domingo, 7 de julio de 2019

Qué menos que recordarte, Arturo..



¡Y tan joven, y ya tan desgraciada!
Espíritu indomable, alma violenta,
en ti, mezquina sociedad, lanzada
a romper tus barreras turbulenta.
Un recuerdo de amor que nunca muere
y está en mi corazón; un lastimero
tierno quejido que en el alma hiere,
eco suave de su amor primero;
¡ay!, de tu luz en cuanto yo viviere,
quedará un rayo en mi, blanco lucero,
que iluminaste con tu luz querida
la dorada mañana de mi vida.
¡Pobre Teresa! Cuando ya tus ojos
áridos ni una lágrima brotaban;
cuando ya su color tus labios rojos
en cárdenos matices se cambiaban.
(Espronceda)


No era un número uno, cierto..Tampoco un Alfredo Landa ni un José Luis López Vázquez, ¡qué le vamos hacer!, pero siempre tuvo su espacio en la escena.. Murió Arturo Fernández hace un par días y a nadie sorprendió demasiado. Creo que todos más o menos lo esperábamos, tenía ya 90 años..
Recuerdo haber comentado con alguien hace poco viéndolo en alguna entrevista, y a pesar de la vitalidad que aun desprendía, la poca esperanza que tenia en su futuro ¿Que futuro podemos esperar de un hombre de 90 años? Pero él seguía a lo suyo, haciendo planes; murió como aquel que dice con las botas puestas.. Un cáncer de estómago se lo llevó por delante..
Arturo Fernández, este gijonés de antes de la guerra hacía películas desde 1951, es decir, ocho años antes de que yo naciera él ya estaba interpretando. Bien es verdad que pocas veces de protagonista; en la mayoría de ellas hizo de secundario o compartió estrellato con otros.. Su última película, creo, fue en el 2006.. No obstante a raíz de “Truhanes” en la que trabajó con Paco Rabal se le encasquetó el papel de elegante y exquisito galán y la cosa le vino ya rodada.. Con ese perfil interpretó infinidad de series de televisión y obras de teatro, y es por lo que ha llegado a ser más conocido.... Su fama ha llegado tan lejos en España que, estoy seguro que cualquiera de nosotros asociamos elegancia en el vestir y finos ademanes con Arturo Fernández..
De todas maneras y a pesar de que todos los que le conocieron afirman que fue un hombre cabal e integro, sobre todo con sus compañeros de profesión, su faceta de conquistador se quedaba solo para el gran público. Él supo y explotaba ese, digamos apetecible sambenito de Don Juan, pero en su vida privada, que se sepa, solo tuvo dos mujeres, que fueron las que le hicieron pasar por la vicaria..
Yo fui a verlo tres veces al teatro y, reconociendo que el éxito depende no sólo del actor, sino también del guión, su última función de “Alta Seducción” que aun representaba semanas antes de morir y que yo vi hace unos meses, fue la mejor de todas.. Siempre merecía la pena verlo actuar en directo.. Que conste, yo he sido testigo de ello, del llenazo de publico que hacía a diario durante dos años seguidos en el teatro Amaya de Madrid, escenario de sus grandes éxitos..
A Arturo le costaba envejecer. Imagino su sufrimiento al cumplir tantos años e ir contemplando su paulatino deterioro físico.. Según su mujer, tanto se resistía a perder lozanía que varias veces pasó por quirógrafo a retocarse... Miren hasta qué punto llegaba su coquetería que contaba ésta que hace unas semanas mientras cenaban en un restaurante unas chicas se acercaron a él y le pidieron hacerse unas fotos juntos.. Él, encantado y satisfecho de su aún buen ver, hasta que una de ellas le dijo que su abuela era muy fan suyo; a partir de ahí se vino abajo..
En fin, descanse en paz Arturo Fernández. Cada vez son menos los que quedan de aquella época dorada, para nosotros, de nuestro cine.. No sé cuántos sobreviven ya, pues cada año se nos van unos cuantos.. Me estaba acordando de Carmen Sevilla, Conchita Velasco o José Sacristán, los últimos de Filipinas; Dios los guarde muchos años... Aunque siempre nos quedarán sus películas para verlas una y otra vez..
Joaquín Yerga

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