Yo sólo sé que estuvo cerca un día,
cuando tú lo creíste más lejano,
y fue una llama que se heló en tu mano,
al separar tu mano de la mía.
--J. A. Buesa--
Los años nos hacen cambiar la forma de ser, y lo sabéis. Con más de sesenta tacos uno ya no es el que era veinte o treinta años atrás. Si bien es verdad que la evolución es tan paulatina que apenas nos damos cuenta
Veréis:
Con treinta años uno todavía arrastra ideas utópicas de juventud, Sí, eso de igualdad, solidaridad y fraternidad entre todos los pueblos de la tierra.
Treinta años después nos volvemos escépticos, y hasta egoístas, dirigimos la mirada hacía uno mismo y, ¡pasmaos!, algunos hemos descubierto que nos necesitamos. ¡Por Dios, cómo vamos a arreglar nosotros nada si los males de mundo son intrínsecos al ser humano y como tal irresolubles!.
Hace treinta años, inquieto, yo aún me creía inmortal, y acorde con esa delirante idea me excedía en no pocos vicios, incluido el de pretender triunfar en la vida y acumular bienes. Hoy los bienes a los que aspiro son sólo espirituales y ya no me importa morir, aunque sea tarde y en paz conmigo mismo, eso sí..😁😁😁
Bueno, en realidad apenas recuerdo todo lo que pensaba hace treinta años. Sea lo que fuere, hoy apenas pretendo con ser como John Wayne, cuando esculpió en su epitafio aquello de: "Aquí yace un tipo Feo, Fuerte y Formal. Sobre todo lo último.
Por cierto, el epitafio se le ocurrió a su última esposa, de origen español. Era tan popular el actor, que temió que su tumba fuera profanada, y no puso su nombre.
En fin
Joaquín
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