miércoles, 4 de enero de 2023

La chica que miraba las estrellas

                                                                               



Terminamos de besarnos y salimos fuera del coche. Era una noche fresca, pero hermosa. A lo lejos tiritaban las luces de las últimas casas del pueblo. Saqué dos pitillos y le ofrecí uno. Mientras miraba las volutas de humo de su primera chupada elevarse hacia el infinito, recuerdo que me preguntó:

--¿Has sentido alguna vez un placer más indescriptible que este, Joaquín, mirar el cielo limpio de nubes y contemplar ese mar de estrellas azules allá a lo lejos?. 

Me pareció triste el tono. Exhalé un suspiro de confort y le respondí que efectivamente, que la noche invitaba al romanticismo. Pero ella, embobada, entre chupadas al cigarrillo y sin dejar de mirar el firmamento, siguió nostálgica:

--Dime, ¿no has suspirado nunca ante la magnificencia de este cielo estrellado pensando en un gran amor perdido? 

Enseguida advertí el porqué de su tristeza. Me acerqué a ella, le hice levantar la barbilla con mis dedos y, mirándole a los ojos, le dije:

---Uy, ya sé lo que te pasa; estás melancólica, te acuerdas de él. 

No dijo nada, me dio la espalda y permaneció callada durante un buen rato. Intuí que lloraba en silencio. Se me ocurrió romper el hechizo romántico y tristón de la noche cambiando de conversación. Le sugerí:

--Pues las cosas no son realmente lo que parecen, aunque veas a las estrellas tan cerquitas unas de otras, las distancias allá arriba, en el cosmos, son monstruosas. 

Menuda tontería le endilgué, y según estaba el panorama. No obstante se llevó las manos a los ojos y vi cómo se enjuagaba con los dedos unas lágrimas. Luego me agarró por el talle, y ya más sosegada me conminó a entrar en el coche. Pero antes me advirtió:

--Gracias, Joaquín, pero a pesar de todo eso que me dices, yo seguiré suspirando al mirar las estrellas.. 

Una vez dentro del coche hablamos de él, largo y tendido, incluso hicimos el amor. Luego volvimos al pueblo y paramos a tomar unos cafés. Serían poco más de las doce y aún permanecían los veladores en algunas terrazas. Para mi fue una noche especial, maravillosa... Acaso un poco decepcionado porque creí que ella ya había conseguido olvidarlo. Para ella fue una noche más, sin él.. 

Joaquín







No hay comentarios:

Publicar un comentario