La maldad vuela alto
Voy
a dormir, nodriza miá, acuéstame.
Ponme
una lámpara en la cabecera:
una
constelación, la que este guste;
todas
son buenas, bájala un poquito.
Déjame
sola; oyes romper los brotes...
te
acuna un pie celeste desde arriba
y
un pájaro te traza unos compases.
para
que olvides...Gracias...Ah, un encargo:
si
él llama nuevamente por teléfono
le
dices que no insista, que he salido
(Último
poema que Alfonsina Storni escribió antes de suicidarse.)
Tres
años antes:
Zaharie
Ahmad, llevaba meses preparando el asunto. Ya casi lo tenia todo
listo, y estaba seguro que esta vez no fallaría. Desde hace unas semanas
simula en su video-consola, incluso en un programa de ordenador que
le dejaron prestado, cómo posar la aeronave exactamente en ése
lugar desconocido del océano sin ser descubierto por los potentes
radares de la zona, por lo menos hasta un tiempo después de la
desaparición. Aunque lo que más le importa de todo esto es que su
mujer y sus tres niños no sospechen absolutamente nada, el resto del
pasaje, ni los conoce ni le importa lo más mínimo, mala suerte por
haberse cruzado en su camino, allá ellos y sus problemas. De todas
maneras al igual que él, los demás deberían pensar que éste mundo
es un asco y darle, casi, las gracias por ayudarles a salir de él.
A
sus 53 años y con muchas horas de vuelo a sus espaldas, lleva días
pensado en su vida, y ha llegado a la conclusión de que no puede
más, mejor dejarlo ahora que aun es joven. El futuro de su mujer y
los niños no le preocupa pues ya tiene resuelto dejarles lo
suficiente para sus estudios y manutención. Del resto de sus
familiares piensa, creerán que fue un hombre honesto, trabajador
y buen padre, y llorarán su perdida, ¡claro! que nadie tiene porqué
enterarse de su secreto.
De
todos los preparativos lo que más le ha costado idear es la manera
de desembarazarse del copiloto de la nave, su compañero Fariq
Abdul. Sabe que se iba a casar próximamente, a sus 27 años, con esa
preciosa novia que un día le presentó en el restaurante del
aeropuerto. Pero no le quedaba otra que hacerlo de manera violenta.
El resto el pasaje, y tal y como había calculado minuciosamente, con
la descompresión sería suficiente, no tardarían en morir
asfixiados.
Tres
años después:
Aparecía
este domingo pasado en un diario de tirada nacional una información
inquietante, aunque a decir verdad la noticia en sí fue portada
hace ya tres años. Algunos o muchos recodarán todavía la
desaparición de un avión de la compañía aérea Malasysia Airline.
Fue noticia impactante en todos los medios informativos del mundo,
primero por la catástrofe en si, viajaban en el aparato 239
ocupantes, y también por el misterio que rodeó al accidente.
La
aeronave salió de Kuala Lumpur, capital de Malasia y su destino era
Pekin, la capital de China, pero incomprensiblemente se perdió la
pista del avión al poco de salir del aeropuerto. Cosa muy rara
porque siempre deja algún rastro ese tipo de aparato cuando por
diversas circunstancias tiene algún contratiempo.
He
de recordar que Malasia es un país del sureste asiático que tiene
fronteras con Tailandia y con Birmania, y aunque estos dos últimos
son de religión mayoritariamente budista, en Malasia, sin embargo,
son musulmanes sunnitas, con lo que la teoría del atentado
terrorista era la que más se barajaba.
Pasaban
los días y los meses, incluso los años, y del avión desaparecido
ni mu, nada se sabía. Investigadores malayos, chinos y australianos
(El norte de Australia está muy cerquita de Malasia) se esforzaban
todo lo que podían y con todos los medios posibles para determinar
las causas del misterio, pero sin resultados visibles, hasta ahora...
La
mayoría del pasaje era de origen chino que regresaban a su patria,
por lo que fueron las autoridades de este país, presionada por los
familiares de los más que posibles fallecidos, los que más empeño
pusieron en encontrarlos, aunque como dije antes sin éxito.
Resulta
que a lo largo de estos tres años desde la desaparición se han
encontrado algún resto del fuselaje del aparato, pero a mucha
distancia, y piezas de tamaño muy grande para lo que sería
razonable. Debemos tener en cuenta que la hipótesis más verosímil
que manejaban los expertos, (sea el causante de la catástrofe una
bomba o un fallo técnico) era la entrada del aparato en el mar de
manera violenta, es decir un choque traumático que haría que el
avión se descompusiera en trocitos pequeños. Y de los ocupantes ni
os cuento...
Curiosamente,
ahora, un trienio después del siniestro, un canadiense, un tipo
sencillo, inteligente, meticuloso, llamado, Larry Vance, ha
descifrado el enigma. Larry, un jubilado que en sus ratos libres
trabaja de manera independiente para investigar accidentes de
aviación nos descubre, por fin, qué pasó con el misterioso avión,
y créanme a nadie a gustado conocer las razones.
Y
es que lamentablemente ya pasó una vez y ha vuelto a pasar, un
comandante de un avión se suicida con él y con todos sus pasajeros
dentro. Hace unos años un piloto alemán, Andreas Lubitz, estrelló
su aparato en las faldas de los Alpes franceses, murieron 150
pasajeros, según los informes el piloto estaba tratamiento
psicológico.
En
este caso el comandante malayo y piloto experimentado, Zaharie
Ahmad, ha actuado de una manera, quizás, más atroz, más sibilina,
en vez de estrellar el aparato directamente como lo hizo su
compañero, Lubiz, lo posó sobre las aguas del océano Indico, en un
lugar alejado y desconocido, hasta que el peso de la nave hizo que se
hundiera lenta y definitivamente en las profundidades abisales. Y con
ella la vida de 239 personas inocentes.
Concluye
el investigador Larry Vance, que al poco de perderle la pista los
controladores aéreos, el comandante Zaharíe asesinó al copiloto y
provocó una descompresión. Los pasajeros se pusieron las
mascarillas, pero se les acabó el oxigeno. El hecho de que las
piezas del avión encontradas fueran muy grandes y que ningún radar
lo detectase le hizo sospechar.
Efectivamente,
después de aportar las pistas definitivas a la policía, se
registró la casa del piloto y han encontrado los programas
informáticos con los que el comandante Zaharíe simulaba el sitio
exacto donde posar la nave para no ser descubierto y cometer así su
tremenda canallada.
Joaquin Yerga
20/06/2018
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