Lo que haces por ti se desvanece cuando mueres. Lo que haces por el resto conforma tu legado.
--Anónimo--
En medio de tanta zozobra social, política y de salud que nos invade se me ocurre invocar a nuestros clásicos para limar asperezas y pedirles, de paso, que vengan a echarnos una mano; seguro que con su experiencia y sabiduría nos reconfortarán. Ellos ya vivieron unos tiempos parecidos a los nuestros y salieron airosos dando lo mejor de si mismos y dejándonos sobradas muestras de su fino ingenio.
Dicen que en tiempos de desasosiego se pierde templanza pero se gana en sensibilidad, incluso se fortalece el talento; y tiene sentido. Como son tiempos de angustia corresponde, por tanto, recurrir al lirismo para que nos ayude con su delicadeza a evadirnos de nuestra incertidumbre, que no es poca.
Y miren, a cuento de una bonita y divertida poesía que volví a releer por casualidad, me apetece hacerla extensible a todos y todas que osen perder cinco minutos de su preciado tiempo atendiendo este pequeño artículo.
¿Alguien se acuerda de lo que fue nuestro Siglo de Oro? Seguro que al mencionarlo muchos, sin dudar un instante, se acuerden de Velázquez, de Murillo y de Zurbarán, en la pintura. O de Quevedo, Lope de Vega y Cervantes, en literatura. Algunos, incluso vayan más lejos y en escultura les venga a la memoria Berruguete o Montañés, o tal vez unos pocos mas. Sin embargo les adelanto que en el llamado Siglo de Oro español el azar quiso que se dieran las circunstancias para que coincidieran la mayor cantidad posible de genios y artistas de todas las disciplinas jamás dada en España. Si tuviese que enumerar a todos los personajes notables nacidos o que han desarrollado su obra en esa prodigiosa etapa la lista sería interminable.
España estaba de moda en aquellos tiempos. Éramos la primera potencia, al menos en lo militar y en cultura, porque lo que es en bienestar social nunca hemos destacado. En cualquier país de Europa vivían mas decentemente que nosotros, pero, bueno, eso es otra historia...
El castellano era la lengua más usada en las cancillerías europeas, es decir, hacía las veces que ahora hace el inglés en la diplomacia y otros asuntos. Llegamos a ser, pásmense, los dueños de medio mundo. Acuérdense de aquello, que parece ser dijo Felipe II en un raro momento de inspiración… En España no se pone el sol… Aludía a que eran nuestras muchas zonas de la tierra situadas en ambos hemisferios.
Podíamos haber sacado buen provecho de todo eso. Incluso podíamos habernos modernizado y tomar ventaja de cara a los tiempos que se avecinaban en Europa, como fueron la Revolución industrial, o el Siglo de las luces. Pero no, nos tocó en suerte unos reyes nefastos que se lo gastaron todo en placeres y guerras religiosas, y, por cierto, una aristocracia ambiciosa y egoísta que solo querían pasarlo bien y presumir de holganza.
Está demostrado que cuando en un país la política, la sociedad o la economía va declinado, después de haberlo tenido todo, surgen las mejores ideas culturales. Debe ser así porque nos volvió a pasar cuando perdimos lo último que nos quedaba: Cuba, Filipinas y Puerto Rico. También ésa época, llamada La Generación del 98, se dieron los mejores artistas ¡Qué duda cabe que la melancolía aviva el ingenio artístico!. Las penas remueve conciencias e inspiraciones.
Son tantos los escritores, poetas, pintores, filósofos, militares, marinos, humanistas, etc., conocidos del Siglo de Oro, y su obra tan representada en todos los medios artísticos y culturales, que se me ha ocurrido rescatar una pequeña muestra de un excelente poeta de ese tiempo, pero tan desconocido que, apuesto pocos sabían de su existencia.
Se trata de Baltasar del Alcázar, sevillano para más señas y amigo de Velázquez. Vivió éste buen hombre entre los años 1530 y 1606, y murió de una enfermedad muy propia de la época, de gota. Y es que, creo, le gustó como nadie el buen yantar, la buena mesa, y la mejor cama. Expiró en Ronda. Nunca publicó nada.
La poesía se titula…Cena Jocosa…Si la leen entera sabrán el porqué del título.
En Jaén, donde resido,
vive don Lope de Sosa,
y diréte, Inés, la cosa,
más brava de él que has oído.Tenía este caballero
un criado portugués…
Pero cenemos, Inés,
si te parece, primero.La mesa tenemos puesta,
lo que se ha de cenar junto,
las tazas del vino a punto:
falta comenzar la fiesta.Comience el vinillo nuevo
y échale la bendición;
yo tengo por devoción
de santiguar lo que bebo,Franco, fue, Inés, este toque,
pero arrójame la bota;
vale un florín cada gota
de aqueste vinillo aloque.¿De qué taberna se trajo?
Mas ya…, de la del Castillo
diez y seis vale el cuartillo
no tiene vino más bajo,Por nuestro Señor, que es mina
la taberna de Alcocer;
grande consuelo es tener
la taberna por vecina.Si es o no invención moderna,
vive Dios que no lo sé,
pero delicada fue
la invención de la taberna.Porque allí llego sediento,
pido vino de lo nuevo,
mídenlo, dánmelo, bebo,
págolo y voyme contento.La ensalada y salpicón
hizo fin: ¿qué viene ahora?
la morcilla, ¡oh gran señora,
digna de veneración!¡Qué oronda viene y qué bella!
Qué través y enjundia tiene!
paréceme, Inés, que viene
para que demos en ella.Pues, sus, encójase y entre
que es algo estrecho el camino,
no eches agua, Inés, al vino
no se escandalice el vientre,Mas di, ¿no adoras y aprecias
la morcilla ilustre y rica?
¡Cómo la traidora pica;
tal debe tener especias!¡Qué llena está de piñones!
morcilla de cortesanos,
asada por esas manos
hechas a cebar lechones.El corazón me revienta
de placer; no sé de ti.
¿Cómo te va? Yo, por mí,
sospecho que estás contenta.Alegre estoy, vive Dios;
mas oye un punto sutil.
¿No pusiste allí un candil?
¿Cómo me parecen dos?Pero son preguntas viles;
ya sé lo que puede ser:
con este negro beber
se acrecientan los candiles.Probemos lo del pichel,
alto licor celestial;
no es el aloquíllo tal,
ni tiene que ver con él.¡Qué suavidad! ¡Qué clareza!
¡Qué rancio gusto y olor!
¡Qué paladar! ¡Qué color!
¡Todo con tanta fineza!Mas el queso sale a plaza
la moradilla va entrando,
y ambos vienen preguntando
por el pichel y la taza.Prueba el queso, que es extremo
el de Pinto no le iguala;
pues la aceituna no es mala
bien puede bogar su remo.Haz, pues, Inés, lo que sueles,
daca de la bota llena
seis tragos; hecha es la cena,
levántense los manteles,Ya que, Inés, hemos cenado
tan bien y con tanto gusto,
parece que será justo
volver al cuento pasado.Pues sabrás, Inés hermana,
que el Portugués cayó enfermo…
Las once dan, yo me duermo,
quédese para mañana.
Joaquín
¡Preciosa, la poesía es preciosa!
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