Cinco minutos bastan
para soñar toda una vida. Así de relativo es el tiempo.
(Benedetti)
¿Saben ustedes si
existe realmente el pasado?. Yo creo que no. ¿Y el futuro? Pues
tampoco. Quizás existan, pero sólo en nuestra cabeza. El presente
es lo único real y verificable. Si preguntáramos a alguien qué
es el tiempo, estoy seguro que no sabría qué decirnos, Decía
San Agustín en su época cuando alguien sacaba el tema a
colación “Si nadie me lo pregunta, lo sé; si deseo explicarlo a
quien me lo pregunta, no lo sé” Y no le faltaba ni pizca de razón
al bueno de San Agustín. Difícil y peliagudo asunto éste,
porque...
Hablamos del tiempo
como si este concepto tuviera una noción perfectamente conocida,
ponderable, y nada más lejos; el tiempo es escurridizo, engañoso.
Hasta la exposición en sociedad de la Teoría de la Relatividad
en 1905 por el gran Albert Einstein, el tiempo era fácil
de medir y conocer. Ya tres siglos antes el otro gran científico de
la historia, Newton, contó con “el tiempo” como algo
absoluto y verdadero que pasaba realmente, y muy medible, por cierto.
Simplemente se tenia (aun se tiene) en cuenta el envejecimiento de
las cosas, por lo tanto, recordamos los hechos acontecidos como el
pasado, y aventuramos los que están por venir como el futuro.
El tiempo subjetivo
de cada uno ya es de por sí muy relativo, por ejemplo, imagínense
por un momento (si no tenemos en cuenta los relojes) la gran
diferencia que hay entre los quince minutos sufridos ante el dentista
cuando nos hacemos una ortodoncia, con los quince minutos que
disfrutamos en compañía de unos buenos amigos tomando unas cañas
de cerveza, ahora que han vuelto a abrir las terrazas; pues ésa
variabilidad e inconsistencia del tiempo nos lo reveló Einstein con
su teoría.
Los relojes son
efectivamente los instrumentos de los que nos hemos dotado los
humanos para ordenar y homogeneizar nuestras vidas, gracias a ellos
todos estamos sincronizados en el tiempo y el mundo funciona. Si
tuviéramos que apañarnos con el tiempo subjetivo de cada uno la
sociedad sería un caos imposible de coexistir.
Tanto confiamos en el
tiempo como algo fijo e infalible que contamos con que una hora
determinada en el reloj de la Puerta del Sol, de Madrid,
equivale exactamente a otra del reloj del ayuntamiento de la ciudad
de Sidney, en Australia, a 12.000 kms de distancia. Pero
llegó Einstein y nos abrió los ojos, nos dijo que eso es falso, que
si medimos el tiempo en nano-segundos la cosa cambia. Todo lo que
sabemos del tiempo hasta ahora lo hacemos a velocidades aceptables,
humanas, pero no a las atómicas.
A la velocidad de la
Luz (300.000 kms por segundo) el tiempo se dilata, varía, no es fijo
ni inamovible como pensábamos. Es más, el tiempo ya no sería lo
que es, sino que pasa a ser otra dimensión, como el espacio. Sí, ya
sé que es muy difícil de comprender, el mismo Einstein no pudo
demostrarlo; ahora, cincuenta años después de su muerte, lo estamos
comprobando.
Con la nueva teoría,
el tiempo y con él el pasado y el futuro sólo es una ilusión.
Aunque es verdad que una persona puede dar testimonio de un suceso o
recordar los hechos pasados como percibidos en alguna ocasión y
ordenarlos secuencialmente según la mayor o menor viveza que otorga
la memoria de cada recuerdo.
Les muestro, para
afianzar esto de que el tiempo es muy relativo y caprichoso, un par
de ejemplos que suelen poner los científicos. Si cogemos dos relojes
cronometrados a la misma hora; a uno de ellos lo metemos en una nave
espacial "a toda pastilla" y al otro lo dejamos en nuestra
mesilla de noche, al poco tiempo los relojes divergirán y no
marcaran la misma hora; el de la nave espacial se habrá retrasado un
montón respecto al de la mesilla. El otro ejemplo es el los hermanos
gemelos. Si a uno de ellos lo embarcamos hacia el espacio en otra
nave espacial a velocidad cercana a la de la luz, y al otro
simplemente lo dejamos aquí en su casa, al cabo de unos días el
viajero, a su vuelta, habrá rejuvenecido un montón de años
respecto a su hermano. Y es que el tiempo a esas velocidades
transcurre mucho más despacio... ¡Cosas de Einstein!...
De todas maneras
menos mal que todavía nos regimos por las velocidades de siempre y
aun nos sirven los viejos relojes y nuestro tiempo, pero imaginemos
qué puntazo será cuando podamos alcanzar esas velocidades cercanas
a la de luz, pues que en vez de dejarnos hacernos un lifting en la
cara y piel por un cirujano plástico, nos daremos una vuelteceita
alrededor de la tierra, y aterrizaremos hechos unos pinceles. Claro,
que otra cosa será el precio.. En fin, que Dios nos coja confesados
por los nuevos tiempos que se avecinan; menos mal que algunos ya no
los veremos..
Dicho queda...
Joaquín
Yerga
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