Volverán las sufridas banderas en mi balcón colgar.
Un
apaciguador es alguien que alimenta al cocodrilo, esperando que se
coma a otro antes que a él.
W.
Churchill
Uno
de los efectos colaterales que está provocando el conflicto catalán
en el resto de España, (también allí) es que las posturas se
radicalizan. Llegados hasta aquí ya no valen medias tintas ni ambigüedades, o se
está con España y sus leyes, (que nos dimos todos por cierto) o se
está en contra y a favor de los insurgentes, no queda otra.
Los
independentistas además de saltarse las leyes juegan a tergiversar
el lenguaje, también los de Podemos lo hacen. Nos hablan de
democracia como si ellos fueran los verdaderos demócratas y nosotros simples
fachas sobrevenidos. Nos dicen, eso sí afablemente y con caras de
buenas personas, que votar no es malo y por lo tanto somos furibundos
represores porque no los dejamos hacer. Y el caso es que por más que
se les diga que no se trata de votar sino de cumplir las leyes, no
hay manera… ellos a lo suyo intentando convencer a los incautos. De sobra saben ellos que no hay democracia sin leyes. Y las nuestras,
pese a lo que digan, son las que son porque así lo quisimos todos.
Ya lo dijo alguien “Dichosos los ciudadanos que son esclavos de
sus leyes libres”.
Ellos,
los indepes, al igual que sus protectores podemitas, invocan
constantemente al pueblo como si el resto cuando votamos las veces que sean necesarias y elegimos lo que nos da la gana, fuésemos del planeta Marte.
Pero esa es su estrategia, confundir.
Lo
que está meridianamente claro (al igual que haría cualquier país
del mundo que se precie) es que nos hemos dado todos una
Constitución, después de mucho sufrimiento y eso es sagrado. Nuestra magna decisión debe ser
respetada, cuando no grabada a fuego sobre imaginarios paneles de
titanio imborrable. Si alguien quiere o necesita cambiar algún
articulo de ella, debe hacerlo con mi consentimiento y con el todos y
cada uno de mis compatriotas. De no ser así, exijo no mover ni una
coma de ella.
Decía
la principio que si algo positivo debemos sacar de todo esto, lo es
también la desinhibición de nuestros sentimientos patrios. Y entre
ellos la proliferación de banderas españolas en los balcones de
nuestras calles. ¿Es posible que algo esté cambiando? O solo es
un espejismo pasajero. Tal vez solo sea esto último, pero
bienvenido sea. Significa que cuando alguien ataca nuestra integridad
de nación nos indignamos y sabemos como defendernos. Últimamente
tenía serias dudas sobre si estábamos hechos de una pasta diferente
al resto de los mortales. Quiero recordar que llevamos décadas
sufriendo improperios y vejaciones a nuestros símbolos y costumbres que nos ha llevado irremisiblemente a llegar a avergonzarnos de
ellos.
Jamás
he tenido necesidad de tener una bandera de España guardada en un
cajón. Y nunca he considerado la opción de enarbolar ninguna en
cualquiera de las concentraciones o manifestaciones a la que he
asistido (aunque reconozco que han sido pocas) porque no había
necesidad. Allá donde fui siempre eran españoles los que había, por lo tanto nada
tenia que confrontar... Ahora el panorama ha cambiado.
Ante
la deslealtad de nuestros enemigos también yo quiero poner mi
bandera en el balcón. Los independentistas y sus acólitos, con su
traición, han despertado mi patriotismo tanto tiempo larvado.
Quiero colaborar, sentirme partícipe y ser miembro activo a favor de mi
país, aunque sea de ésta manera simbólica. De nada tengo que
avergonzarme pues soy ciudadano libre de un país libre y democrático
como el que más y no una dictadura como algunos con mala fe nos
quieren hacer creer.
A
partir de mañana con nada que sople el viento ondeará mi bandera
con orgullo en mi balcón. Y seré uno más de entre todos los que se
han molestado en hacerlo antes que yo. A partir de mañana, también
yo haré presión con mi gesto para que se aplique de manera precisa el articulo 155,. Y que de una vez por todas pongamos arreglo en aquella querida tierra
española.
Bienvenido
sea el efecto colateral del que hablaba al principio si ha servido
para unificar nuestro criterio. Y de paso nos ayude a renacer de las
cenizas el depauperado sentimiento de español. Falta nos hace...
Dicho
queda…
Joaquín
Yerga
25/10/2017
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