lunes, 14 de noviembre de 2016

Con todo el cariño...





Al alcalde de Blanes (Gerona) D. Miguel Lupiañez, (del PSC y granaino de nacimiento) porque según su opinión, los catalanes como él tienen derecho a organizar un referéndum ilegal, pues le asiste el convencimiento divino de ser como los daneses, (progres y modernos). Mientras, los del resto de España seríamos más bien atrasados, como los marroquíes.


Lánzame a los lobos y me veras liderando la manada.


El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria, cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. A menudo da pruebas de excelente madera humana, pero de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. E introduciría su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir, su falta de mentalidad.
Estas duras e injustas palabras las escribió hace unos años por motu proprio y sin que nadie le preguntara, Jordi Pujol, expresidente de Generalidad de Cataluña.; fue presidente durante muchos años. Las leí hace unos meses, aparecían  en la contraportada de un periódico de tirada nacional. Están redactadas tal y como él las dictó, no he quitado ni añadido ninguna coma. Después, avanzando su lectura pude ir comprobando estupefacto otras barbaridades del mismo estilo dichas por otros eminentes políticos. Todos primos hermanos de sangre que no necesariamente de partido, del amigo Jordi, El molt Honorable. Ahora por cierto, investigado por ratero a gran escala.
Imagino que el contexto general del escrito iba en plan de queja o de temor ante la entrada masiva de emigrantes andaluces a Cataluña. Y que este hecho provocara un descenso del sentir catalán: en su cultura, en su idioma y en sus costumbres; y por el contrario se fuera imponiendo el gracejo andaluz en las Ramblas de las flores, de Barcelona o en el Ampurdán de Gerona, por decir algo.
La lectura de estos exabruptos de algunos catalanes de vida pública me ha dado pié a expresar mi solidaridad y comprensión con esta región nuestra, tan querida por una parte, y tan vilipendiada por otra. En cualquier caso vaya por delante que, en una proporción nada desdeñable, Andalucía es España, y viceversa.
Deglutiendo malamente el criterio que de Andalucía tienen algunos catalanes, según la lectura anterior, comprendo que se hayan esforzado en adoctrinar a inmigrantes, pero me sorprende sobremanera cómo una parte del millón de andaluces y sus descendientes residentes en Cataluña hayan entrado por el aro del nacionalismo rancio tan fácilmente. Es más, hoy en día simpatizan y votan a partidos nacionalistas o filo-independentistas ¿Cómo consienten que estas gentes les hagan indisponerse con la tierra de sus antepasados hasta el punto de desear independizarse de ella?.
Comprendo y acepto que se le pueda coger cariño desmedido a la tierra que un día ya lejano los acogió y les regaló un proyecto de vida mejor, aunque ellos se beneficiaran de mano de obra barata y abundante. Y asumo que pasado el tiempo se valore y acomode a las costumbres de esa tierra, pero no hasta el punto de infravalorar cuando no menospreciar el país de tus padres. Llegados a ese punto se pierde la dignidad como hombre y hace que las palabras de Pujol tengan algún sentido.
Alguien dijo una vez que la memoria histórica de los españoles es muy frágil. Contemplando algunas acciones de esta nueva ornada de jóvenes políticos allá en Cataluña, pero descendientes del sur y noroeste de España, me lo creo a pies juntillas. No saben ellos que los políticos de allí, los de rancio abolengo, es decir, los de cinco apellidos catalanes, los utilizan de esa manera que ahora suelen llamar, tontos útiles. Ellos saben que solo con los payeses y los del barrio de Gracia de Barcelona no dan suficientes votos como para pedir la independencia, para eso necesitan la aquiescencia de parte de los emigrantes debidamente alentados contra su antigua patria.
Me quito el sombrero ante la inteligencia y el saber hacer de la vieja burguesía y de la nueva clase política catalana, por la manera tan efectiva de convertir en unos pocos años a los: pepes, juanes o franciscos en  Josep, Joan,  o Francesc. Al paso que van dentro de una década les harán creer que descienden directamente de Vifredo, El Velloso. Y que sus abuelas, lo que bailaban de jóvenes era realmente la sardana, y no la jota aragonesa o sevillanas corraleras. Aunque me temo que sólo les serán útiles hasta alcanzar la tan ansiada independencia. En cuanto lo consigan, si no acaban de adaptarse, quizás hagan lo mismo que el bocazas de Trump con los mexicanos, ponerlos en la frontera con Aragón.
Tal vez esté escribiendo este artículo de manera precipitada, y me falte por tanto un poco de sosiego para comprender qué lleva a un tipo, llamado Rufián de apellido y de padres jiennenses a ser dirigente de un partido como ERC, creado ex profeso para alentar la independencia de España. Un tipo faltón y sin escrúpulos, alentado convenientemente por nacionalistas para despotricar de manera inmisericorde contra todo lo que huela a español, aunque se disfrace de antifascista. ¿Qué pensará éste y otros como él, cuando en las escuelas, universidades y otros ámbitos, solo escuchen y lean las hazañas de los catalanes en la historia y obvien por completo la historia y el pasado de sus ancestros? ¿Se sentirán como el convidado de piedra?
Cualquiera que mire las listas electorales de partidos, como el antiguo partido de Pujol, o ERC, comprobará que la inmensa mayoría de sus dirigentes son catalanes de pura cepa. Tan solo y a última hora, aprovechando las circunstancias están introduciendo algunos con apellidos castellanos, como el mencionado Rufián, para hacer creer al personal que no son xenófobos.
Está claro que sin los de apellido catalán nunca serian mayoría, y eso les hace acelerar la conversión de esa parte de antiguos andaluces o extremeños para conseguirlo (ahora lo ven más cerca) Aunque para eso tengan que utilizar de manera torticera, balanzas fiscales, desagravios, robos infundados, o propaguen al mundo que, Catalonia is not Spain. Da igual, todo sea por la causa. Afortunadamente todavía quedan muchos que, aun teniendo ideas de izquierdas o liberales, sus simpatías, digamos, por partidos  nacionales nos hacen albergar esperanzas.
Apañados estaríamos si cada vez que una región se sintiera agraviada por infra-financiacion, lo primero que se le ocurra es separarse. Que no le cuenten milongas, Cataluña tiene las mismas oportunidades que el resto. Si no las aprovechan por su mala gestión, eso es un problema exclusivamente suyo. Por favor, ¡Basta ya de envolverse en la bandera ante cualquier incompetencia!.
Dicho queda…
                                       Joaquín Yerga
                                       14/11/2016



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