jueves, 12 de abril de 2018

Cómo seducir a una mujer, supongo...




Ya no hacen faltas estrellas: quitadlas todas,
guardad la luna y desmontad el sol,
tirar el mar por el desagüe y podad los bosques
porque ahora ya nada me vale, ahora ya no está ella.

(W.H.Auden)

Algunos personajes que han vivido en el corto espacio de tiempo que es la historia de la humanidad, han sido tan extraordinarios (para bien o para mal) que han ofrecido sus nombres, cuán ofrenda a los dioses, como sinónimos de alguna sacrosanta actitud. Me explico...
Si por casualidad pensáramos denominar a un hombre, aunque de manera amable, que es un tío ligón o mujeriego, ¡vamos, que se las lleva de calle!, estoy seguro que le diríamos que es un “casanova” de mucho cuidado. Por que no me negarán que decir que un tipo es un casanova equivale a catalogarlo, al menos, de interesante, atractivo, o como poco de simpático, es decir, todo son halagos y adulaciones. Si, pero...
¿Quién demonios fue Casanova? Apuesto que pocos saben realmente de la vida y andanzas de éste famoso "playboy". Les adelanto que sus progenitores le pusieron de nombre Giovanni Giacomo y de apellido, por supuesto, el de su padre, Casanova. Y, fíjense, era de origen aragonés, para orgullo patrio...
Según los que le conocieron, y también sus biógrafos, el tipo era alto, desgarbado, moreno y con ojos verdes; en fin, se daban todos los condicionantes para triunfar entre el bello sexo. Y si además a esto le añadimos un “piquito de oro” debido a sus conocimientos culturales y experiencias amatorias, pues miel sobre hojuelas. No es de extrañar entonces sus cientos de conquistas amorosas. Por cierto, casi se me olvida, aunque lo pueden imaginar, nació en Venecia, ¡Y según son los italianos para la seducción!...
Los padres de Giovanni eran comediantes, así que algo de sabiduría farandulera se le quedaría al nene. Sabido es que se codeó con lo más granado de su época. Conoció y trató, entre otros, a Rouseau y Voltaire (famosos filósofos franceses) Benjamín Franklin (el inventor del pararrayos que estaba de embajador americano en Europa) Catalina “La Grande” (la Zarina rusa, famosa por sus escarceos amorosos), al gran Mozart en Viena, incluso a nuestro Carlos III, (también anduvo por España seduciendo) O sea que el tío sabía a la perfección cómo relacionarse con los personajes más importantes de su siglo. Claro, que para eso su extensa cultura y su “don de gente” fueron esenciales. Parece ser que se movía como pez en el agua por clubes, bailes o tertulias de alto copete.
Ya de mayor, su médico le recomendó escribir para aliviar su amargura cuando le faltaron vigor y fortaleza viril para consumar con buena nota sus romances, y entonces supimos de su azarosa vida carnal.
En su libro “Historia de mi vida” nos detalla muchas de sus conquistas femeninas, y fueron nada menos que 135 romances con final feliz, y eso que no estaban todas. No obstante, Casanova siempre fue muy discreto, nunca mencionaba por sus nombres de pila a las mujeres que cayeron en sus brazos, sino que utilizaba pseudónimos, aunque los historiadores han conseguido saber de todas ellas. Y conste que las había: solteras, casadas, viudas, incluso cinco o seis monjas, y de toda clase y condición. Su fama llegó tan lejos que el mismísimo Mozart se basó en su esplendorosa vida sexual para escribir su famosa ópera “Don Giovanni”.
Giovanni Casanova murió ya viejo para la época, pero disfrutó “el pavo” como un enano, con perdón para los bajitos. Frecuentó y participó en todo tipo de eventos sociales, y seducía a las féminas con una habilidad pasmosa. Su mayor destreza fue menudear cientos de alcobas y deshacer camas de montones de damas, que caían rendidas a sus encantos como frutas maduras. En fin… Y yo con estos pelos..
Dicho queda…


                                                                           Joaquin Yerga

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