Y nada
está seguro de sí mismo
ni en la
semilla en germen,
ni en la
aurora la alondra,
ni en la roca el
diamante,
ni en la compacta oscuridad
la estrella,
¡cuando hay hombres que
amasan
el pan de su victoria
con
el polvo sangriento de otros hombres!
--Leopoldo Lugones--
Noventa bodas y 214 funerales hubo en 1922 en Fuente de Cantos. Hoy, justo cien años despues, apenas dos docenas han habido de lo primero y tres docenas de lo segundo.
De los fallecidos aquel año, ciento y pico fueron niños aquejados de sarampión o colitis. Las bodas, todas celebradas en la parroquia y en los meses de septiembre y octubre, porque entonces no miraban la disponibilidad de los salones ni la pasta gansa a apoquinar, se atendía principalmente a la sementera (en estos meses había más trabajo y los novios podían darse algún gusto)..
En 1922 el sector servicios ocupaba a mucha gente en Fuente de Cantos. Por eso llegamos a tener dos fábricas de armas, siete barberías, seis herrerías, seis hojalaterías, una fábrica de jabón, otra de aguardiente y hasta una buena imprenta, ¡ah!, y tres casinos, con sus socios, por falta de uno..
Al igual que ahora, según nos cuenta nuestro historiador Felipe Lorenzana, hace cien años también éramos un pueblo muy tranquilo; lo demuestra los escasos diez municipales al mando de un cabo que velaban por la seguridad de nuestros abuelos.
Por cierto, en aquella lejana época casi cumplíamos con la cuota femenina, porque ya teníamos una mujer guardia municipal. Eso sí, no creo que tramitaran mucho papeleo puesto que la mayoría no sabia leer ni escribir. Completaban la plantilla municipal: el director de la cárcel, el telegrafista, el secretario del ayuntamiento, dos escribientes y un barrendero. Como ven, escasa plantilla para tanto pueblo..
Joaquín
calle Llerena esquina Clavel
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