Yo sé que mi cariño recriminas,
es claro tú no entiendes de esas cosas,
qué sabe del perfume y las espinas,
quien nunca estuvo al lado de las rosas.
--J. A. Buesa--
Ni sé cómo se le ocurrió la pregunta. Bueno sí, quizás porque estábamos besándonos muy agarraditos en una apartada y oscura esquina en la terraza de la discoteca de verano. El caso es que me susurró al oído:
--¿Qué prefieres, Joaquín, querer o que te quieran?
---Uffff---exclamé---dificil me lo pones, cariño
---¿Quieres saber mi opinión?---se me adelantó con la típica pregunta retórica---yo creo que, como dice Dyango en su canción: “porque es mejor querer y después perder que nunca haber querido”.
Ella lo dijo todo, no me quedó opción de rebatirle. No obstante no le di mi parecer directamente, sino que le dije suave:
--Cariño, yo dividiría al mundo en dos clases de gente, los que aman y los que son amados.
---Eso pienso yo---me cortó ella
---Mira---proseguí---las que tenéis la suerte de ser amadas, como tú lo eres por mi, lo sois por dos motivos, porque os lo curráis, es decir, sois unas buenazas, atentas, buenas chicas, buenas amantes, serviciales, cariñosas, desprendidas, amables, en fin, una delicia de persona, y os aman por eso, o las que ya vienen al mundo con una flor en el culo, y sólo por su cara bonita le quieren, hagan lo que hagan le quieren.
Se me acercó un poco más, me besuqueó en los labios y asintió con la cabeza. Creo que se reconoció en este último grupo. Luego me masajeó los cabellos con sus manos y me invitó a seguir contándole:
---De la parte de los que amamos---continué---hay diferencias; unos amamos incondicionalmente a otras, aunque no seamos correspondidos, como es mi caso, y otras se aman así mismas más de la cuenta. Ambos deberíamos tener motivos suficientes para estar felices.
No se dio por aludida por lo que le dije, pero tampoco quedó satisfecha. Indiscutiblemente yo la quería a ella mucho más que ella a mi, y lo sabía, tal vez por eso tiró por la calle de en medio:
---Perdona, Joaquín, pero aún te queda un tercer grupo
---Bueno---concluí---quedan los que nadie da la vida por ellos porque nacieron sin flor y tampoco hacen grandes méritos para que les quieran.
Creyó que esto último iba por mí, pero se equivocaba, porque yo sí estaba loco por ella y era capaz entonces de hacer cualquier cosa por su cariño. Incluso esa misma noche se lo demostré pidiéndole que se casara conmigo.
Me dio coba, y me lo dijo besuqueándome amorosamente otra vez: que no estaba preparada todavía, que esperara un poco. Entonces comprendí irremediablemente que ella no estaba en mi grupo, el grupo de los que aman, sino en el que son amados sin merecerlo, en el grupo de la flor..
Por cierto, no tuve que esperar mucho, dos meses más tarde me dejó por otro.
Joaquín
Me gusta la historia pero triste para el que ama tanto y no es correspondido
ResponderEliminarWaoow!!agarradora historia,y si es cierto cuando lo das todo y no se es correspondido..es triste.feliz día Joaquín 🤗
ResponderEliminarGracias, María. golpes bajos que da la vida. Qué te puedo decir que tú no sepas.. Un beso
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