lunes, 30 de abril de 2018

En el nombre del padre, y del hijo





"Si hay Dioses y son justos, entonces no les importará lo devoto que hayas sido, sino que te darán la bienvenida basándose en las virtudes con las que has vivido tu vida".
"Si hay Dioses, pero injustos, entonces no deberías querer adorarlos".
"Si no hay Dioses, entonces cuando mueras todo habrá terminado, pero habrás vivido una vida noble que permanecerá en los recuerdos de tus seres queridos".
Marco Aurelio


Hoy en día el pensamiento filosófico y la fraseología más actual está llena de sus reflexiones y razonamientos. Nosotros, los españoles, podemos estar orgullosos de él pues perteneció al grupo de los cinco mejores emperadores romanos que dieron los siglos, y todos de origen hispano, junto a Trajano o Adriano, por ejemplo.
Dios mío, dame el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar, la serenidad para aceptar las que no puedo cambiar y la sabiduría para distinguir entre las dos En esta frase suya, recogida dentro de su obra “Meditaciones” resume la templanza de su carácter.
Marco Aurelio fue un emperador excepcional, quizás el más preparado de todos como intelectual y como hombre sabio y honesto de toda la historia del imperio romano. Estuvo al frente de Roma durante 20 años a lo largo del siglo II de nuestra era y de su vida podemos decir, que el ser pariente de patricios importantes le permitió tener buenos estudios. Y los hizo en griego y latín teniendo de maestros a los más grandes filósofos de la época.
Como emperador destacó por su bien hacer y ecuanimidad en la gobernanza del enorme imperio que le tocó liderar, aunque con poca suerte con su momento histórico, pues tuvo que dedicar todo su reinado a defender las fronteras que eran asediadas por los bárbaros.
El vivir años turbulentos no le impidió leer mucha filosofía y a los clásicos, que era su pasión. En sus ratos libres, a pesar de que gran parte de sus días los empleaba al frente de sus legiones guerreando, se recluía en su tienda de campaña y plasmaba en su diario sus reflexiones más profundas y la hondura de su pensamiento.
Fue un hombre ejemplar, honesto e integro que hizo todo lo que pudo por mejorar la vida de esclavos y menesterosos. Y eso que en aquella época los emperadores eran considerados, casi, dioses. Tuvo mucho que ver en su magnanimidad sus ideas estoicas. Él es uno de los grandes puntales de la filosofía estoica. Recuerden que la doctrina de esta rama de la filosofía está basada en el dominio y control de los hechos y pasiones que nos perturban a lo largo de nuestra vida, valiéndose para ello en la valentía y el carácter personal. Su objetivo principal era alcanzar la felicidad y sabiduría prescindiendo de los bienes materiales.
La felicidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos” Éste otro hermoso y certero razonamiento de Marco Aurelio, sin embargo, no le funcionó al final de sus días, pues su último pensamiento fue una pésima decisión: nombrar como su heredero y futuro emperador a su hijo, Cómodo, un tipo infame. ¡Claro! Que él no podía saber del maldito carácter de su vástago.
Fue el único baldón en la vida de este hombre excepcional. Paradojas del destino, al mejor emperador de la larga historia de Roma le sustituyó, quizás, el más nefasto de todos los habidos, su hijo Cómodo.
A Cómodo seguro que lo recordamos todos por la película “Gladiator”. Su director, Ridley Scott supo captar la perversa esencia moral de este emperador al rodar la cinta. Cómodo, efectivamente, fue un tipo intrigante, inhumano, depravado, sanguinario, megalómano y corrupto, es decir lo tenia todo el “angelito”
Nada más llegar al poder delegó el gobierno en favoritos, lo que le permitía a él hacer lo más le gustaba, organizar fiestas y combates en la arena donde él, vestido con piel de león y con espada en la mano, se hacía conducir como un feroz esclavo que mataba a fieras y a hombres, que previamente ¡claro! habían lisiado para que no supusiera ningún peligro para el emperador. A estos hombres los habían recogido de la calle y se cree que eran soldados heridos o mutilados.
Cuando no estaba enzarzado en peleas simuladas, el emperador se recreaba con fabulosas orgías. Por ellas se granjeó una merecida fama de libertino y depravado. Corrían rumores de que podía poner en practicas todas sus fantasías sexuales merced a un harén de trescientas muchachas y muchachos. Un ejemplo de su perversidad: llegó a asesinar a su propia hermana al creerla implicada en un complot para derrocarle.
Cuando murió, asesinado, el pueblo romano suspiró alborozado. El senado, aliviado, redactó un edicto de obligado cumplimiento: “Que desaparezca por entero la memoria del homicida y el gladiador más salvaje y repugnante que Nerón. Hágase en él lo que él hizo con otros… Los inocentes permanecen insepultos: arrastrase al polvo el cuerpo del asesino. Él exhumó a los que estaban enterrados: arrastrase al polvo el cuerpo el asesino” Con esta inquina que les profesaron sus contemporáneos está todo dicho..
Marco Aurelio, en su magnanimidad y benevolencia llegó a escribir: “El verdadero modo de vengarse de un enemigo es no parecérsele” Un atinado pensamiento que él sin proponérselo lo llevó a cabo, pues jamás ningún padre en la historia de la humanidad fue tan distinto a un hijo.
Dicho queda…


                              Joaquin Yerga
                       



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