Monarquía vs República
Los
hombres de Estado son como los cirujanos: sus errores son mortales.
F.Mauriac
Un
antepasado de nuestro rey Felipe VI, el apodado Carlos III, decidió, tal y como se
hacía en Europa entonces, modernizar el país y su capital Madrid.
Se trajo consigo de Nápoles (había estado gobernando allí) a un
buen gestor, el marqués de Esquilache. Decidió éste nada más
llegar ponerse manos a la obra, y para ello propuso hacer, entre
otros, alcantarillados, arreglar calles etc. y también prohibir
capas y sombreros de ala ancha porque eran el refugio ideal de
maleantes y asesinos. La antigua iglesia católica junto con
aristócratas y afines, que veían con éstas medidas peligrar
sus privilegios y poder, se organizó para que no se llevase a cabo.
Para ello infiltró en los ambientes arrabaleros y barrios humildes
de
Madrid
a curas trabucaires, chivatos y cómplices, pagados o engañados con
la misión de soliviantar al pueblo en contra de las medidas
modernizadoras. Ni que decir tiene que tuvieron un clamoroso éxito.
Nada se hizo, el pueblo siguió igual de pobre y analfabeto, y el
marqués tuvo que salir de España por piernas. Me viene hoy a la
mente estos incidentes, pero aun así me resisto a compararlos
(todavía) con nuestra actualidad y con la nueva revolución de gran
parte del pueblo llano (a través de facebook, twitter y resto de
redes sociales) en contra de nuestra democracia tal y como la
conocemos..
Dice
el viejo refrán castellano que: Más
vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.
A ésta monarquía, por vieja, la conocemos de sobra.
Es
la nuestra una monarquía parlamentaria, y les aseguro que nada tiene
que ver con las antiguas, ya sean éstas absolutas, ilustradas o de
cualquier otra versión descafeinada. Aquí se cumple a rajatabla
aquello de que: El
rey reina, pero no gobierna,
pues apenas tiene competencias, solo protocolarias. El poder real
está en el legislativo (parlamento), en el ejecutivo (gobierno) y en
la tercera pata de una buena democracia, el judicial. A los dos
primeros los elegimos todos los españoles mayores de dieciocho años,
sin distinción, por lo tanto la nuestra es una democracia tan
perfecta como la que más.
Es
verdad que al rey no lo elegimos cada cuatro años como al presidente
de una república, sino que el cargo se hereda de padres a hijos, y
éste nuestro lleva tan solo unos pocos en el poder, pero
teniendo en cuenta que la constitución le otorga poderes muy
limitados y poco decisorios, ¡Que más nos da!..
Es
cierto que la monarquía en España ha sido en general nefasta para
los intereses de los ciudadanos. A lo largo de nuestra dilatada
historia hemos padecido reyes absolutistas, vagos, tiranos, crueles
etc. Estaba recordando al peor de todos, Fernando VII, (tatarabuelo
del padre de Juan Carlos). Curiosamente deseado por el pueblo, pero
que luego se revolvió contra ése pueblo analfabeto, recortando
libertades y postrando al país durante décadas en la miseria y la
ignorancia. Fue el principal causante de nuestro atraso industrial y
cultural con respecto a Europa. Sus descendientes, desde su hija
Isabel a los Alfonsos XII y XIII, tenían ya recortados los poderes y
no influyeron tanto en el devenir de nuestra historia.
Ahora
es distinto, ya sabemos que el soberano actual es casi figura
decorativa que apenas se inmiscuye en política y solo se limita a
hacer o decir lo que le mandan los gobiernos de turno.
Ventajas
de este rey: Tiene una experiencia notable en relaciones
internacionales, habla idiomas, que teniendo en cuenta lo que tenemos
en el panorama político, no es poco. Y domina la diplomacia, tan
vital en estos menesteres, y sobre todo, es respetado (o por lo menos
lo era su padre) por los grandes mandatarios mundiales.
Teniendo
en cuenta que gran parte de los países más progresistas del mundo
son monarquías: Dinamarca, Suecia, Holanda, Reino Unido, o el
superdesarrollado Japón. Otros estratégicos (Marruecos), crucial
para nuestros intereses. Y bastantes asiáticos, bañados estos en
petrodólares, y destino del dinero mundial (Arabia Saudí, Qatar
etc), no es mala cosa que tengamos al frente del estado un experto en
relaciones humanas. Ya vimos señales de ello cuando el anterior rey
influyó decisivamente en el contrato que España se adjudicó
recientemente (AVE Medina –La Meca, 8500 millones. de euros).
Los
gastos que genera la familia real (7 millones de euros) del
presupuesto, y aun siendo consciente de que “viven como
reyes”, se rentabiliza ampliamente con cualquier gestión de
política internacional como hemos visto.
Por
otra parte, un hipotético presidente de la República Española ¿No
tendría los mismos gastos? Necesitaría, sin duda, algún palacete
con servidumbre, asesores etc. igual que ocurre en la presidencia
portuguesa o italiana, que son países con sistemas electorales
parecidos al nuestro, y que, por cierto tienen mayor presupuesto que
nosotros para este tema... Y
hablando
de sistema, el poder de un presidente republicano seria parejo al que
tiene el rey actual, es decir muy limitado. Aún así, para mí
lo más importante de todo éste hipotético cambio a república
seria: la falta de preparación de nuestro pueblo, tanto cultural,
social y democrática para asumirlo sin grandes zozobras. ¿Nos
imaginamos por un momento que fuese elegido Aznar o Zapatero
presidente? ¿Qué respeto le tendrían los hooligans del partido
político contrario?
Una
posible solución a éste aprieto sería buscar políticos
imparciales, pero ¿Existe en nuestro país esos personajes? ¿Le
tendrían la cortesía u obediencia debida los nacionalistas a la
nueva institución y su presidente?... Me temo que no, por lo tanto
para qué marear la perdiz, dejemos la cosa como está que bastantes
problemas arrastramos ya. Tenemos infinidad de graves asuntos
pendientes, independentistas catalanes, partidocracia, corrupción,
crisis etc. Arreglemos estos primero y cuando estemos preparados
abordemos el asunto tranquilamente, sin acritud, como diría Felipe
González y escojamos entonces, entre todos lo mejor para España.
Según
las últimas encuestas al respecto, pero realizadas antes del asunto
Urdangarin, a Felipe VI, lo toleramos y aceptamos el 70% más o
menos de españoles de todo signo y condición. Por mi parte prefiero
estar próximo y parecerme a esos países monárquicos europeos que
son modelo de convivencia, bienestar e igualdad, como Noruega,
Dinamarca, o Luxemburgo y que han llevado, por cierto, a lo más alto de la
decencia humana, la civilización. Para experimentos lo que se dice
siempre: Cada uno en su casa y con gaseosa.
No
me asusta la idea de que algún día tengamos una República Federal
Española, pero tendremos que hacerlo con tiempo, con mesura y una
vez hayamos alcanzado el grado necesario de responsabilidad. Si me
preocupa el asunto es tan solo porque somos muy dados de tirarnos los
trastos a la cabeza a las primeras de cambio. Por desgracia tenemos
ahí la historia reciente para recodárnoslo. Además es éste un
debate ineficaz e inútil para solventar nuestros graves
problemas. Con una República, ni seremos más ricos, ni mas
demócratas, ni reduciremos el paro, tal vez empeoraríamos.
En
definitiva, es éste un gran tema de debate para eruditos,
periodistas, políticos oportunistas y ciudadanos entre los que me
incluyo, pero solo eso, la realidad y la conveniencia es otra.
Dicho queda...
Joaquín
Yerga
27/09/2013
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