viernes, 1 de junio de 2018

Canción triste de Hill Street





He llegado a la conclusión de que la política es demasiado seria para dejarla en manos de los políticos.
De Gaulle


Soy de los que creen que ninguna profesión es perversa en sí misma, ni que los individuos sean malvados por naturaleza, sino que a veces se dan las circunstancias perfectas para que ciertos individuos y algunas profesiones se alíen y, envueltos en una vorágine de arrogancias e intereses comunes, engendren una mezcla especialmente dañina para los intereses de toda una nación; en política pasa a menudo
Aun así siempre he pensado que la gente, cuando hablan mal de los políticos, incluso cuando en las encuestas una abrumadora mayoría deciden que estos son el principal problema de España, creía que exageraban, que no era para tanto, que ellos hacían su trabajo lo mejor que podían y en beneficio de todos; ahora después de lo de ayer me desdigo y creo que toda ésta gente estaba en lo cierto.
Ayer fue un día del que la mayoría de los españoles no podremos, precisamente, sentirnos orgullosos de nuestra responsabilidad y patriotismo. Tuvimos una moción de censura, sí, democrática y ajustada a nuestra constitución, pero a todas luces desleal e irresponsable.
Vaya por delante que pretendo criticar a todos, a tirios y troyanos, por su mal papel y su pésimo sentido de estado. Unos porque atosigados por los casos de corrupción fueron incapaces de adivinar la urgencia de convocar elecciones anticipadas hace ya un tiempo, y otros porque ansiosos por llegar al poder y eludir los malos pronósticos en las encuestas se echan en brazos de toda esta patulea anárquica y antiespañola que pulula por los escaños del congreso.
No duden de que entramos en una nueva etapa, una etapa de inquietud y desasosiego que traerá repercusiones económicas graves, porque no estamos sirviendo de ejemplo en Europa, precisamente. Los poderes económicos, empresas, multinacionales y fondos de inversión se van a pensar muy mucho sus inversiones en nuestro país, sino al tiempo, y eso lo pagaremos todos mas pronto que tarde.
Un gobierno llamado frankenstéin, débil, hecho a base de retazos a cual más dispar, no puede darnos la seguridad jurídica y política que necesitamos ¿Creen que con ochenta y cuatros diputados se pueden tomar decisiones importantes? ¿Se puede llegar a pensar, siquiera, que con todos estos nacionalismos: excluyentes unos, xenófobos otros y partidarios de romper el país el resto, podemos ganar algo el conjunto de los ciudadanos? evidentemente no. De hecho, no hay mas que ver a estos últimos cómo se frotan las manos.
En los días previos a esta moción de censura hemos sido testigos de cómo cada partido a exteriorizado sus propios y bastardos intereses. Unos querían elecciones porque les iban bien las encuestas, otros aguantar en el poder como sea y esperando que el tiempo diluyera los escándalos, y el resto ojo avizor, aguardando su oportunidad para sacar las zarpas, y mientras los intereses del estado al socaire de separatistas.
Qué duda cabe que sufrimos una época falta de políticos carismáticos, sólo tenemos a nuestro alcance advenedizos que llegan a los partidos para medrar sin el más elemental sentido de estado. Por desgracia ya no quedan de aquellos de la transición, hombres curtidos, críticos con la dictadura y conscientes de la necesidad de acuerdos prácticos buscando siempre el bien común; me estaba acordando de tipos como Adolfo Suárez o Felipe González.
Ahora nos guste o no estaremos en mano de una patulea de partidillos de toda ralea y condición. Tendremos a todo un país de 46 millones de expectantes compatriotas con temor al futuro porque dependemos para gobernar de una amalgama de organizaciones siniestras para nuestros intereses. No hay más que ver... Bildu, PNV, Convergencia, Compromís, Bloque Galego, Geroa Bai etc.etc. y un tutifrutti de ideologías que van desde la derecha más rancia, a la extrema izquierda trasnochada, pasando por xenofobos, racistas, y hasta los amigos de la ETA. a todos los cuales, por cierto, sólo les unen su desprecio a España y su deseo de debilitarla.
En fin, no me entra en la cabeza que con tres partidos constitucionalistas, que juntos acaparan el 70% del electorado, tengamos que vernos en ésta tesitura. Sólo nos queda rezar y esperar a que los daños infringidos no sean irreversibles, y repetir aquello que dijo Romanones: ¡¡Dios mío qué tropa!!
Dicho queda...
                                           Joaquín Yerga
                                           01/06/2018

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