Amiga..
Lo que es la vida;
tú y yo que nos quisimos tanto,
disimulamos ahora
en público nuestro pasado.
Nosotros, tan
prudentes delante de la gente,
fuimos volcanes en
erupción en otro tiempo.
¡Ay, si supieran
las veces que amaneciste
en mis brazos!
¡Ay, si
entendieran la necesidad que tenía
de tus besos!
Pero, aparentemos
discreción. Qué saben ellos..
.. Joaquín--
Qué duda cabe que la
religión en el mundo va perdiendo fuelle poco a poco, sin prisas
pero de manera inexorable. Lo que no estoy tan seguro es si eso es
bueno o no.
Hubo un tiempo en el
que la religión lo era todo en la vida de las personas. Lo absorbía
todo y se vivía sólo para ella. Estoy hablando, por supuesto, de
las diferentes formas de creencias que en el mundo han sido, desde
los antiguos egipcios hasta hace unas cuantas décadas. Los
dioses en general y el Dios de Abraham, en particular, para nosotros,
fueron el centro de atención y devoción a lo largo y ancho de todo
nuestro pasado.
Está claro que el
ser humano ha necesitado desde siempre pensar que más allá de la
vida había algo más, que no todo se acaba al morir. Y es lógico
que así fuera, pues a medida que íbamos evolucionando y fuimos
conscientes de nuestro papel en el universo, nos urgía pensar que no
todo consistía en vivir miserablemente y después morir, sin más.
Llegamos, incluso, a la conclusión de que no tenía sentido todo
éste tinglado terrenal para luego nada, así que nos inventamos un
mundo idílico, perfecto, allende la eternidad, en donde todos los
hombres viviríamos eternamente en felicidad y armonía..
Claro que para llegar
alcanzar ese paraíso celestial habría que acatar unas normas que
nos inventamos nosotros mismos, y que de paso nos servirían para
poder convivir aquí en la tierra y no devorarnos los unos a los
otros. Si miramos detenidamente el asunto llegaremos a la conclusión
de que era imprescindible hacerlo así, de lo contrario la humanidad
no hubiésemos llegado al siglo XXI en perfecto estado de revista, o
casi.
Los egipcios,
que eran muy prácticos ellos, se hacían enterrar con las maletas
llenas. Junto al cadáver se colocaban enseres, viandas, joyas
etcétera para así poderlos utilizar durante el transito al más
allá, y hacérselo, de paso, mas llevadero ¡Qué ilusos!
Los griegos,
que aparecieron para la historia seiscientos años antes de fenecer
el último faraón (Cleopatra), se inventaron unos dioses con
apariencia humana y con los mismos defectos o más, que
nosotros. Eso sí, con poderes omnímodos. Tenían éstos dioses
tantas imperfecciones y vicios que la mayoría de las tragedias y
leyendas griegas antiguas están fundamentadas en sus vidas. ¡Qué
ingenuos!..
Corriendo el tiempo y
después de los griegos, los romanos, pragmáticos donde
los haya tenían sus propios dioses, muchos de ellos copiados de los
griegos, aunque le cambiaron los nombres. Y mira si eran listos que
sabiendo que en asuntos de fe los hombres siempre se han dado de
mamporros, pues en ésto de la religión a los pueblos sometidos por
ellos les dejaban hacer, no se inmiscuían. Aunque, eso sí, los
freían a tributos y les exigían reclutas para integrarlos en sus
legiones Acordémonos de lo que decían los evangelios: "Dad al
Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios". Y todos
tan a gusto. ¡Qué prácticos ellos!..
En la Edad
Media se dio un retroceso general en progreso y civilización
en Europa. Al entrar en ella los bárbaros del norte se fastidió
todo. El comercio entre ciudades y el intercambio de mercancías, que
los romanos habían creado se fue al traste porque los asaltos y
saqueos de aquellos lo impedían. Fue una época oscura, sobre todo
al principio. Más tarde los invasores se fueron asentando en las
diferentes zonas y adoptaron el cristianismo que ya alboreaba en el
Imperio Romano.
En España en ésta época fueron los visigodos los que más
pudieron, pero éstos eran más terrenales y carnales que místicos.
Recuerden que no había rey que dos años durase. En la corte
visigoda el veneno y los puñales campaban por sus
respetos. Recuerden la famosa y extensa lista de los
reyes godos y cuán larga era para el poco tiempo que reinaron.
¡Qué torpes!..
Los árabes,
después, hicieron una buena componenda entre devoción y placer,
pues si bien erigieron hermosas mezquitas para complacer lo primero,
no es menos cierto que se lo pasaron pipa zascandileando con
las atractivas esclavas cristianas. Muchos de los bucólicos
romances y las jarchas poéticas que nos han llegado de ésa época
están basadas en las aventurillas mixtas entre árabes y cristianos.
Me los imagino correteando por las recoletas y tortuosas
callejuelas cordobesas, o por las recargadas estancias de la Alhambra
detrás de las cautivas. ¡Qué devotos!.
Pasado los siglos
llegamos al final de la Edad Media (finalizada en 1450, con la caída
de Constantinopla (Estambul) a mano de los turcos) y comienzo de la
Edad Moderna. En España los reyes de la casa de Austria,
Carlos I y su hijo Felipe II, marcaron de alguna manera nuestro
destino como pueblo, digamos, de medio pelo.
Estos reyes,
católicos a machamartillo, se empeñaron ellos solitos junto al
papado en defender la fe católica, apostólica y romana del
luteranismo que acababa de nacer en Europa. Para ello gastaron lo que
tenían y más. Y lo que es más importante, nos dejaron siendo
católicos a los del sur, cuando en el resto de continente adoptaron
de lleno los nuevos aires del cristianismo (protestantismo) mucho más
permisivos, actuales y acordes con los tiempos que se avecinaban.
¡Qué torpes!..
Al mero hecho de ser
católicos y no protestantes le debemos que estemos mucho más
atrasados en el sur que en el centro y norte de Europa. Decía el
filósofo alemán Max Weber que el protestante no
considera el trabajo y el ahorro un castigo, sino todo lo contrario.
Los católicos en cambio creemos que es una mortificación por
el pecado original. Debe ser por eso que miramos tal mal a los ricos,
cuando los anglosajones los admiran como triunfadores. Aquí se nos
una mezcla de envidia y menosprecio a los que hacen dinero y, casi,
admiramos a los pobres por el mero hecho de serlos. En fin, ya lo
dijo Jesucristo, “Es más fácil que un camello entre por el ojo de
una aguja que un rico entre en el reino de los cielos”
Hoy en día, en esto
de la fe y los dogmas la cosa ha cambiado afortunadamente, en la
mayor parte del mundo, salvo grandes excepciones. En España más si
cabe ¿Quién nos iba a decir hace tan solo un par de décadas que
podríamos compatibilizar religión católica con aptitudes tales
como: homosexualidad, divorcio, aborto, eutanasia, etc. etc.?
A pesar de los
grandes avances de la ciencia, que incluso nos llega a decir que Dios
no fue imprescindible para la creación del mundo, pueden ser
perfectamente compatibles ambas opciones, Dios y Ciencia. Cada uno es
libre de hacer de su capa un sayo. El asunto es estar en paz y a
gusto consigo mismo. Ya nos lo sentenció Einstein
una vez “El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la
ciencia logra abrir”...
Dicho queda...
Joaquín
Yerga
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