Cuando de niño empecé
a darme a la poesía,
tan en serio lo tomé,
que sólo en serio escribía.
Romántico exagerado,
era lo triste mi fuerte.
¡Válgame Dios!, le he soltado
sonetos a la muerte,
a la fatalidad, al sino,
al hado, a la parca fiera,
al arroyo cristalino
y la tórtola parlera,
todo le servía
a mi necia inspiración
para hacer una elegía
que partía el corazón.
--Vital Aza--
¡Ay, qué chiquilla aquella! ¡Era la leche!! Apenas catorce años tenía y la guerra que daba. Se llamaba Luisa Isabel y era francesa de nacimiento. Con esa edad y teniendo en cuenta al atolondrado de su marido, que con sólo diecisiete añitos llegó a ser rey de España, os podéis imaginar qué despipote ¡Vaya, unos reyes de España!.
Luis se llamaba el rey, su marido, y los pocos meses que reinó lo hizo entre juerga y juerga con sus amiguetes en palacio. Mientras, la pobre niña Luisa Isabel más sola que la una hacía de las suyas por su cuenta.
La niña era un pelín repipi, eso es verdad.. Lo menos extravagante que solía hacer ésta criatura era tirarse unos pedos de aúpa delante de todos. Y hasta quedarse en pelotas picadas a la vista del servicio e invitados, con el consiguiente babeo de mayordomos salidorros, camareros y foráneos..
Como su marido, el tarambana Luis, andaba a lo que andaba, es decir, a sus juergas, la reina, es decir, la niña Luisa Isabel, aburrida y quizás por llamar la atención o porque tampoco estaba muy centrada, se dedicaba a hacer trastadas por palacio. Fijaos qué extravagancias:
No comía delante de los invitados, aunque luego se ponía a reventar a solas en la cocina. Tampoco se lavaba, con lo que apestaba de lo lindo, y lo más llamativo de todo, siempre iba sin ropa interior, de tal forma que cada vez que se agachaba y sin bragas se le veía hasta el cielo de la boca, para regusto del personal masculino de palacio..
Escribió en su diario el embajador italiano (que alguna vez anduvo por la corte) que durante una recepción en el jardín, Luisa Isabel insistió en subirse a una escalera que estaba apoyada en un manzano. En plan valentón, desde lo alto la niña hacía gestos para que todos la miraran. Como iba sin bragas, el espectáculo a contemplar debió ser inenarrable. De los mayordomos llamados a auxiliarla y bajarla de las alturas ni os cuento su premura en sujetarla..
Pero acabó pronto el pitorreo. Luis, agarró unas viruelas de no te menees (algún amiguete de juergas se las pegaría) y se fue al otro barrio con sólo diecisiete añitos. Y el caso es que la zascandil de Luisa Isabel estuvo a su lado todo el tiempo que permaneció convaleciente exponiéndose a contagiarse.. De hecho, ella también cogió viruelas y salió viva de milagro..
Luis ha pasado a la historia como Luis I, el Breve (sólo reinó unos meses). Creo que es el rey que menos nos ha durado en España.
¿Y la pobre Luisa Isabel, qué fue de ella?. Pues que en cuanto se quedó viuda la despacharon otra vez para Francia. Me consta que nunca había sido muy querida en la corte española. Quizás fuera por sus extravagancias o por tener el culo más visto de todas las reinas de España. Murió a los treinta y dos años, la pobre, y sin bragas
En fin, perdonad mi insolencia..
Joaquín
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