Puigdemont I de Cataluña y V de Alemania.
Buenos
amigos, buenos libros y una consciencia adormecida: esa es la vida
real.
Mark
Twain
Si
los españoles montáramos un circo seguro que nos crecerían los
enanos. Pero perdónenme la expresión, en absoluto es mi intención, ofender a nadie. Y es que después de lo feliz que nos
sentíamos todos pues “el amigo Puigdemont” alias El Prófugo,
había caído, por fin, en las garras de un gobierno y un país amigo
de toda la vida como es Alemania, (nada que ver con ese otro
fracturado que es Bélgica), pues ahora van y lo ponen en libertad,
así de crudo.
No
hay duda que aun subsiste en Europa esa leyenda
negra que arrastramos desde tiempos inmemoriales y que tanto daño
nos ha hecho. Para gran parte la opinión publica de algunos países (los más
desarrollados) aun somos gente semi-salvajes. Muchos creen, incluso, que todavía tenemos a
Franco vivito y coleando presidiendo desde El Pardo nuestros
destinos. Es más, podemos decir sin temor a equivocarnos que esos
topicazos aun gozan de buena salud, no hay dios quien los quite. De nada
nos vale tener la democracia más libre y permisiva del continente,
ellos a lo suyo.
En
Alemania, ahora lo estamos sabiendo, tienen leyes que
expresamente prohíben partidos independentistas, y se castiga esa
presunta intentona con fuertes penas de cárcel; bueno, ahora resulta
que lo que vale para ellos no vale para nosotros. Y eso que
presuntamente eramos grandes amigos. Recuerdo los suspiros de alivio
que dábamos algunos porque Puigdemont estuviese en el país teutón
en vez de en Bélgica o Suiza; pues nuestro gozo en un pozo, una vez
más puede la leyenda negra, que nos persigue incesantemente.
Un simple juez de una simple región alemana y en un par de horas
resuelve una cuestión que a nosotros nos ha costado meses y varios
tribunales. El solito y sin enmendarse a nadie decidió que lo que
hicieron los independentistas catalanes el 1 de octubre fue, una
especie de verbena sin animo de ofender a nadie, y tan pacifica como
una misa de difuntos.
Visto
lo visto, apenas podemos fiarnos de nadie en el mundo. Inglaterra
en cuanto tiene una mínima oportunidad carga contra nosotros
tildándonos de latinos montaraces, no hay mas ver con lo de
Gibraltar, que incluso algún senador propuso recientemente
invadirnos. Bélgica o Suiza, ya lo estamos
comprobando, por allí moran los prófugos catalanes como Pedro por
su casa. Francia hasta hace cuatro días cobijaba a los
asesinos de ETA, y allí los protegían después de asesinar a base
de bombazos a cientos de compatriotas. Y hasta Alemania, nuestro mejor
aliado, acaba de darnos calabazas, ya lo vimos hace unos años con la
famosa crisis del pepino, no pestañearon en culpar a estas verduras
almerienses de ser los culpables de aquel envenenamiento, luego
apenas se disculparon.
Al
final va a resultar que en esto de la amistad y respeto entre países
va a ser como el Festival de
Eurovisión, que cuenta, no si la canción que se representa es buena
o mala, sino intereses bastardos entre vecinos. Nosotros por ser un
país mediano, casi sin ejército ni armas nucleares, y encima
desunidos, nos tratan como a “Perico el de los palotes”. Incluso
Portugal, tan cercano
y casi primos hermanos nos ningunea llegado el caso, ya ha pasado
más de una vez, ellos prefieren a Inglaterra de aliados.
Los
nacionalistas catalanes antes de inmolarse el 1 de octubre hicieron
bien su trabajo, alentaron por todas las cancillerías europeas y con
nuestro dinero el odio exacerbado a España reavivando así nuestra leyenda negra. Al final en esto de la política exterior va a
ser como dijo aquel inglés, Lord Palmerston “Inglaterra no tiene
amigos permanentes ni enemigos permanentes, Inglaterra tienen
intereses permanentes”.
Pues eso…
Joaquin
Yerga
10/04/2018
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