sábado, 18 de enero de 2025

Me mintió sobre su primera vez

                                                                


Aquella tarde más que conversar susurrábamos.. la llevaba cogida por la cintura.. hacía poco que nuestro romance había empezado y andábamos tontos, ¡era el amor!. Recuerdo especialmente el instante en que me dijo:

--Está bien, Joaquín, te creo eso de que soy tu primera novia y me pone contenta, pero dime la verdad, ¿nunca antes habías besado a una mujer?

Me pilló... de pronto no supe qué contestarle. Ella era la primera, pero tampoco quería quedar como un imbécil

--Sí, ya he besado alguna vez---le mentí

--¿Quién era? -preguntó ella expectante.

Intenté explicárselo, pero no sabía cómo. Íbamos paseando por las afueras del pueblo, camino de la fuente de La Miranda, un manantial de aguas intermitentes por dónde había transcurrido gran parte de mi juventud.

La brisa fina, antes tan buena, al sol del mediodía se había tornado árida y caliente, y al entrarme por la nariz me secaba la garganta; me dio sed. Debió ser por el acaloramiento de no saber qué decirle, el caso es que me salvó la fuente

Sí, me salvó la fuente, porque me agaché, cerré los ojos, entreabrí los labios y los acerqué al orificio de donde chorreaba el agua, bebí, pero al abrir los ojos vi los ojos de la estatua que me miraban fijamente, era la estatua de una mujer, y era de la boca de la mujer de donde salía el agua. Me acordé entonces de que, hacía años, en mi primer sorbo había sentido realmente un contacto húmedo con aquellos labios. El amor había chorreado de aquella boca hacía mi boca, y yo la había besado. Di un paso hacia atrás y dejé que ella bebiera. Luego le mentí otra vez sobre mi primer beso, le conté una historia parecida, pero de carne y hueso.. 

Tenía quince años..







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