La mentira más grande jamás contada
Todos
los hombres nacen iguales, pero es la última vez que lo son.
(A.
Lincoln)
No
me negarán que todos aceptamos como una verdad absoluta que
Jesucristo murió a los 33 años. Es más, repartimos la historia en dos tiempos, antes de su nacimiento y después del mismo. Pero mucho me temo
que estamos todos equivocados, Jesucristo murió rondando los
cuarenta años, es decir, era un poco más viejo de lo que
pensábamos.
El
desmentido es ya algo muy habitual en revistas de
historia o religión, aun así quiero desenmascarar al
verdadero culpable del desaguisado; el monje Dionisio “El
exiguo”, éste es el responsable del equívoco. Resulta que
éste monje rumano del siglo VI echó mal las cuentas, erró en seis
o siete años sus cálculos.
Anteriormente a la venida de Cristo, la
fecha de referencia para los años era la fundación de Roma (año
754 antes de Cristo lógicamente), bueno, pues el liante de Dionísio
se hizo un lío (valga la redundancia) entre la fundación de Roma y el reinado de Herodes cuando Jesús era un niño, que eran las fuentes mas fiables, y desde entonces tenemos el embrollo. ¡Claro!
que tampoco pasa nada que Jesús tuviera cuarenta años al morir, no
dejaba de ser muy joven para hacerlo, y muy injusto por otra parte por su manera...
Jesucristo
murió en Jerusalén como todos sabemos de sobra, bueno, pues allí
precisamente se fue a comprobar el terreno “in situ” Santa
Helena, y ver paso por paso todos los que dio Jesús en sus últimos
días. A ella le debemos todas las iglesias que se construyeron en
los lugares que tuvieron algo que ver en la vida de Jesús, la más
importante la del Santo Sepulcro, levantada donde se cree fue enterrado. Pero no sólo identificó los llamados “Lugares
Santos”, (El Calvario, el Sepulcro o el huerto de Getsemaní)
también encontró trozos de la llamada Vera Cruz (la cruz donde fue
crucificado Jesús) la túnica que usó, incluso algunos clavos que
se utilizaron en la crucifixión.
Santa
Helena fue la madre del emperador Constantino “El grande”
llamado así por su buen hacer. Es sus años mozos fue una concubina,
(de origen serbio) del padre de Constantino, que tuvo la suerte de
ser una de sus preferidas. En cuanto su hijo accedió al trono se
dispuso a mandar en la corte ¡Y de qué manera!.. Ella fue la que
convenció a Constantino a convertirse al cristianismo y ella fue la
que movió los hilos para que se declarara religión oficial
del imperio; también asistió al primer Concilio de la Iglesia en,
Nicea. Por cierto, cuando fue a Jerusalén a ver los lugares
que pateó Jesucristo, habían pasado ya más de trescientos años de
su muerte, con lo que muchos historiadores ponen en duda que los
sitios que hoy visitan los turistas como los auténticos, (donde
sufrió y murió Jesús) no sean los correctos. Y no digamos de la
cruz y los clavos, pero, en fin, doctores tienen la Iglesia. También
los hay que creen que la devoción y fe que profesaba la buena de
Helena era para tapar las atrocidades y asesinatos que cometía su
salvaje hijo, que en política lo hizo bien pero personalmente era un cafre..
El
cristianismo fue un movimiento religioso que cogió mucho auge ya
desde un principio; los apóstoles y seguidores debieron hacer un
buen trabajo de captación puesto que ya durante el reinado de Nerón,
es decir sólo treinta años después de la muerte de Cristo ya había
una numerosa población de cristianos en Roma; acuérdense que les
echó la culpa de aquel gran incendio de la ciudad.
Hoy
en día el cristianismo, en sus diferentes ritos, es la más
seguida del mundo con más de 1800 millones fieles (católicos 1000
millones, protestantes 600 millones y ortodoxos 200 millones) Le
siguen el islam con 1200 millones de practicantes, el hinduismo con
700 millones, y el budismo con 300 mill. Aunque me temo que esta
proporción va a cambiar bastante en poco tiempo pues los primeros
van a menos y los segundos a más.
Dicho
queda.
Joaquín
Yerga
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