun en la mano, por si acaso:

---En la calle también pasan hombres super fuertes a mi lado, con el culo bien marcado, con un abdomen de lavadero, jóvenes y grandes, de todos los sabores y colores, y yo no me detengo a verlos, es más ni miro, porque te respeto y porque te amo. Así, barrigón y medio calvo y todo, yo te amo.

Él dejó de acicalarse. Se acercó a ella, la abrazó y le susurró al oído:

---Cariño, discúlpame si te he ofendido

Luego la beso en los labios.

---Puedes mirar todo lo que quieras---insistió ella---sé que lo harás de todas maneras, sólo te pido que no lo hagas frente a mí, respétame cuando salgamos juntos, y yo olvidaré que te gusta ver a otras mujeres---concluyó

Terminaron de arreglarse. Salieron a la calle en busca del coche y cogidos de la mano.

Creo que ese día fue el comienzo del auténtico amor.

Joaquín





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