lunes, 10 de marzo de 2025

Historia de una derrota

                                                                                        


Yo, que no he tenido nunca un oficio claro,

que ante todo competidor me he sentido débil

que apenas llego a un sitio ya quiero irme

que me arrimo a las paredes para no caer del todo

que creí que mi padre era eterno

que he sido humillado por profesores

que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada

que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida

que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo

que tengo vergüenza por actos que no he cometido

que me he vuelto el hazmerreír de mucha gente por vivir en el limbo

que no encontraré nunca quién me soporte

que estoy cansado de recibir consejos de otros más aletargados que yo

que he recibido favores sin dar nada en cambio

que me dejo llevar por lo que dicen los demás

que no tengo personalidad ni quiero tenerla

que no he hecho nada por mi pueblo

que he sido dado de baja en todas partes por inútil

que en realidad no he podido casarme ni ir a París ni tener un día sereno

que soy imbécil y más que imbécil de nacimiento

que no lloro cuando siento deseos de hacerlo

que llego tarde a todo

que he vivido toda la vida en el mismo círculo

que me creí predestinado para algo fuera de lo común y nada he logrado.

Yo, me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros y de mí hasta el día del juicio final.


Por cierto, esta especie de poema/confesión lo escribió Rafael Cadenas, ganador de El Premio Cervantes 2022, y lo hizo en 1963, a sus 33 años de edad sin tener la más mínima idea que hoy, a sus 93 años, sería ganador de El Premio Cervantes y, sin duda, un candidato para el Nobel de literatura. ¿Qué sería de esos profesores de literatura que lo menospreciaron?



No hay comentarios:

Publicar un comentario