Mi
mujer y yo hemos intentado tomar el desayuno juntos tres veces en los
últimos años, pero fue tan desagradable que hemos tenido que parar.
W. Churchill
La frase de arriba no
viene a cuento, pero describe tanto al personaje que la escribió que
se me ha ocurrido incluirla. De todas formas este genial político si
tuvo mucho que ver con lo de abajo, sino lean...
Hubo una vez un tipo
al que le pusieron de nombre Adolfo.. Pero Adolfito, creo,
era un misógino de tomo y lomo. Por alguna secreta razón
odiaba a las mujeres, y aunque tuvo una amante reconocida (una
sobrina suya, Eva Braun) muchos dicen que era asexual, es decir, ni
fu ni fa. No bebía nada de alcohol, no fumaba y además era casi
vegetariano. A mí que no me digan, pero un tipo así se aburre y por
narices le tiene que dar por hacer barbaridades y tocarle las narices
a los demás..
Habitualmente todos
los déspotas se comportan de manera parecida; tan solo y ahora que
recuerde, descarto a Mussolini, porque éste sí que era más
golfo que un tornillo. Todo lo que Adolfito no hacía en asuntos
carnales se hartaba de hacerlo su colega Benito. Éste último
sí que se acostaba con todo lo que llevara falda, incluido un
escocés si se le ponía a tiro. Y es que ya se nos adelantó el
bueno de John Wayne cuando
sentenció “No me fio ni pizca de un
hombre que no beba.”
El tipo del que
hablo, Adolf Hitler, ha quedado para la historia como, quizás,
el ser mas malvado del siglo XX. Tal vez sea así, no seré yo
quien lo discuta, tan solo que ese premio a la crueldad tendría que
compartirlo, ex aequo, con su coetáneo Stalin. En
números de muertos y asesinados por decisiones suyas creo que van a
la par. En ambos casos se cuentan por millones.
Hitler, curiosamente,
no era alemán, sino austríaco, a pesar de haber hecho de aquel país
el enemigo público número uno entre los malditos durante mucho
tiempo. Éste pavo fue un jovenzuelo que deambulaba sin oficio ni
beneficio por las calles de Viena primero, y Múnich
después, poco antes de la Primera Guerra Mundial. Al estallar
ésta en la que Alemania, una vez más empezó el asunto,
se alistó de soldado raso en el ejército alemán.
Parece ser que
durante la guerra fue herido y tuvo que licenciarse antes de tiempo.
Volvió a las calles de Múnich una vez recuperado y pretendió
ganarse la vida como pintor. Nadie daba un duro por él, hasta que se
apuntó al partido Nazi que acababa de ser creado por unos cuantos
descerebrados antisemitas.
El insignificante
mozalbete austriaco que era Hitler antes de llegar el poder le cogió
animadversión a los judíos, precisamente, en esa época. Según
dicen algunos biógrafos les echaba la culpa de su mala suerte y de
no encontrar un trabajo digno. Informo para el que no lo sepa que en
las ciudades alemanas gran parte de las tiendas y negocios estaban en
manos judías; algo parecido a lo que hacen los chinos ahora. “El
menda” lo que si tenía era unas dotes de orador tremendas. Cosa
que sus recientes colegas de partido supieron verlo y sacar buena
tajada de ello.
Alemania perdió la
Gran Guerra (así le llamaban a la Primera) y los vencedores,
Inglaterra y Francia básicamente, les impusieron unas fuertes
indemnizaciones por los daños. Esto lo aprovechó el partido Nazi
que recogió todo el descontento del pueblo, pues por culpa de esas
exigencias lo estaban pasando muy mal, con mucho paro, desorbitada
inflación y el orgullo herido.
El partido
nacionalista obrero alemán (Nazi) fue subiendo como la espuma en las
sucesivas elecciones de finales de los veinte y principios de los
treinta, ayudado con la intimidación que ejercían sobre la
población los Camisas Pardas (SA) de su partido. Éstos después se
integraron en las S.S. más siniestras y más afines a Hitler.
Muchos dicen que
Adolf Hitler llegó por medios democráticos al poder y que después
se aprovechó de él para hacer una, casi dictadura, muy al
estilo Maduro en Venezuela. Pero con nada que se lea uno la historia
veremos que realmente fue liquidando de manera cruel y calculada a
todos sus enemigos de su propia formación.
Al poco de alistarse
al partido pasó unos pocos días por la cárcel y esto le
sirvió para hacerse el héroe entre su gente. Allí escribió su
ideario, Mein Kampf, (Mi lucha) una
especie de panfleto mal escrito que al llegar al poder obligó a leer
a casi todo el mundo. En él escribía pestes de los judíos a
los que culpaba de todos los males de Alemania. También suspiraba
por hacer de éste país una potencia militar y económica capaz de
liderar el mundo de la raza aria, es decir, los altos y
rubitos. Al resto, incluidos los latinos, nos consideraba raza
inferior y tan solo un escalafón por encima de judíos y
gitanos.
Su ideal, como todos
sabemos, fue hacer una gran Alemania anexionándose para eso y sin
ningún pudor todos los países que la rodeaban. Llegó un momento en
que las naciones democráticas no aguantaron más y le declararon la
guerra. El error garrafal de Hitler fue atacar a Rusia al mismo
tiempo que mantenía la lucha con los aliados. Como suele pasar con
estos líderes mesiánicos, se creyó invencible... Evidentemente no
pudo con todos.
Al margen de la
guerra (que no fue el primero en iniciar una ni será el último) la
mayor barbaridad que hizo fue exterminar a seis millones de judíos.
¿Cómo pudo éste hombre idear semejante barbaridad? ¿Y cómo el
pueblo alemán, el más culto y desarrollado del mundo llegó a
seguirle como borregos? Son preguntas que aun hoy tienen
difíciles respuestas.
Esperemos por el bien
de la humanidad que tarde mucho tiempo en salir otro pájaro
igual. Yo temo como a la neblina a los tíos que quieren arreglar el
mundo en cuatro días, saltándose todas las leyes y normas que tanto
esfuerzo ha llevado legislar. Esto último, legislar en profundidad,
intentando favorecer a la mayoría es señal de progreso. Lo
otro, los cuatro brochazos fáciles de decir para contentar a todos
es retroceso por muy bien que lo pinten. Y que al final
pagamos todos con creces.
En fin..
Joaquín
Yerga
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