lunes, 23 de abril de 2018

Algo se cuece en el Vaticano

                                                                                   




Creer es más fácil que pensar. He ahí la razón de que hayan más creyentes.
--A. Einstein--

Pedro significa piedra, en hebreo. Jesús le dio el encargo de edificar su iglesia, por eso sus simpatizantes le dieron el título póstumo de Primer Papa de la Cristiandad. Claro, que él ni se enteró. 
Décadas después, cuando el cristianismo fue, digamos legalizado, se construyó la primera iglesia justo donde se cree que está enterrado Pedro. Esa iglesia con el tiempo se fue reformando, agrandando y decorando, y hasta maravillando a la humanidad, se llama “San Pedro de El Vaticano”.
San Pedro no tuvo sucesores que se les pudiese llamar Papa hasta más de un siglo despues, pues el cristianismo estaba disperso en multitud de pequeñas congregaciones repartidas por todo el imperio romano, al mando cada una de ellas de un obispo o presbítero. 
Como se dio la circunstancia de que San Pedro y San Pablo murieron ambos en Roma y ésta era la ciudad más grande entonces, pues los cristianos de aquí tuvieron preferencia y sus primeros obispos, con el tiempo, los colocaron en la lista como los primeros Papas.
Aniceto se le puede considerar el primer “Sumo Pontífice”, por ser el primer elegido entre todas las agrupaciones, fue en el año 155, y a partir de él la lista es larga y compleja, tanto como que son ya más de dos mil años de historia.
Si contamos al argentino Francisco, han pasado ya por las poltronas del Vaticano 264 Papas, aunque algunos repitieron después de dimitir, o que lo dimitieran. 
Y ya sabemos que ha habido de todo, buenos, malos, regulares y hasta perversos. Muchos han utilizado el Papado para sus intereses económicos, otros para su poder personal, incluso los ha habido puteros redomados como nuestro querido compatriota Alejandro VI, que en gloria esté, aunque él ya disfrutó de esa gloria aquí en la tierra. 
Por supuesto, también han morado en esas estancias otros muchos dignos de santificación. El que tenemos ahora no parece malo, anda el hombre intentando recuperar el prestigio de la Iglesia católica, aunque se le ve el plumero peronista y cierta simpatía por la izquierda.. Me gusta menos de él el poco aprecio que nos tiene a España.. 
En fin, cosas mías..
 Joaquin Yerga
                                     



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