Veréis:
Con veinticinco años todavía arrastraba yo ideas utópicas de juventud, Sí, eso de igualdad, solidaridad y fraternidad entre todos los pueblos de la tierra, quería arreglar el mundo, qué os parece..
Cuarenta años después me he vuelto escéptico, y hasta egoísta, dirijo la mirada hacía mi mismo y, ¡pasmaos!, he descubierto que me necesito; y es que: ¡Por Dios, cómo voy arreglar yo nada si los males de mundo son intrínsecos al ser humano y como tal irresolubles!.
Hace cuarenta años, inquieto y rebelde, aún me creía inmortal y, acorde con esa delirante idea, me excedía en no pocos vicios, incluido el de pretender triunfar en la vida y acumular bienes. Hoy los bienes a los que aspiro son sólo espirituales y de salud, y ya no me importa morir (aunque sea tarde) y en paz conmigo mismo, eso sí.
Bueno, en realidad apenas recuerdo todo lo que pensaba hace cuarenta años. Sea lo que fuere, hoy sólo pretendo ser feliz con lo indispensable, no meterme en muchos líos, y disfrutar los cuatro días que me queden..😋😋😋
Joaquín

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