Querido Cary...
Si
quieres triunfar con el sexo opuesto, diles que eres impotente.
Ninguna mujer se resiste a demostrarte lo equivocado que estás.
Cary
Grant
Entiendo
que en algunos aspectos psicológicos como personalidad o carácter,
los seres humanos deberían dividirse en dos tipos bien
diferenciados. Por una parte estarían, podíamos decir, los que
tienen bien asentados los pies en el suelo, es decir los pragmáticos,
que suelen armonizar con otros patrones como: ser prácticos,
objetivos, incluso materialistas si me apuran. Y luego
aparecerían, al otro extremo: los
idealistas;
serían éstos individuos que arrastran también otras pautas, tales
como; soñadores, románticos, utópicos, y
hasta altruistas, por rizar el rizo.
Muy
dentro de los de la segunda condición (apostaría
lo que fuera)
están los amantes del cine. Más que nada por lo que conlleva éste
de escaparate de sueños más o menos irrealizables. Ni que decir
tiene que mi manera de ser y pensar me hace pertenecer de lleno
a estos últimos.
En
esto del cine y
sus películas,
tan importante en nuestras vidas queramos o no, todo el mundo
tiene sus actores y actrices favoritas.
En mi caso, y como no puede ser de otra forma también tengo los
míos. Para no hacerme el interesante y por no mantener al lector en
vilo durante mucho tiempo (perdón
por ésta pedantería)
he
de decirles, que mi personaje o intérprete favorito no es otro que
el gran Cary Grant. Pero si alguien me preguntara porqué no sabría
exactamente qué decirle.
Tenía
este inglés un don especial para los papeles de dandi, y es que
los bordaba. Mira si lo habré visto veces en casi todas las
películas que el protagonizó, que apuesto que de quedarme por ver
algunas, quizás no llegue a tres o cuatro de toda su filmografía.
El
bueno
de
Cary, de porte elegante donde los haya, triunfó especialmente en
éste tipo de pelis, porque en otras de aventuras o similares apenas
dejó huella. Digo esto, y he recordado al personaje precisamente,
porque ayer sin ir más lejos repusieron en una cadena regional
aquella que rodó en España, junto a Frank Sinatra y Sofía Loren en
el cincuenta y siete y de título Orgullo
y Pasión.
Pues como les digo, estamos tan acostumbrados a verlo en papeles
de elegante seductor en multitud de simpáticas comedias, que se
nos hace vulgar en otros.
Al
hilo de esa película, rodada por cierto, entre Ávila y Segovia y
en la que intervienen algunos actores de reparto españoles como
Carlos Larrañaga (ya
desaparecido)
cuentan
los biógrafos de Cary Grant que éste se enamoró de la guapa Sofía
durante el rodaje, incluso llegó a pedirle en matrimonio, cosa a lo
que la italiana se negó rotundamente. Ya andaba liada con su futuro
marido Carlo Ponti, veintidós años mayor que ella pero muy apañado,
ciertamente.
Cary
Grant, como otros muchos artistas y gente de la farándula, tuvo una
infancia difícil. Su padre fue alcohólico y su madre recluida en un
sanatorio psiquiátrico, así que: ¡Ya me dirán!.. Quizás con
estos mimbres cualquier joven se esfuerza mucho más por triunfar, y
lo consigue con tal de salir del infierno que dejaron atrás. Un
compatriota suyo, Charles Chaplin, casi de la misma época y con los
mismos antecedentes tuvo una trayectoria muy similar.
Este
refinado y admirado actor trabajó de gigoló para ambos sexos al
poco llegar a América. En Nueva York y debido amistades influyentes
que
hizo por éste trabajo, también
a su distinguido porte, se fue introduciendo en ambientes teatrales y
consiguió llegar a Hollywood. Ni que decir tiene que allí trabajó
con los mejores directores del momento y fue el galán preferido de
las actrices más impresionantes de la entonces meca del cine. Acabo
de leer que el personaje mítico de James Bond está inspirado
especialmente en él y, ahora que lo pienso, si nos fijamos bien, se
ajusta a la perfección.
No
quiero alardear (pondría en peligro mi reputación psicológica) de
haber visto treinta veces algunas de las mejores películas de Cary,
como dijo una vez Alfonso Guerra sobre, Muerte
en Venecia,
pero sí me atrevo airear una cifra algo menor para la de veces que
he visualizado, por ejemplo, Encadenados, junto a la gran Ingrid
Bergman, (una
obra maestra del cine). O
Charada, o Con la muerte en los talones, del singular director
Alfred Hitchock, que no le va a la zaga. Y qué me dicen de comedias
como: Historias de Filadelfia o Atrapa al ladrón, rodada en la
Costa Azul junto a la futura reina de Mónaco, Grace Kelly. Por
cierto, estando ésta por ahí, y entre romance y romance, que
así se las gastaba ésta esplendorosa rubia, se fijo en ella el
sosón de Balduino, le puso los dientes largos con ser princesa y
consiguió atraerla al principado; el resto de la agridulce historia
ya la conocemos.
Siempre,
(y
aunque no nos importe ya)
nos quedará la duda de si
Cary Grant fue heterosexual, homosexual o bisexual. Según algunos,
tal vez esto último fue su opción preferida, aunque no hay pruebas
irrefutables que así lo digan. El hecho de creerlo se debe a los
años que vivieron juntos, él y actor de papeles secundarios,
Randolph Scott. Éste ultimo si fue un homosexual reconocido. De
todas maneras, y aunque esto no sea concluyente, el guapo de Cary se
casó cinco veces y tuvo solo una hija con su última mujer, cuando
él ya era por cierto, más que madurito.
Casi
todos los grandes personajes de la historia (de
cualquier género y disciplina)
han tenido alguna pagina, digamos oscura, en sus ajetreadas vidas, y
éste no iba a ser menos. Se le ha acusado, con o sin
fundamento de: tacaño, maltratador o de consumidor de LSD, la droga
psicodélica de los sesenta. Asunto
éste
ultimo
que él mismo reconoció y según parece le sirvió para superar
alguna que otra depresión.
Cary
Grant lo fue todo en el cine. Todo el mundo quería ser como él.
Según estudios serios ha sido el segundo personaje más importante
en la historia de este, llamado Séptimo Arte, y me lo creo. Él se
nos fue en 1986, pero siempre, absolutamente siempre, nos quedarán
sus películas y su porte elegante de caballero inglés inimitable.
En momentos de bajón emocional o espiritual repantíguense en su
sillón favorito y dispónganse a ver alguna de sus mejores películas
y les aseguro que, para aquellos a los que antes califiqué de
idealistas, si lo hacen, su ánimo se verá fortalecido de manera
llamativa. A mí me funciona.
Para
los otros, los pragmáticos, si necesitan superar depresiones, casi
mejor que les toque la lotería. jeje
Dicho
queda…
Joaquín
Yerga
20/12/2016
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