viernes, 3 de noviembre de 2023

El fuentecanteño que no sabía de qué hablar

                                                                               



Ellas, las que me amaron, supieron de mi olvido;

y ellas, las olvidadas, me olvidaron también.

Y hoy, a veces, me miran como a un desconocido,

como si me miraran buscando un parecido

que les recuerda a alguien, sin recordar a quién.

--J. A. Buesa--


Envidio a los buenos conversadores, a los que saben escuchar y son escuchados con gusto cuando hablan. Tal es mi obsesión con esto, que un día, tomando un copa con un amigo en la discoteca de Villafranca (frecuentada por divorciadas, solterones y demás gente descolocada) le señalé a un grupo de mujeres que se apiñaban en torno a un tipo que hablaba.

---¿Has visto aquella gente?---le dije a mi amigo---¿qué coño les dirá el tipo aquel a las chicas que le rodean que todas les escuchan embobadas? ¿De qué hablará?.

Reconozco que entablar una conversación amena con alguien que acabo de conocer y que no se aburra con lo que le digo, ha sido siempre motivo de angustia y zozobra para mi. 

Mi amigo sonrió ante mi pregunta e inquietud, y me respondió: 

---Joaquín, esto de socializar y ser ameno también se aprende, en el fondo es como ligar, y los hay muy duchos en la materia, te lo aseguro.

Mi amigo es de los que atraen, de los que hablan seguro, pausado y, aunque los temas a los que suele recurrir no son especialmente sesudos, tiene éxito el condenado. Por desgracia yo he sido siempre muy extemporáneo en estas cosas. Tan torpe he sido, que igual les hablaba a las chicas de los Reyes Católicos como del Producto Interior Bruto de Alemania. 

Aún recuerdo la respuesta que le di:

---Si, lo sé---le dije resignado---supongo que habrá frases recurrentes y ya aprendidas con las que empezar una conversación improvisada y romper el hielo ¿No?.

Mi amigo me miró con cara de asombro, quizás por la estupidez de mi respuesta. Enseguida me sugirió:

---Pues aunque te resulte un topicazo, sí, Joaquín. Tú a la hora de ligar pregunta lo típico: ¿En qué trabajas? ¿Qué estás leyendo ahora? ¿Has visto alguna buena película últimamente? ¿Dónde has estado de vacaciones? ¿Qué música prefieres? ¿Coleccionas algo? ¿Cuál es tu pasatiempo favorito?. El resto viene solo---concluyó sonriente mirando la escena que yo le había señalado.

Por un momento creí que se cachondeaba de mí, porque esas cosas son de cajón, de manual, vamos. No obstante, sonreí yo también, qué remedio. Aunque le hice saber mi escepticismo: 

---¿Pero eso no está desfasado ya, no son de otra época?. O yo estoy muy desentrenado o tú te estás quedando conmigo jajaja

Obvia fue su respuesta, pero no por eso dejó de tener más razón que un santo:

---No creas, Joaquín, estos temas se siguen utilizando para entablar una conversación. Eso sí, todo menos hablar de enfermedades, achaques y de política y fútbol,  que de esto nos hinchamos los viejos, ya lo sabes..

En fin, lo dicho, si algún buen conversador leéis esto, decidme: ¡qué hacéis! ¡de qué coño habláis!..

Joaquín

Ahí llevais fotos de la calle Nicolás Megía (antes Hernán Cortés) del año catapún y de ahora

                                                                          

                                                                                     
                                                                                    
                                                                                 
                                                                            
                                                                               





                              









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