lunes, 10 de septiembre de 2018

Cualquier tiempo pasado fue mejor...



Cinco minutos bastan para soñar toda una vida. Así de relativo es el tiempo.
(Benedetti)


¿Saben ustedes si existe realmente el pasado?. Yo creo que no. ¿Y el futuro? Pues tampoco. Quizás existan, pero sólo en nuestra cabeza. El presente es lo único real y verificable. Si preguntáramos a alguien qué es el tiempo, estoy seguro que no sabría qué decirnos, Decía San Agustín en su época cuando alguien sacaba el tema a colación “Si nadie me lo pregunta, lo sé; si deseo explicarlo a quien me lo pregunta, no lo sé” Y no le faltaba ni pizca de razón al bueno de San Agustín. Difícil y peliagudo asunto éste, porque...
Hablamos del tiempo como si este concepto tuviera una noción perfectamente conocida, ponderable, y nada más lejos; el tiempo es escurridizo, engañoso. Hasta la exposición en sociedad de la Teoría de la Relatividad en 1905 por el gran Albert Einstein, el tiempo era fácil de medir y conocer. Ya tres siglos antes el otro gran científico de la historia, Newton, contó con “el tiempo” como algo absoluto y verdadero que pasaba realmente, y muy medible, por cierto. Simplemente se tenia (aun se tiene) en cuenta el envejecimiento de las cosas, por lo tanto, recordamos los hechos acontecidos como el pasado, y aventuramos los que están por venir como el futuro.
El tiempo subjetivo de cada uno ya es de por sí muy relativo, por ejemplo, imagínense por un momento (si no tenemos en cuenta los relojes) la gran diferencia que hay entre los quince minutos sufridos ante el dentista cuando nos hacemos una ortodoncia, con los quince minutos que disfrutamos en compañía de unos buenos amigos tomando unas cañas de cerveza, ahora que han vuelto a abrir las terrazas; pues ésa variabilidad e inconsistencia del tiempo nos lo reveló Einstein con su teoría.
Los relojes son efectivamente los instrumentos de los que nos hemos dotado los humanos para ordenar y homogeneizar nuestras vidas, gracias a ellos todos estamos sincronizados en el tiempo y el mundo funciona. Si tuviéramos que apañarnos con el tiempo subjetivo de cada uno la sociedad sería un caos imposible de coexistir.
Tanto confiamos en el tiempo como algo fijo e infalible que contamos con que una hora determinada en el reloj de la Puerta del Sol, de Madrid, equivale exactamente a otra del reloj del ayuntamiento de la ciudad de Sidney, en Australia, a 12.000 kms de distancia. Pero llegó Einstein y nos abrió los ojos, nos dijo que eso es falso, que si medimos el tiempo en nano-segundos la cosa cambia. Todo lo que sabemos del tiempo hasta ahora lo hacemos a velocidades aceptables, humanas, pero no a las atómicas.
A la velocidad de la Luz (300.000 kms por segundo) el tiempo se dilata, varía, no es fijo ni inamovible como pensábamos. Es más, el tiempo ya no sería lo que es, sino que pasa a ser otra dimensión, como el espacio. Sí, ya sé que es muy difícil de comprender, el mismo Einstein no pudo demostrarlo; ahora, cincuenta años después de su muerte, lo estamos comprobando.
Con la nueva teoría, el tiempo y con él el pasado y el futuro sólo es una ilusión. Aunque es verdad que una persona puede dar testimonio de un suceso o recordar los hechos pasados como percibidos en alguna ocasión y ordenarlos secuencialmente según la mayor o menor viveza que otorga la memoria de cada recuerdo.
Les muestro, para afianzar esto de que el tiempo es muy relativo y caprichoso, un par de ejemplos que suelen poner los científicos. Si cogemos dos relojes cronometrados a la misma hora; a uno de ellos lo metemos en una nave espacial "a toda pastilla" y al otro lo dejamos en nuestra mesilla de noche, al poco tiempo los relojes divergirán y no marcaran la misma hora; el de la nave espacial se habrá retrasado un montón respecto al de la mesilla. El otro ejemplo es el los hermanos gemelos. Si a uno de ellos lo embarcamos hacia el espacio en otra nave espacial a velocidad cercana a la de la luz, y al otro simplemente lo dejamos aquí en su casa, al cabo de unos días el viajero, a su vuelta, habrá rejuvenecido un montón de años respecto a su hermano. Y es que el tiempo a esas velocidades transcurre mucho más despacio... ¡Cosas de Einstein!...
De todas maneras menos mal que todavía nos regimos por las velocidades de siempre y aun nos sirven los viejos relojes y nuestro tiempo, pero imaginemos qué puntazo será cuando podamos alcanzar esas velocidades cercanas a la de luz, pues que en vez de dejarnos hacernos un lifting en la cara y piel por un cirujano plástico, nos daremos una vuelteceita alrededor de la tierra, y aterrizaremos hechos unos pinceles. Claro, que otra cosa será el precio.. En fin, que Dios nos coja confesados por los nuevos tiempos que se avecinan; menos mal que algunos ya no los veremos..
Dicho queda...
Joaquín Yerga





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