domingo, 2 de octubre de 2016

Las amistades peligrosas





No miente tan sólo aquel que habla en contra de lo que sabe, sino también aquel que habla en contra de lo que no sabe.
Nietzsche


Cuando Joseph Ignatie Guillotin propuso la guillotina en 1789, para desembarazarse de los enemigos de una manera más rápida, y aunque cueste creerlo más civilizada, fue el protagonista de un episodio muy encomiable.
Hasta entonces, los ricos (aristócratas) eran ejecutados separándoles la cabeza del resto del cuerpo de un tajo a través de un fuerte mandoble proporcionado por el verdugo con un sable. Sin embargo, la clase baja (el pueblo) eran ajusticiados de una manera tan ruin como la horca. Para igualar a todos en el trance del último suspiro dispusieron de la guillotina; un método, por otra parte, rápido, limpio y eficaz.
La Revolución francesa (que de eso hablo) como todas, se llevó a cabo gracias a los buenos oficios de algunos  nobles. Estaban estos fascinados por implantar en el país una cierta igualdad social que acabara con los enormes privilegios que tenían ciertas clases sociales como la monarquía, el clero y la aristocracia.
Aristócratas y burgueses eran los individuos más preparados de la sociedad. Solo ellos habían tenido la oportunidad de obtener la cultura adecuada, y algunos de ellos, precisamente, fueron los que arengaron al pueblo a sublevarse en contra de esos privilegios. Pero lo que nunca se imaginaron es que la revolución, como ocurre siempre, acabaría devorando a sus propios hijos.
En cualquier revuelta o sublevación los más exacerbados son los que acaban imponiéndose. EEspaña pasó durante nuestra infausta guerra civil en multitud de ocasiones. Invariablemente, los dialogantes y prudentes son sobrepasados por los más furibundos que enarbolan las ideas más fanáticas.
En la revolución francesa, los llamados girondinos (moderados) ¿Psoe?-- que fueron los padres de ella, terminaron muchos de ellos guillotinados acusados de traidores y enemigos del pueblo. La idea de estos era hacer de Francia un país más justo, con propuestas como: permitir una monarquía parlamentaria, dar poder a los partidos políticos, abogar por un reparto justo de impuestos, o quitarle poder del clero. Teniendo en cuenta de donde venían (monarquía absoluta) eran un logro espectacular. Sin embargo, para los extremistas (jacobinos) ¿Podemos? era esto pecata minuta… ellos lo querían todo.
En el último periodo de la revolución fueron cayendo (ejecutados por ellos mismos) primero los que la iniciaron (burguesía) luego los moderados y más tarde hasta muchos radicales. El ideólogo de la revuelta, Dantón, fue de los primeros en morir y el último, el más radical de todos, el terrible Robespierre (El Incorruptible)
Hay documentos que atestiguan que --por ejemplo-- el verdugo de la principal guillotina, situada en la Plaza de la Concordia (denominada después así por razones obvias) llamado Charles Henri Sansón, ejecutó a 2.918 personas de todo oficio y condición por orden del Comité de Salud Pública influenciado primero, y liderado después por el aristócrata Robespierre.. Por cierto, acabo de visitar esa plaza, considerada la más grande de Francia y es espectacular, recomiendo su visita.
Por las ensangrentadas manos de este verdugo pasaron: Luis XVI,  María Antonieta, los girondinos, Dantón, Lavoisier (científico y padre de la química francesa) Camille Desmoulins (el Errejón de la época) para terminar con el propio Robespierre ¿Pablo Iglesias?…Que nadie se ofenda por las extrapolaciones que hago, mi ánimo en absoluto está en agraviar a nadie y más con la guillotina de por medio. Simplemente explico cómo los más exaltados acaban imponiéndose. Además esto pasa en todas las ideologías y épocas.
Con las revueltas de los llamados Sans Culottes (el pueblo indignado) y sus asambleas callejeras, en donde todo se decidía a mano alzada, se permitieron muchas barbaridades, y no solo por las ejecuciones en masa de cualquier sospechoso de blandenguería, también con la pretensión de poner todo patas arriba… costumbres, hábitos y hasta el cambio de nombre de los meses del calendario… ¿Nos suena?..
La Revolución francesa terminó debido a sus propios excesos. Curiosamente después vino Napoleón, que se autoproclamó, emperador de los franceses y actuó como un verdadero dictador… ¡Claro! que las ideas de la revolución quedaron grabadas de manera perenne en las mentes, no solo de los franceses también de todos los europeos. Al hilo de Napoleón (que empezó como un simple revolucionario) el gran Beethoven, fascinado con él y sus ideas le compuso una sinfonía, La Heroica, pero en cuanto se enteró que se había hecho coronar así mismo emperador, montó en cólera y quitó la dedicatoria… ¡Menudo era el insigne sordo de Bonn!!
Hay que tener en cuenta que la situación del pueblo llano era lamentable en toda Europa. Los campesinos y el resto de la plebe carecían de cualquier tipo de justicia social. Con la Revolución, Francia y el resto de Europa después, se pusieron al día en lo social y en derechos humanos.
Francia, que había sido cuna de las monarquías más absolutas, se hizo republicana. El país ganó en modernidad, se abolieron las antiguas regiones con ínfulas independentistas y toda la vida política y económica se centralizó en Paris, su gran capital.
Esos nuevos aires revolucionarios, que ya soplaban desde hacia una década en los Estados Unidos, contagió a Europa, y de alguna manera somos lo que somos gracias a ella. Aunque, por supuesto, nada que ver con la situación actual. Hoy no necesitamos ningún tipo de revolución…Quizás, de haberla, suplico encarecidamente que sea cultural.
Muchos nobles aristócratas y burgueses acabaron ejecutados por el pueblo, un pueblo al que algunos de ellos soliviantó y arengó con la mejor intención del mundo para que consiguieran la libertad y dignidad que antes no tenían. Permítanme una moralejaaboguemos porque en Europa no repitamos ahora lo que entonces estuvo bien justificado. No abramos los brazos a revoluciones extemporáneas ajenas a nuestra civilización, cuando no hostiles.
Con la ingenuidad que exhiben algunos nos puede pasar como a los nuevos burgueses de la Revolución francesa, que esa renovación drástica que tanto ambicionamos pueda acabar ejecutando nuestra evolucionada, culta y libre civilización. 
Dicho queda…
                                          Joaquín Yerga
                                           13/04/2016


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