viernes, 24 de febrero de 2017

Monarquía vs República





Los hombres de Estado son como los cirujanos: sus errores son mortales.
F.Mauriac       


Un antepasado de nuestro rey Felipe VI, el apodado Carlos III, decidió, tal y como se hacía en Europa entonces, modernizar el país y su capital Madrid. Se trajo consigo de Nápoles (había estado gobernando allí) a un buen gestor, el marqués de Esquilache. Decidió éste nada más llegar ponerse manos a la obra, y para ello propuso hacer, entre otros, alcantarillados, arreglar calles etc. y también prohibir capas y sombreros de ala ancha porque eran el refugio ideal de maleantes y asesinos. La antigua iglesia católica junto con aristócratas y afines, que veían con  éstas medidas peligrar sus privilegios y poder, se organizó para que no se llevase a cabo. Para ello infiltró en los ambientes arrabaleros y barrios humildes de Madrid a curas trabucaires, chivatos y cómplices, pagados o engañados con la misión de soliviantar al pueblo en contra de las medidas modernizadoras. Ni que decir tiene que tuvieron un clamoroso éxito. Nada se hizo, el pueblo siguió igual de pobre y analfabeto, y el marqués tuvo que salir de España por piernas. Me viene hoy a la mente estos incidentes, pero aun así me resisto a compararlos (todavía) con nuestra actualidad y con la nueva revolución de gran parte del pueblo llano (a través de facebook, twitter y resto de redes sociales) en contra de nuestra democracia tal y como la conocemos..
Dice el viejo refrán castellano que: Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer. A ésta monarquía, por vieja,  la conocemos de sobra.
Es la nuestra una monarquía parlamentaria, y les aseguro que nada tiene que ver con las antiguas, ya sean éstas absolutas, ilustradas o de cualquier otra versión descafeinada. Aquí se cumple a rajatabla aquello de que: El rey reina, pero no gobierna, pues apenas tiene competencias, solo protocolarias. El poder real está en el legislativo (parlamento), en el ejecutivo (gobierno) y en la tercera pata de una buena democracia, el judicial. A los dos primeros los elegimos todos los españoles mayores de dieciocho años, sin distinción, por lo tanto la nuestra es una democracia tan perfecta como la que más.
Es verdad que al rey no lo elegimos cada cuatro años como al presidente de una república, sino que el cargo se hereda de padres a hijos, y éste nuestro lleva tan solo unos pocos en el poder, pero teniendo en cuenta que la constitución le otorga poderes muy limitados y poco decisorios, ¡Que más nos da!..
Es cierto que la monarquía en España ha sido en general nefasta para los intereses de los ciudadanos. A lo largo de nuestra dilatada historia hemos padecido reyes absolutistas, vagos, tiranos, crueles etc. Estaba recordando al peor de todos, Fernando VII, (tatarabuelo del padre de Juan Carlos). Curiosamente deseado por el pueblo, pero que luego se revolvió contra ése pueblo analfabeto, recortando libertades y postrando al país durante décadas en la miseria y la ignorancia. Fue el principal causante de nuestro atraso industrial y cultural con respecto a Europa. Sus descendientes, desde su hija Isabel a los Alfonsos XII y XIII, tenían ya recortados los poderes y no influyeron tanto en el devenir de nuestra historia.
Ahora es distinto, ya sabemos que el soberano actual es casi figura decorativa que apenas se inmiscuye en política y solo se limita a hacer o decir lo que le mandan los gobiernos de turno.
Ventajas de este rey: Tiene una experiencia notable en relaciones internacionales, habla idiomas, que teniendo en cuenta lo que tenemos en el panorama político, no es poco. Y domina la diplomacia, tan vital en estos menesteres, y sobre todo, es respetado (o por lo menos lo era su padre) por los grandes mandatarios mundiales.
Teniendo en cuenta que gran parte de los países más progresistas del mundo son monarquías: Dinamarca, Suecia, Holanda, Reino Unido, o el superdesarrollado Japón. Otros estratégicos (Marruecos), crucial para nuestros intereses. Y bastantes asiáticos, bañados estos en petrodólares, y destino del dinero mundial (Arabia Saudí, Qatar etc), no es mala cosa que tengamos al frente del estado un experto en relaciones humanas. Ya vimos señales de ello cuando el anterior rey influyó decisivamente en el contrato que España se adjudicó recientemente (AVE Medina –La Meca, 8500 millones. de euros).
Los gastos que genera la familia real (7 millones de euros) del presupuesto, y aun siendo consciente de que “viven como reyes”, se rentabiliza ampliamente con cualquier gestión de política internacional como hemos visto.
Por otra parte, un hipotético presidente de la República Española ¿No tendría los mismos gastos? Necesitaría, sin duda, algún palacete con servidumbre, asesores etc. igual que ocurre en la presidencia portuguesa o italiana, que son países con sistemas electorales parecidos al nuestro, y que, por cierto tienen mayor presupuesto que nosotros para este tema... Y hablando de sistema, el poder de un presidente republicano seria parejo al que tiene el rey actual, es decir muy limitado. Aún así,  para mí lo más importante de todo éste hipotético cambio a república seria: la falta de preparación de nuestro pueblo, tanto cultural, social y democrática para asumirlo sin grandes zozobras. ¿Nos imaginamos por un momento que fuese elegido Aznar o Zapatero presidente? ¿Qué respeto le tendrían los hooligans del partido político contrario?
Una posible solución a éste aprieto sería buscar políticos imparciales, pero ¿Existe en nuestro país esos personajes? ¿Le tendrían la cortesía u obediencia debida los nacionalistas a la nueva institución y su presidente?... Me temo que no, por lo tanto para qué marear la perdiz, dejemos la cosa como está que bastantes problemas arrastramos ya. Tenemos infinidad de graves asuntos pendientes, independentistas catalanes, partidocracia, corrupción, crisis etc. Arreglemos estos primero y cuando estemos preparados abordemos el asunto tranquilamente, sin acritud, como diría Felipe González y escojamos entonces, entre todos lo mejor para España.
Según las últimas encuestas al respecto, pero realizadas antes del asunto Urdangarin, a Felipe VI, lo toleramos y aceptamos el 70% más o menos de españoles de todo signo y condición. Por mi parte prefiero estar próximo y parecerme a esos países monárquicos europeos que son modelo de convivencia, bienestar e igualdad, como Noruega, Dinamarca, o Luxemburgo y que han llevado, por cierto, a lo más alto de la decencia humana, la civilización. Para experimentos lo que se dice siempre: Cada uno en su casa y con gaseosa.
No me asusta la idea de que algún día tengamos una República Federal Española, pero tendremos que hacerlo con tiempo, con mesura y una vez hayamos alcanzado el grado necesario de responsabilidad. Si me preocupa el asunto es tan solo porque somos muy dados de tirarnos los trastos a la cabeza a las primeras de cambio. Por desgracia tenemos ahí la historia reciente para recodárnoslo. Además es éste un debate ineficaz e inútil para solventar nuestros graves problemas. Con una República, ni seremos más ricos, ni mas demócratas, ni reduciremos el paro, tal vez empeoraríamos.
En definitiva, es éste un gran tema de debate para eruditos, periodistas, políticos oportunistas y ciudadanos entre los que me incluyo, pero solo eso, la realidad y la conveniencia es otra.

Dicho queda...
         


                                                  Joaquín Yerga
                                                   27/09/2013


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