jueves, 13 de septiembre de 2018

Entre una tesis y un máster...





Llénate de mí.
Ansíame. agótame, viérteme, sacrifícame.
Pídeme, récogeme, contiéneme, ocúltame.
Quiero ser de alguien, quiero ser tuyo, es tu hora.
Soy el que pasó saltando sobre las cosas,
el fugante, el doliente.

(P. Neruda)




Conste que todo lo que pienso contar a continuación lo acabo de releer en una revista; eso sí, lo digo a mi manera e intercalando frases o palabras de mi propia cosecha. No se alboroten por lo que lean, pues nada más lejos de mi intención provocar ningún tipo de escándalo, faltaría más, solo cuento cosas tan reales y habituales que todos las hacemos al menos una vez a la semana, exactamente los sábados ¡digo yo!...
En el año 1966 se hizo un experimento sorprendente, nunca antes se había realizado. Utilizaron la experiencia de 382 mujeres y 380 hombres sumando un total de 10.000 episodios de variada actividad sexual entre todos ellos. El resultado hoy en día nos puede parecer banal, pero en aquella época fue catalogado como asombroso, el estudio demostró que hay una respuesta similar al estimulo sexual entre hombres y mujeres. Si, porque antes se pensaba que la mujer iba por libre y su capacidad de disfrute era poco menos que anecdótica o esporádica.
Sorprendió también, y mucho, que éste estudio, serio y meticuloso, realizado por el ginecólogo Willian Masters y su mujer, la psicóloga Virginia Johnson, nos asegurara que, a pesar de la distinta estructura y disposición de los aparatos reproductores masculinos y femenino, ambos tengan las mismas fases de respuestas ante esos estímulos, porque, resulta que...
Si bien sabemos que las hormonas, testosterona en los hombres y los estrógenos en la mujer, son las verdaderas responsables del deseo o la libido sexual, también es verdad que interviene una parte psicológica del individuo. No sólo un nivel alto de éstas hormonas garantizan el éxito de un acto sexual, sino que la interpretación de esos deseos que haga el cerebro es primordial, por ejemplo influye... la angustia, la culpa, la fatiga etc. Si, ya sé que no descubro América con esto, pero hay mas...
Independientemente de la causa que nos provoque el acto sexual, en el hombre la primera señal es una erección del pene y, sorpréndase, los pezones se nos eriza, los testículos se agrandan y se pegan al cuerpo. En la mujer se lubrifican las paredes vaginales, ésta se expande y se pone de color oscuro (¡Claro!, que a ver quién es el guapo que se pone a mirar el color en esos momentos) y los labios de la vulva se hinchan y se separan al mismo tiempo. Tanto en el hombre como en la mujer la presión sanguínea se acelera y los músculos se tensan. ¡Ah!.. Se me olvidaba, según estos médicos todo sucede en cuatro fases... excitación, meseta, orgasmo y resolución; yo pondría una quinta, la del cigarrillo después...
Todo lo que he contado hasta ahora corrrespondería a la primera etapa o excitación. En la segunda, o meseta, diríamos que, lo mismo que en la primera sólo que todos los síntomas se mantienen un ratito. Al final de esta fase el glande masculino se agranda y, ojo al dato para los que echen mano del “Coitus Interruptus”, algunos hombres emiten el llamado fluido preyaculatorio, que puede contener espermatozoides vivos. En las mujeres al terminar éste periodo el clítoris se hace aun mayor, el rubor sexual se extiende hasta los pezones y los pechos se hinchan.
En la tercera fase el nivel de excitación aumenta por encima de un determinado umbral y sobreviene el orgasmo que no es más que una explosión o descarga de tensión neuromuscular, y se activan una serie de mecanismos reflejos en los órganos sexuales, y en el resto el cuerpo, ¡claro!
Durante el orgasmo masculino, al principio, la próstata se constriñe y la vesícula seminal impulsa el semen hasta la uretra, después la vejiga urinaria se cierra para que el semen no entre en ella y los músculos del pene se contraen para ayudar al semen salir al exterior; ni que decir tiene que enseguida la sensación de placer y plenitud invade al suertudo individuo. Y miren, yo no lo sabía, pero parece ser que hay orgasmos masculinos secos, es decir, sin eyacular.. ¡Qué cosas!..
Para ellas el orgasmo comienza por una especie de estallido de calor y placer que emana de la zona del clítoris. A diferencia de los hombres, en las mujeres, si se continúa estimulando, pueden llegar a sentir otros orgasmos en un corto periodo de tiempo. Algunas experimentan durante el orgasmo una especie de eyaculación, aunque su origen no está claro, hay quien dice que no es más que incontinencia urinaria.
Y viene la ultima fase, llamada de resolución; aquí, creo, no hace falta explicar mucho, todos lo entendemos. Es una vuelta a las pautas anteriores a la excitación, y todo retorna a su tamaño y color habitual. Y, ¡ojo! en los hombres es imposible fisiologicamente eyacular de nuevo hasta pasado un tiempo prudencial, que dependerá, por supuesto, del ardor guerrero del menda. Una vez acabado todo se entra en un estado de sopor o modorra que es ideal para conciliar el sueño. Bueno, algunas mujeres dicen que justo lo contrario, que se espabilan..
Todo esto que he contado se entiende cuando el acto es placentero para ambos, que no hace falta decir que no siempre es así. Demasiado a menudo, si el tío es un cafre y sólo piensa en él, los mecanismos que se ponen en marcha sólo son los suyos; los de su compañera de cama ni se inmutan. Eso sí, a ella se les activan los dispositivos de la paciencia y resignación, que suelen ir de la mano.
Ya dije antes que yo contaría una quinta fase en esto del acto sexual, la del cigarrillo después, pero... pensándolo bien, ahora que ya casi nadie fuma le podríamos llamar; “la de revisar el móvil”, apuesto que todos lo hacemos...
Dicho queda...
                                                                   Joaquín Yerga
                                                                    13/09/2018

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