¡Dios, cómo cambia el cuento!. ¡¡Quién iba pensar unas horas antes que yo, el tipo más confiado, alegre, y por qué no, enamorado del mundo, iba a estar aquí, desconsolado dentro de mi coche, frente a la puerta de mi casa y con la cabeza apoyada sobre el volante lamentando mi terrible equivocación!!..
Lo cierto es que todo empezó porque mi mujer, el gran amor de mi vida, me ha traicionado con otro, con toda la frialdad del mundo; a mi, que le fui fiel hasta en pensamientos. ¿Quién me lo dijo? No recuerdo, quizás un amigo. Sólo sé que un oscuro velo nubló mi razón y tanta fue mi amargura que veinte años habré envejecido de golpe... En medio de ese angustioso torbellino una obsesión arraigó inmediatamente en mi pensamiento y una palabra perversa perfilaron mis labios ¡Venganza!...
Admito que no he tardado mucho en encontrar colaboración para mi malvado plan. En mi mente, sin llegar a esforzarme demasiado, aparecieron súbitamente el argumento y el personaje de esa ansiada venganza... Y Marta entró en acción. Con ése desafío y con la imprescindible colaboración de ella, ¡¡lo hemos consumado de manera imprudente los dos!!, Sí, ésta misma tarde...
Marta, amiga de mi mujer, nunca negó cierta envidia rayana al odio hacia ella. Y sobre ése odio, lo reconozco, he sabido extraer un buen provecho. No tengo recato en admitir que para requerir su ayuda no tuve que esforzarme demasiado; ella siempre estuvo dispuesta. Sólo bastó mostrarle mi angustia para que perdidamente cayera en mis brazos...
Sé que para Marta todo esto ha sido un asunto pendiente largamente deseado, y ahora cumplido, pues le gusto y la odia.. Para mí, sin embargo, ha supuesto un acto de desahogo, de rabia conmigo mismo por mi torpe ingenuidad y confianza con ella, mi mujer..
Gotas de fina lluvia comienzan a caer sobre el cristal del parabrisas del coche. Las percibo fuera tan frías como las lágrimas que acuden a mis ojos empujadas por mi desesperación. Mi vida y mi mundo, sí, mi conocido y querido mundo se va al garete, y tal vez la venganza que he cometido esta tarde sea la losa que prolongue mi melancolía por mucho tiempo.
Había sido la nuestra una sublime historia de amor,.. Habíamos creado entre los dos un Edén aquí en la tierra y lo hemos perdido de golpe!. El cruel destino quiso que, al igual que Adán y Eva fueron expulsados del paraíso, repitiera en nuestras vidas sus desdichas. Es verdad que Marta y yo hicimos frenéticamente el amor esta tarde. Ella por lo más hermoso de ésta palabra, lo cual dice mucho en su favor. Lo mío fue mucho peor, por una venganza quizás malentendida, pero que ella, mi mujer, se lo merecía. O quizás ya no... no sé..
Joaquín
No hay comentarios:
Publicar un comentario