miércoles, 12 de abril de 2017

Bajo la luz de las estrellas

                                                                                        




¡Señor, ya me canso de viajar! ¡Ya siento

nostalgia, ya ansío descansar muy junto

de los míos!. Todos rodearan mi asiento

para que les diga mis penas y mis triunfos:

y yo, a la manera del que recorriera

un albun de cromos, contaré con gusto

las mil y una noche de mis aventuras

y acabaré en esta frase de infortunio.

-He vivido poco, ¡me he cansado mucho!.

--José S. Chocano--



A lo largo de toda la vida han asombrado a los seres humanos los diferentes objetos que aparecen en el cielo. Hasta un punto tal es así que incluso la mayoría de los dioses creados y reverenciados por todas las civilizaciones que se han ido sucediendo fueron personificaciones de planetas, como Júpiter o Marte, o de estrellas como el Sol.

Los clásicos griegos, que fueron pioneros en tantas cosas, no fueron infalibles en astronomía. Aristóteles primero, y sobre todo Ptolomeo se equivocaron al creer que el centro del universo era la tierra (teoría geocéntrica). Ésta errónea hipótesis perduró hasta el siglo XVI de nuestra era cuando Copérnico, (un clérigo polaco), demostró que en realidad era la tierra, junto con el resto de planetas, los que giraban alrededor del sol (teoría heliocéntrica).

Después apareció el verdadero revolucionario de la astronomía, que fue Galileo. Gracias a él y a sus telescopios rudimentarios fabricados por él mismo se pudo demostrar que Copérnico tenía razón. Contempló Galileo, sucesivamente, la luna y sus cráteres, Júpiter y sus cuatro satélites...

En el siguiente siglo, Newton sentó las bases para el conocimiento de la luz y de la gravedad, tan importantes para el entramado celeste. Tiempo más tarde y ayudados ya por los sucesivos avances de la ciencia fueron apareciendo una pléyade de magníficos científicos y astrónomos, desde Kepler, Tycho Brahe, Einstein a Hubble, que nos han permitido, gracias a su sabiduría, desentrañar gran parte de los misterios del universo. Sobre todo el hacernos conscientes de la pequeñez de nuestra presencia en la enormidad del espacio infinito.

Solo en nuestra galaxia se cree que proliferan más de 100.000 millones de estrellas como el Sol.  Y mirad, la luz tarda en llegar a la tierra 8 minutos desde el Sol (teniendo en cuenta que ésta viaja a 300.000 kms por segundo). 

Por cierto, 300.000 kms. es lo que hay a la luna, por lo que es un segundo lo que tarda la luz en salvar la distancia que hay de la tierra a nuestro inerte satélite. Quiere esto decir que un objeto que viaje a la velocidad de la luz tardaría exactamente un segundo en aterrizar (alunizar) en la luna.

Joaquín Yerga



                                           

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