Si me das a elegir...
Oigo,
patria, tu aflicción,
y
no entiendo porqué callas,
viendo
a traidores canallas
despedazar
la nación.
Lloras
porque te engañaron
los
que lealtad prometieron
los
mismos que te aplaudieron
y
la ley corroboraron.
(B.
L. García)
Según
una reciente encuesta el 44% de los españoles estaría dispuesto a
quitarle poder a las autonomías; consideran excesivo el gasto y
grande el estropicio. Y es que...
Nosotros
que nos quisimos tanto ¿debemos separarnos por una insensatez?
Esperemos no llegar al propósito de la letra de este conocido bolero
de Los Panchos. Y es que en medio de esta vorágine política que
todo lo ocupa, y donde solo transluce lo peor de nosotros mismos, se
me ocurre hacer una pequeña reflexión. Se trata de una reflexión
que entiendo muy necesaria, y que nos ayudará, por cierto,
reconsiderar el futuro, aun con la vista puesta en el retrovisor de
nuestro pasado.
Quizás
nuestra manera de ser latina influya en todo esto, pues tampoco se
salva de esta disgregadora estupidez los italianos. Somos, qué duda
cabe, de sangre caliente y nos puede la emoción y los sentimientos,
no obstante tendríamos que hacérnoslo mirar, por excesivos.
Llevamos
juntos como país toda una vida y sé que cada uno de nosotros, (como
región o autonomía, llamémosle como queramos) tiene sus
particularidades, pocos dudan de eso. Y aunque no tengamos la suerte
que tienen otros de conformar una sociedad uniforme en costumbres y
lenguas, que nadie se equivoque, lo que nos une a todos es muy
sólido. Estamos ensamblados por una argamasa irrompible de
sentimientos, de afectos, y de una incuestionable y fraternal
historia común.
Con
nada que nos miremos de soslayo nos daremos cuenta que nos
comportamos como una familia mal avenida que se tira los trastos a la
cabeza, pero que ante la adversidad de una calamidad suprema no
dudaremos ni un instante en recomponer los vínculos que nunca
debimos romper. Y es que, ¿Alguien duda de la satisfacción que
produce encontrarse a unos españoles en China, en Angola o
Pernambuco de vacaciones, sean estos gallegos, catalanes o
madrileños? ¿Sentiríamos el mismo regocijo si fuesen alemanes o
franceses?.
Con
nada que nos despojáramos de orgullos, medias verdades o bastardos
intereses veríamos con asombro inusitado a un país estupendo.
Tenemos la suerte de ser diverso en naturaleza, clima y fauna. La
gente que lo habitamos no necesariamente deberemos ser homogénea
(aunque esto precisamente es la razón de nuestra zozobra) pues creo
rotundamente que en la diversidad está el gusto. Advierto que no hay
cosa mas monótona y aburrida que todo en un territorio sea similar o
idéntico; nos llevaría irremisiblemente a la depresión y a la
melancolía.
Cualquiera
en nuestro caso se sentiría orgulloso y encantado de nuestra
pluralidad de caracteres. Y que por eso precisamente debemos aceptar:
que un catalán sea emprendedor y tacaño a la vez pero que lidere
nuestra modernidad. O que un andaluz además de simpático siga
representando la más genuina tradición española... Y que los
valencianos sean bilingües sin recato y con honestidad, sin
renunciar a nada. Lo mismo que los noblotes vascos, o los
circunspectos y apañados gallegos, allá en su tierra verde..
Y
necesitaremos, también, admirar a los austeros castellanos y
aplaudir su fecundo pasado... Y valorar como se merece el amor a su
tierra de los aragoneses porque no tienen empacho armonizarlo con el
de España. Y lleguemos a su vez a comprender la disconformidad de
los canarios, tan lejos, o la dura insularidad de los mallorquines,
enriquecidos.
Y
a comprender para ello, como no, a los sufridos extremeños, tan
olvidados; lo mismo que amparamos a los singulares asturianos en su
deriva industrial. Y saciaremos la sed de los murcianos, con
solidaridad inusitada. Y hasta nos beberemos el vino riojano, si
fuese menester, para que progresen.
Pocos
países en el globo conforman un crisol tan diverso de tradiciones y
usanzas como el nuestro. Mirémoslo, pues, como algo digno, sin
aprovechar las diferencias para atacarnos. Y recemos para que
jamás añoremos “El paraíso perdido” por nuestra
estulticia.
Alabemos,
pues, éste país por su variedad tan extraordinaria, no en vano
somos el segundo mas visitado del mundo. Y estemos, en definitiva,
bien orgullosos de él porque realmente, estoy seguro... ¡No sabemos
lo que tenemos!..
Algún
día vendrá en que cada cual en su papel de su pequeño terruño
contribuya al engrandecimiento de esta hermosa nación. Un país al
que más pronto que tarde llamaremos todos sin pudor y con emoción..
España.
Dicho queda...
Joaquín
Yerga
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