domingo, 22 de abril de 2018

Cosas que se pueden hacer con la lengua






Me gusta decirles a los vascos que cuanto más antiguo es su idioma más cerca está del lenguaje de los chimpancés.
Gustavo Bueno


Una gran manifestación recorrió hace unas semanas las calles de Oviedo, en Asturias. Como suele pasar en estos casos para los organizadores participaron más de 25.000 personas, pero según la guardia urbana solo unos 5.000. El motivo de la protesta, aunque más bien se trataba de una reivindicación, hacer del Bable lengua oficial de Principado junto con el castellano; ya van camino de ello.
Los partidos de izquierda, que son los promotores de este tinglado y no sé por qué, quieren significarse también en esta región, que por cierto nunca había tenido veleidades nacionalistas ni motivos de discordias, para hacerla diferente al resto. Debe ser que a falta de otras reivindicaciones que llevarse a la pancarta rebuscan en “cuatro” pueblos mal contados y en “cinco” palabras nativas para proclamar al Bable como idioma oficial, al mismo nivel del castellano. Y no es que no tengan derecho a conservar su acervo, faltaría más, pero el gato escaldado del agua caliente huye porque, se empieza por demandar algunas particularidades y se termina por pedir la independencia, ejemplos haylos y muchos, en nuestro país.
Ignoro por qué a la izquierda española le subyuga tanto los nacionalismos periféricos patrios pues resulta que siempre están detrás de intensificarlos, junto a los propios nacionalistas más exacerbados. Ahí están en Mallorca, intentando acabar con el castellano y eliminando todo lo que huela a español; miremos a Navarra y la coalición de partidos de izquierdas (Podemos) que la gobierna, a brazo partido con los xenófobos de Bildu y el pro-euskaldún Geroa Bai, de rancia derecha. 
En Galicia hace tiempo que andan de la mano y coaligados, la izquierda nacional y los nacionalistas del Bloque Galego, un partido, ¡Agárrense! que también quiere la autodeterminación. Y digo yo, ¿dónde irían esta gente solos sin el resto de España? En fin, “cosas veredes, Sancho que non crederes”, como diría Cervantes.
La misma tónica llevan en el País Vasco; la fascinación que sienten nuestra izquierda tanto moderada como la más radical por el PNV y sus planteamientos, (recuerden un partido de derechas que nos desprecian a los españoles) que beben los vientos por ellos, es incomprensible. Y no digamos en Cataluña, (lo acabamos de ver) es tal el embeleso de socialistas y comunistas por los nacionalistas e independentistas que por allí anduvo nuestro insigne Pablo Iglesias de la mano de Puigdemont, senyera independentista en ristre cuando la pantomima del referéndum del 1 de octubre.
Tampoco quiero olvidar Valencia y la insistencia del gobierno de coalición (socialistas y nacionalistas) por fomentar el valenciano en detrimento del español; es tal la presión que están ejerciendo en ello que incluso editan folletos invitando a la gente a catalanizar nombres y apellidos castellanos. De aquí a obligar a rotular en valenciano a tiendas y demás establecimientos va un paso que lo veremos más pronto que tarde.
La atomización de nuestro país en diminutos estados no tiene límites. Que yo recuerde, además de Cataluña, el País Vasco, Valencia, Baleares, Galicia, Navarra, que ya tienen idioma propio y andan a ver si liquidan lo que queda de castellano, también Aragón reivindica su “Fabla Aragonesa”, aunque apenas lo hablen 25.000 personas. A este paso también Canarias y su “Silbo gomero” lo harán extensivo a todas las islas y lo veremos co-oficial con el castellano. Y no digamos del “Castúo” extremeño, pronto me lo exigen para gestionar cualquier papeleo comunitario.
En resumidas cuentas, justo la mitad del país anda buscando desesperadamente cualquier cosilla por insignificante que sea para diferenciarse del vecino y así proclamar poco más o menos su autosuficiencia. Pero esto será solo el principio, más pronto que tarde pedirán también la autodeterminación, ¡Qué pena no haber tenido hace un par de siglos un Napoleón, como en Francia, que arrasara con cualquier atisbo de localismos! En fin, como dijo Romanones ¡¡Dios mío qué tropa!!…


                                       Joaquín Yerga

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