viernes, 3 de febrero de 2017

Abrumado por un pasado que desconocía





Fuimos un cuento breve que leeré un millón de veces

--Anónimo--


Abrió el buzón y vio la carta que yacía en el fondo; se extrañó. La cogió con curiosidad y miró el remitente, Conchita M. sin más; ni calle ni localidad de origen. Quedó pensativo, ¿Quién demonios podría ser esa mujer?

Rápido rompió la solapa del sobre y extrajo lo que había dentro, Una foto en blanco y negro y una carta manuscrita había. 

Entró en su apartamento. Dejó la carta en la mesita de entrada y miró la foto, y todo comenzó a serle familiar. En la foto aparecía él, de joven, agarrado a la chica que fue su novia allá en Fuente de Cantos, su pueblo. 

El corazón le dio un vuelco. De repente irrumpieron recuerdos de aquella época ya casi olvidada, y en su mente apareció, Conchita, Conchi como él la llamaba cariñosamente ¿Cómo es posible que después de tanto tiempo se acordara de él? ¿Qué querría ahora?.

Con melancolía, por un instante se puso a recordar el tiempo que pasó con Conchita. No fue demasiado, pero intenso, y volvió a evocarla tal y como era entonces, hace más tres décadas.. 

Conchita era ya toda una mujer a pesar de sus escasos 16 años de entonces. Él, sin embargo, siempre fue un joven enamoradizo e inmaduro. Tres años duró la relación que mantuvieron. Se dejaron por sus celos y la frivolidad de ella. Luego se marchó a Madrid, quizás para olvidarla..

Ojeando la fotografía, en la que aparecían los dos cogidos de la mano, sonrió al ver su aspecto.. Luego cogió la carta y la leyó...

La carta ocupaba las dos caras de un folio. En ella le recordaba Conchita el amor que siempre sintió por él, y lo más increíble, que tenían un hijo en común, pero que nadie, sólo ella sabía que él era su padre. También le informaba que padecía una grave enfermedad y que le quedaba poco tiempo de vida, por eso quería compartir con él el secreto tanto tiempo guardado. Le suplicaba, por favor, que no hiciera nada por ella ni por su hijo; éste era feliz.

Separada de su marido hace ya tiempo---continuaba la carta---se sentiría aliviada si consiguiera su perdón. Terminaba  diciéndole  que  siempre le quiso, y le  enviaba un gran beso de despedida.

Abrumado por esta inesperada revelación, volvió  a meter la foto y la carta en el sobre y lo guardó  como un tesoro. A partir de entonces no volvió a ser el mismo. Un raro sentimiento de complacencia por una parte y desazón por otra se apoderó de su ánimo. Por supuesto iba a respetar la última voluntad de Conchita, haría un esfuerzo descomunal para no interferir en la vida de su hijo.

Joaquín






1 comentario:

  1. Si respetó la última voluntad de la mujer, algo hizo bien en su vida

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