En el nombre del padre, y del hijo
"Si
hay Dioses y son justos, entonces no les importará lo devoto que
hayas sido, sino que te darán la bienvenida basándose en las
virtudes con las que has vivido tu vida".
"Si
hay Dioses, pero injustos, entonces no deberías querer adorarlos".
"Si
no hay Dioses, entonces cuando mueras todo habrá terminado, pero
habrás vivido una vida noble que permanecerá en los recuerdos de
tus seres queridos".
Marco
Aurelio
Hoy
en día el pensamiento filosófico y la fraseología más actual está
llena de sus reflexiones y razonamientos. Nosotros, los españoles,
podemos estar orgullosos de él pues perteneció al grupo de los
cinco mejores emperadores romanos que dieron los siglos, y todos de
origen hispano, junto a Trajano o Adriano, por ejemplo.
“Dios
mío, dame el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar, la
serenidad para aceptar las que no puedo cambiar y la sabiduría para
distinguir entre las dos“ En esta frase suya, recogida
dentro de su obra “Meditaciones” resume la templanza de su
carácter.
Marco
Aurelio fue un emperador excepcional, quizás el más preparado
de todos como intelectual y como hombre sabio y honesto de toda la
historia del imperio romano. Estuvo al frente de Roma durante
20 años a lo largo del siglo II de nuestra era y de su vida podemos
decir, que el ser pariente de patricios importantes le permitió
tener buenos estudios. Y los hizo en griego y latín teniendo de
maestros a los más grandes filósofos de la época.
Como
emperador destacó por su bien hacer y ecuanimidad en la gobernanza
del enorme imperio que le tocó liderar, aunque con poca suerte con
su momento histórico, pues tuvo que dedicar todo su reinado a
defender las fronteras que eran asediadas por los bárbaros.
El
vivir años turbulentos no le impidió leer mucha filosofía y a los
clásicos, que era su pasión. En sus ratos libres, a pesar de que
gran parte de sus días los empleaba al frente de sus legiones
guerreando, se recluía en su tienda de campaña y plasmaba en su
diario sus reflexiones más profundas y la hondura de su pensamiento.
Fue
un hombre ejemplar, honesto e integro que hizo todo lo que pudo por
mejorar la vida de esclavos y menesterosos. Y eso que en aquella
época los emperadores eran considerados, casi, dioses. Tuvo mucho
que ver en su magnanimidad sus ideas estoicas. Él es uno de los
grandes puntales de la filosofía estoica. Recuerden que la
doctrina de esta rama de la filosofía está basada en el dominio y
control de los hechos y pasiones que nos perturban a lo largo de
nuestra vida, valiéndose para ello en la valentía y el carácter
personal. Su objetivo principal era alcanzar la felicidad y sabiduría
prescindiendo de los bienes materiales.
“La
felicidad de tu vida depende de la calidad de tus pensamientos”
Éste otro hermoso y certero razonamiento de Marco Aurelio, sin
embargo, no le funcionó al final de sus días, pues su último
pensamiento fue una pésima decisión: nombrar como su heredero y
futuro emperador a su hijo, Cómodo, un tipo infame. ¡Claro!
Que él no podía saber del maldito carácter de su vástago.
Fue
el único baldón en la vida de este hombre excepcional. Paradojas
del destino, al mejor emperador de la larga historia de Roma le
sustituyó, quizás, el más nefasto de todos los habidos, su hijo
Cómodo.
A
Cómodo seguro que lo recordamos todos por la película “Gladiator”.
Su director, Ridley Scott supo captar la perversa esencia moral de
este emperador al rodar la cinta. Cómodo, efectivamente, fue un tipo
intrigante, inhumano, depravado, sanguinario, megalómano y corrupto,
es decir lo tenia todo el “angelito”
Nada
más llegar al poder delegó el gobierno en favoritos, lo que le
permitía a él hacer lo más le gustaba, organizar fiestas y
combates en la arena donde él, vestido con piel de león y con
espada en la mano, se hacía conducir como un feroz esclavo que
mataba a fieras y a hombres, que previamente ¡claro! habían lisiado
para que no supusiera ningún peligro para el emperador. A estos
hombres los habían recogido de la calle y se cree que eran soldados
heridos o mutilados.
Cuando
no estaba enzarzado en peleas simuladas, el emperador se recreaba con
fabulosas orgías. Por ellas se granjeó una merecida fama de
libertino y depravado. Corrían rumores de que podía poner en
practicas todas sus fantasías sexuales merced a un harén de
trescientas muchachas y muchachos. Un ejemplo de su perversidad:
llegó a asesinar a su propia hermana al creerla implicada en un
complot para derrocarle.
Cuando
murió, asesinado, el pueblo romano suspiró alborozado. El senado,
aliviado, redactó un edicto de obligado cumplimiento: “Que
desaparezca por entero la memoria del homicida y el gladiador más
salvaje y repugnante que Nerón. Hágase en él lo que él hizo con
otros… Los inocentes permanecen insepultos: arrastrase al polvo el
cuerpo del asesino. Él exhumó a los que estaban enterrados:
arrastrase al polvo el cuerpo el asesino” Con esta inquina que
les profesaron sus contemporáneos está todo dicho..
Marco
Aurelio, en su magnanimidad y benevolencia llegó a escribir: “El
verdadero modo de vengarse de un enemigo es no parecérsele”
Un atinado pensamiento que él sin proponérselo lo llevó a cabo,
pues jamás ningún padre en la historia de la humanidad fue tan
distinto a un hijo.
Dicho
queda…
Joaquin
Yerga
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