Sólo tú mi secreto no conoces,
por más que el alma con latido ardiente,
sin yo quererlo, te lo diga a voces.
Y acaso has de ignorarlo eternamente,
como las ondas de la mar veloces
la ofrenda ignoran que les da la fuente.
--M. de Palacio-- (siglo XIX)
Si os da por pasar por la Puerta del Sol de Madrid un sábado por la tarde, iros preparando para un embotellamiento humano. Quizás sean docenas o cientos de miles los transeúntes que, en riadas, bajan o suben por las nueve calles que le sirven de aliviadero.
Aquel día subíamos mi amiga y yo paseando por la calle Alcalá (siempre la menos concurrida de las nueve) desde Cibeles, y al llegar a la Puerta del Sol, justo a la altura de la antigua Casa de Correos (donde el reloj de las uvas de nochevieja) quise hablarle de unas casas de citas de las llamadas Mancebías que proliferaban antaño en este lugar.
--Joaquín, ¿tú crees que con tanta gente empujando es momento de hablarme de historias pasadas?----se quejó casi a voces, pues el ruido era ensordecedor--
La cogí por el talle, sonriendo y casi la obligué a refugiarnos en la misma puerta de entrada al edificio, debajo del mismo reloj. Desde allí veíamos la multitud pasar, y desde allí le seguí contando..
--Aquí donde estamos---le insistí---se ubicaban aquellas casas de citas, donde ejercían la prostitución chicas moras y negras, puesto que a las cristianas se les tenían prohibido. Y fíjate, a esas casas de mancebía para que no hubiera dudas y no confundirlas con las “decentes”, se les obligaba por ley a colocar una rama de olivo en los balcones.. De ahí lo de rameras---le dije desahogándome ufano---
--Muy interesante, Joaquín, pero, a ver cómo salimos de aquí, jejeje----sonrió nerviosa ante tanta gente---
--No te asustes. Mira, ya parece que se ven huecos----le respondí señalándole lugares menos concurridos--
Teníamos pensado bajar por la calle Arenal y llegar hasta la plaza de Ópera, para luego dar la vuelta en la de Oriente y volver por la calle Mayor que, con tanta gente nos iba a costar más tiempo. Aún permanecimos un rato bajo el reloj; rato que aproveché para terminar de contarle la historia.
--Pues si----continué---en la Edad Media, época de la que te hablo, a pesar de las obligaciones religiosas, la sociedad era muy permisiva con la prostitución. El mismo San Agustín decía que estos oficios eran necesarios so pena de convertirse intolerable la convivencia--
--Jajaja, empezaste con la muralla y ya vas por San Agustín----bromeó mi amiga----dicen que es el oficio más antiguo del mundo, por algo será, Joaquín--
--¿Pero a que no sabes quienes eran los más promiscuos en aquella devota sociedad?---le pregunté de manera retorica puesto que me iba a contestar yo mismo----¡los clérigos!-- --le dije rotundo----entre otras cosas porque era la profesión más abundante. Muchos se metían curas para tener el pan asegurado. Mira----proseguí----llegó haber tantos hijos de sacerdotes que incluso sacaron una ley especial para legitimarlos--
Me pareció ver a mi amiga entrar más en el tema. No sé, noté que ponía más intención. Así que le di la mano para no perderla entre la multitud, cruzamos la plaza y llegamos la calle Arenal y, andando andando, le fui contando..
--Llegaron a abundar tanto los hijos ilegítimos----le pormenoricé con detalles----que existían un montón de reglas y códigos para distinguirlos, por ejemplo---y me explayé con ella:---
Hijos legítimos..--Los habidos en el matrimonio legal.
Hijos adoptivos.-- Los hijos adoptados
Hijos naturales..--Hijos de padre y madre solteros pero que viven juntos
Hijos notos.-- Hijos de padres solteros que no viven juntos
Hijos espurios.-- De madre soltera y padre desconocido
Hijos bastardos..--De madre soltera y padre casado.
Hijos Manzeres.-- De madre casada y padre soltero
Hijos adulterinos.-- Los habidos de mujer casada con otro hombre casado
Hijos sacrílegos.-- Los habidos por sacerdotes o por monja profesa.. Estos eran los más numerosos, créetelo, jajaja
Hijos incestuosos.-- Los habidos entre parientes cercanos.
Hijos nefarios.-- Los habidos entre padre e hija, o madre e hijo
Hijos expósitos.-- Los habidos de padre y madre desconocidos
Llegado aquí paré, pero había algunos más. Quedó sorprendida por mi buena memoria. Terminé diciéndole que entre la calle Mayor y la de Carretas, donde ahora abundan hoteles, tiendas de moda y turistas, los antiguos madrileños, más pillos, se solazaban en las mancebías. Ella sonrió y me dijo-
--¡Quién lo iba a decir, Joaquín, lo que ahora es el centro de Madrid, eran antes las afueras y el barrio chino, jeje!---
--Cuando la ciudad fue creciendo se llevaron aquellas mancebías a las afueras----le dije----al camino que iba de Madrid a los conventos de San Jerónimo y de Atocha. Pero no tardaron mucho los abades de esos cenobios en quejarse porque, ¡¡los frailes tardaban demasiado en volver cuando le mandaban a la ciudad a hacer algún recado!! jajaja--
Llegamos, a fuerza de empujones y apreturas, a la Plaza de Oriente que al ser más grande había más desahogo y se podía respirar. Luego entramos en la Catedral de la Almudena y regresamos por la calle Mayor. Ya se notaba menos gente..
Joaquin
calle Alcalá, por donde subimos desde Cibeles
Puerta del Sol, el sábado del relato
Plaza de Oriente y el Teatro Real a la dcha. de la foto
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