Amo esta calle, acaso porque en ella subsiste
no sé qué somnolencia de arrabal provinciano;
pero a veces la odio, porque, aunque siempre es triste,
me parece más triste cuando te espero en vano.
--J. A. Buesa--
Existen muchas clases de personas; las vemos y tratamos a diario. A todas ellas se me ocurre englobarlas en dos grandes grupos, las Malvadas y las Buenas.
Los Malvados ya sabemos lo que son. Son aquellas personas que se complacen en dañar al prójimo. No hay mayores comentarios.
Y luego están los Buenos. Pero, claro, a estos aún podríamos diferenciarlos en dos subclases de tipos: los Buenos Hombres y los Hombres Buenos. ¡Ah! ¿Qué os parecen lo mismo? Pues no corrais tanto, que no son la misma cosa. Veréis:
Un Hombre Bueno es aquel que no desconfía de nadie, que ayuda a todo el que le pide y que responde a todo con la mayor sonrisa. Es incapaz decir que no a nada.
El Buen Hombre, sin embargo, no dice que sí a todo lo que le plantean. Antes de eso analiza el caso con sus pros y sus contras y decide después de esto. El Buen Hombre no se ve obligado a decir que sí a todo; no va tratar de perjudicar a otros, por supuesto, pero nunca va a poner en peligro su estabilidad y la de los suyos por no saber decir que no.
Así que, tomad nota: el Hombre Bueno es presa fácil de todos los malandrines que pululan por sus alrededores. Las fieras le saltan a la yugular en cuanto pueden y él aún les pide perdón. En nuestra sociedad decirle a alguien que es un Hombre Bueno es casi decirle que es un tonto.
Por cierto, después de haber sido un Hombre Bueno casi toda mi vida, finalmente la experiencia me indicó que era mejor ser un Buen Hombre. Es decir aquel que no quiere perjudicar a nadie, que ayuda si puede pero que no lo torean, sino que se hace respetar.
En fin, ¿Algún hombre Hombre Bueno en la sala, o Mujer? Es para quitarle la idea.😅😅😅
También está el Hombre Pobre y el Pobre Hombre, pero de esto hablaremos mañana.
Joaquín
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