miércoles, 24 de junio de 2020

Cuando no hay cabeza..




Amiga...
Hoy mi cielo es más azul.
Las nubes negras que amenazantes
cubrían el horizonte invernal de Madrid
las percibo como espuma blanca
que acurrucan mis fantasías..
Esta mañana me he cruzado contigo. 
Y no me has vuelto la cara,
incluso me has sonreído..
--Joaquín--


Para que vean la de vueltas que da la vida y la de tonterías que hacemos los seres humanos cuando el desconocimiento, el atraso y el fanatismo señorea en nuestras cabezas; hace unos 1.600 años a muchos le dio por imitar a Jesucristo cuando estuvo aquellos cuarenta días y cuarenta noches ayunando en el desierto, pero lo inverosímil es que lo hacían yendo mucho más lejos que él en el sacrificio. Les cuento...
Sobre el siglo V, cuando el cristianismo aún estaba en pañales, sin reglas, y cada uno hacía de su capa un sayo, surgieron en Egipto, a la orilla del Nilo, los primeros conventos. Hubo un monje que agrupó a los centenares de ascetas, (tipos que por su cuenta dejaban lo que tenían: propiedades, familia y bienes y con lo puesto se iban al desierto o lugres apartados a vivir en absoluta soledad y miseria entregados absolutamente a Dios); Pacomio, se llamaba éste monje; él fundó el primer cenobio y él le dio algunas normas básicas para que, dentro de su estricta pobreza y recogimiento, al menos pudieran vivir en comunidad.
Tenemos datos fiables de la vida que llevaban muchos de esos primeros hombres que se lanzaron al desierto a imitar la vida de Jesús, y algunos son sobrecogedores. Uno de los más conocidos fue Simón Estilista, un tipo nacido en Siria en el año 389 que vivía en una cisterna, donde se encerraba sin alimentos durante la cuaresma. Se enganchaba a una cadera que le impedía moverse más de unos metros. Algunos testigos afirmaban que el hueco entre la piel y la cadena estaba infectado de gusanos. El resto de los días del año se subía a una columna de veinte metros de altura y sobre una plataforma se postraba de rodillas 1.244 veces al día. Sobre una canasta le subían el escaso mendrugo de pan diario. Falleció en el año 459 después de haber pasado treinta y siete años subido en la columna. ¡Ya son ganas!..
Esta costumbre de pasarlas canutas voluntariamente, creyendo imitar así los sufrimientos de Cristo, se extendió luego por muchos lugares, llegando a haber miles de ellos viviendo en el campo en la más estricta penuria y penitencia. Tenemos constancia también de San Hilarión, que comía exclusivamente media medida de lentejas diaria. De otro tipo sabemos que cargó voluntariamente durante más de treinta años con una barra de hierro, así evitaba tentaciones --pensaba. Otro inventó una celda que le obligaba a vivir doblado toda su vida. Algunos vivieron encaramados a arboles. Se sabe de tipos que vivían desnudos y semisalvajes en el campo comiendo raíces y semillas. En fin, y todo esto lo hacían pensando hacer un bien por su fe..
Mas tarde se fueron reagrupando en monasterios. Allí cultivaban la tierra y se hacían auto-suficientes, dedicando su vida al trabajo y la oración, pero para eso tuvo que venir San Benito en el siglo VI, e idear sus famosas reglas benedictinas, que fueron la base de todos los monasterios que vinieron después..
Los monasterios a partir de un tiempo fueron lugares dónde los hombres y mujeres (también las había) vivían más o menos bien para lo que eran los tiempos; oraban, estudiaban y comían de manera decente, dentro de su humildad, pero de los primeros que se fundaron tenemos datos de su extremo ascetismo. Por ejemplo, en una reunión de abates de distintos monasterios en la Galia presidida por San Martín, sobre el año 397, en la que el menú consistía en: tres aceitunas, cinco guisantes secos, dos ciruelas pasas y un higo, más un poco de sal por barba.. Ya me dirán. Claro que poco a poco estas penurias de los primeros monjes fueron pasando con los siglos a atracones, excesos, y fornicio de muchos..
Joaquín

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