Amiga...
Hoy mi cielo es más azul.
Las nubes negras que
amenazantes
cubrían el horizonte invernal
de Madrid
las percibo como espuma blanca
que acurrucan mis fantasías..
Esta mañana me he
cruzado contigo.
Y no me has vuelto la cara,
incluso me has sonreído..
--Joaquín--
Para que vean la de vueltas que da
la vida y la de tonterías que hacemos los seres humanos cuando el
desconocimiento, el atraso y el fanatismo señorea en nuestras
cabezas; hace unos 1.600 años a muchos le dio por imitar a
Jesucristo cuando estuvo aquellos cuarenta días y cuarenta noches
ayunando en el desierto, pero lo inverosímil es que lo hacían yendo
mucho más lejos que él en el sacrificio. Les cuento...
Sobre el siglo V, cuando el
cristianismo aún estaba en pañales, sin reglas, y cada uno hacía
de su capa un sayo, surgieron en Egipto, a la orilla del Nilo, los
primeros conventos. Hubo un monje que agrupó a los centenares de
ascetas, (tipos que por su cuenta dejaban lo que tenían:
propiedades, familia y bienes y con lo puesto se iban al desierto o
lugres apartados a vivir en absoluta soledad y miseria entregados
absolutamente a Dios); Pacomio, se llamaba éste monje; él
fundó el primer cenobio y él le dio algunas normas básicas para
que, dentro de su estricta pobreza y recogimiento, al menos pudieran
vivir en comunidad.
Tenemos datos fiables de la
vida que llevaban muchos de esos primeros hombres que se lanzaron al
desierto a imitar la vida de Jesús, y algunos son sobrecogedores.
Uno de los más conocidos fue Simón Estilista, un tipo nacido
en Siria en el año 389 que vivía en una cisterna, donde se
encerraba sin alimentos durante la cuaresma. Se enganchaba a una
cadera que le impedía moverse más de unos metros. Algunos testigos
afirmaban que el hueco entre la piel y la cadena estaba infectado de
gusanos. El resto de los días del año se subía a una columna de
veinte metros de altura y sobre una plataforma se postraba de
rodillas 1.244 veces al día. Sobre una canasta le subían el escaso
mendrugo de pan diario. Falleció en el año 459 después de haber
pasado treinta y siete años subido en la columna. ¡Ya son ganas!..
Esta costumbre de pasarlas canutas
voluntariamente, creyendo imitar así los sufrimientos de Cristo, se
extendió luego por muchos lugares, llegando a haber miles de ellos
viviendo en el campo en la más estricta penuria y penitencia.
Tenemos constancia también de San Hilarión, que comía
exclusivamente media medida de lentejas diaria. De otro tipo sabemos
que cargó voluntariamente durante más de treinta años con una
barra de hierro, así evitaba tentaciones --pensaba. Otro inventó
una celda que le obligaba a vivir doblado toda su vida. Algunos
vivieron encaramados a arboles. Se sabe de tipos que vivían desnudos
y semisalvajes en el campo comiendo raíces y semillas. En fin, y
todo esto lo hacían pensando hacer un bien por su fe..
Mas tarde se fueron reagrupando en
monasterios. Allí cultivaban la tierra y se hacían
auto-suficientes, dedicando su vida al trabajo y la oración, pero
para eso tuvo que venir San Benito en el siglo VI, e idear sus
famosas reglas benedictinas, que fueron la base de todos los
monasterios que vinieron después..
Los monasterios a partir de un
tiempo fueron lugares dónde los hombres y mujeres (también las
había) vivían más o menos bien para lo que eran los tiempos;
oraban, estudiaban y comían de manera decente, dentro de su
humildad, pero de los primeros que se fundaron tenemos datos de su
extremo ascetismo. Por ejemplo, en una reunión de abates de
distintos monasterios en la Galia presidida por San Martín,
sobre el año 397, en la que el menú consistía en: tres aceitunas,
cinco guisantes secos, dos ciruelas pasas y un higo, más un poco de
sal por barba.. Ya me dirán. Claro que poco a poco estas penurias de
los primeros monjes fueron pasando con los siglos a atracones,
excesos, y fornicio de muchos..
Joaquín
No hay comentarios:
Publicar un comentario