Por eso amo esta calle de soledad y hastío,
que ensancha sus aceras para alejar las casas,
mientras te espera en vano mi corazón vacío,
que es una calle triste por donde nunca pasas...
--J. A. Buesa--
Un día de febrero de 1905, hubo alarma en el pueblo. Se corrió la voz de que un minero había quedado atrapado en la mina Santa Elena, en Hinchona, en el camino de Valencia de Ventoso.
Rápido se organizó una partida de voluntarios para rescatar al pobre hombre. Todos quedaron expectantes, pero nadie sabía nada. Anhelando buenas noticias durmió esa noche Fuente de Cantos.
Hasta la mañana siguiente, al alba, no regresaron los voluntarios, cabizbajos y tristes porque el obrero minero, Antonio Hidalgo, un joven de tan sólo 24 años, había sido rescatado ya sin vida. El pueblo quedó desolado.
Antonio Hidalgo era soltero y había nacido en Berlanga, así que sus restos fueron llevados a esa población para su cristiana sepultura.
La mina Santa Elena era la más importante de Fuente de Cantos y, aunque estaba ya muy explotada, aún proporcionaba buenos dividendos a sus dueños la extracción de hierro y cobre desde el fondo de sus entrañas.
Anexa a la mina sobrevivía el campamento minero, un enorme alojamiento donde capataces, obreros, mujeres y demás personal auxiliar pasaban los días pendientes del yacimiento.
Por cierto, en ese campamento nació Segunda Ruiz, hija de un minero fuentecanteño. Posiblemente algún descendiente todavía habite en el pueblo.
En fin.
Joaquín
El Rincón
Calle Llerena
Calle Laurel
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