sábado, 19 de noviembre de 2016

Con la iglesia hemos topado.





Amiga..
Lo que es la vida; tú y yo que nos quisimos tanto,
disimulamos ahora en público nuestro pasado.
Nosotros, tan prudentes delante de la gente,
fuimos volcanes en erupción en otro tiempo.
¡Ay, si supieran las veces que amaneciste 
en mis brazos!
¡Ay, si entendieran la necesidad que tenía 
de tus besos!
Pero, aparentemos discreción. Qué saben ellos..
.. Joaquín--


Qué duda cabe que la religión en el mundo va perdiendo fuelle poco a poco, sin prisas pero de manera inexorable. Lo que no estoy tan seguro es si eso es bueno o no.
Hubo un tiempo en el que la religión lo era todo en la vida de las personas. Lo absorbía todo y se vivía sólo para ella. Estoy hablando, por supuesto, de las diferentes formas de creencias que en el mundo han sido, desde los antiguos egipcios hasta hace unas cuantas décadas. Los dioses en general y el Dios de Abraham, en particular, para nosotros, fueron el centro de atención y devoción a lo largo y ancho de todo nuestro pasado. 
Está claro que el ser humano ha necesitado desde siempre pensar que más allá de la vida había algo más, que no todo se acaba al morir. Y es lógico que así fuera, pues a medida que íbamos evolucionando y fuimos conscientes de nuestro papel en el universo, nos urgía pensar que no todo consistía en vivir miserablemente y después morir, sin más. Llegamos, incluso, a la conclusión de que no tenía sentido todo éste tinglado terrenal para luego nada, así que nos inventamos un mundo idílico, perfecto, allende la eternidad, en donde todos los hombres viviríamos eternamente en felicidad y armonía..
Claro que para llegar alcanzar ese paraíso celestial habría que acatar unas normas que nos inventamos nosotros mismos, y que de paso nos servirían para poder convivir aquí en la tierra y no devorarnos los unos a los otros. Si miramos detenidamente el asunto llegaremos a la conclusión de que era imprescindible hacerlo así, de lo contrario la humanidad no hubiésemos llegado al siglo XXI en perfecto estado de revista, o casi.
Los egipcios, que eran muy prácticos ellos, se hacían enterrar con las maletas llenas. Junto al cadáver se colocaban enseres, viandas, joyas etcétera para así poderlos utilizar durante el transito al más allá, y hacérselo, de paso, mas llevadero ¡Qué ilusos!
Los griegos, que aparecieron para la historia seiscientos años antes de fenecer el último faraón (Cleopatra), se inventaron unos dioses con apariencia humana y con los mismos defectos o más, que nosotros. Eso sí, con poderes omnímodos. Tenían éstos dioses tantas imperfecciones y vicios que la mayoría de las tragedias y leyendas griegas antiguas están fundamentadas en sus vidas. ¡Qué ingenuos!..
Corriendo el tiempo y después de los griegos, los romanos, pragmáticos donde los haya tenían sus propios dioses, muchos de ellos copiados de los griegos, aunque le cambiaron los nombres. Y mira si eran listos que sabiendo que en asuntos de fe los hombres siempre se han dado de mamporros, pues en ésto de la religión a los pueblos sometidos por ellos les dejaban hacer, no se inmiscuían. Aunque, eso sí, los freían a tributos y les exigían reclutas para integrarlos en sus legiones Acordémonos de lo que decían los evangelios: "Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios". Y todos tan a gusto. ¡Qué prácticos ellos!..
En la Edad Media se dio un retroceso general en progreso y civilización en Europa. Al entrar en ella los bárbaros del norte se fastidió todo. El comercio entre ciudades y el intercambio de mercancías, que los romanos habían creado se fue al traste porque los asaltos y saqueos de aquellos lo impedían. Fue una época oscura, sobre todo al principio. Más tarde los invasores se fueron asentando en las diferentes zonas y adoptaron el cristianismo que ya alboreaba en el Imperio Romano. 
En España en ésta época fueron los visigodos los que más pudieron, pero éstos eran más terrenales y carnales que místicos. Recuerden que no había rey que dos años durase. En la corte visigoda el veneno y los puñales campaban por sus respetos. Recuerden la famosa y extensa lista de los reyes godos y cuán larga era para el poco tiempo que reinaron. ¡Qué torpes!..
Los árabes, después, hicieron una buena componenda entre devoción y placer, pues si bien erigieron hermosas mezquitas para complacer lo primero, no es menos cierto que se lo pasaron pipa zascandileando con las atractivas esclavas cristianas. Muchos de los bucólicos romances y las jarchas poéticas que nos han llegado de ésa época están basadas en las aventurillas mixtas entre árabes y cristianos. Me los imagino correteando por las recoletas y tortuosas callejuelas cordobesas, o por las recargadas estancias de la Alhambra detrás de las cautivas. ¡Qué devotos!.
Pasado los siglos llegamos al final de la Edad Media (finalizada en 1450, con la caída de Constantinopla (Estambul) a mano de los turcos) y comienzo de la Edad Moderna. En España los reyes de la casa de Austria, Carlos I y su hijo Felipe II, marcaron de alguna manera nuestro destino como pueblo, digamos, de medio pelo.
Estos reyes, católicos a machamartillo, se empeñaron ellos solitos junto al papado en defender la fe católica, apostólica y romana del luteranismo que acababa de nacer en Europa. Para ello gastaron lo que tenían y más. Y lo que es más importante, nos dejaron siendo católicos a los del sur, cuando en el resto de continente adoptaron de lleno los nuevos aires del cristianismo (protestantismo) mucho más permisivos, actuales y acordes con los tiempos que se avecinaban. ¡Qué torpes!..
Al mero hecho de ser católicos y no protestantes le debemos que estemos mucho más atrasados en el sur que en el centro y norte de Europa. Decía el filósofo alemán Max Weber que el protestante no considera el trabajo y el ahorro un castigo, sino todo lo contrario. Los católicos en cambio creemos que es una mortificación por el pecado original. Debe ser por eso que miramos tal mal a los ricos, cuando los anglosajones los admiran como triunfadores. Aquí se nos una mezcla de envidia y menosprecio a los que hacen dinero y, casi, admiramos a los pobres por el mero hecho de serlos. En fin, ya lo dijo Jesucristo, “Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos”
Hoy en día, en esto de la fe y los dogmas la cosa ha cambiado afortunadamente, en la mayor parte del mundo, salvo grandes excepciones. En España más si cabe ¿Quién nos iba a decir hace tan solo un par de décadas que podríamos compatibilizar religión católica con aptitudes tales como: homosexualidad, divorcio, aborto, eutanasia, etc. etc.?
A pesar de los grandes avances de la ciencia, que incluso nos llega a decir que Dios no fue imprescindible para la creación del mundo, pueden ser perfectamente compatibles ambas opciones, Dios y Ciencia. Cada uno es libre de hacer de su capa un sayo. El asunto es estar en paz y a gusto consigo mismo. Ya nos lo sentenció Einstein una vez “El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir”...
Dicho queda...
Joaquín Yerga

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