miércoles, 28 de septiembre de 2016

Pequeñas maldades







Dicen que la historia se repite, lo cierto es que sus lecciones no se aprovechan.
Camille Sée

Si miramos con detenimiento ciertas partes de nuestra historia, nos dice ésta que los españoles somos muy dados a deslealtades. Y conste que recurro a este apelativo por no aplicar otro más contundente. A lo largo del articulo nombraré a algún personaje especialmente ingrato con la tierra de sus antepasados.
También es cierto que la historia es una ciencia sobre la que no podemos afirmar que sea exacta porque, a pesar que lo que se diga en ella sea pasado, cada historiador la cuenta a su manera según sus principios e ideología. Y se supone que la escriben los ganadores pues, lamentablemente, a los perdedores nunca les dieron la oportunidad de contar su versión de los hechos.
Conocer la historia y sobre todo la nuestra, creo,debería ser una asignatura de obligado cumplimiento por todos y no un mero trámite educativo. Tendríamos que refrescarnos la memoria colectiva e invocar aquella sentencia que dice: “El país que no conoce su historia está condenado a repetirla,”. Y eso es atroz, porque nuestro pasado tiene episodios muy truculentos.
Nuestro país, España, ha tenido un pasado muy rico y variado en acontecimientos. Unos han sido buenos y fructíferos. Otros por el contrario pésimos. Y es que de todo ha habido como es natural tratándose de uno de los grandes países del mundo, con imperio incluido, durante varios siglos.
Nosotros empezamos a ser alguien en la historia a raíz de nuestro descubrimiento del Nuevo Mundo (América), llamada así curiosamente en honor a un italiano, Américo Vespucio, que fue de los primeros en escribir sobre ese gran continente. Incluso anteriormente ya contábamos algo en el mundo conocido; exactamente en tiempos del Imperio Romano. En esa lejana época nos tenían y apreciaban, por cierto, como una de las provincias más relevantes, Hispania.
Abundando sobre lo de América, no sé si muchos conocen el origen de los nombres de las naciones del sur de ese continente. Si no es así, en cuatro palabras se lo cuento.
Por ejemplo, de la Venezuela de Maduro. La nombraron así los españoles debido a las numerosas lagunas que había en algunas zonas del país. A muchos les recordaba a la Venecia italiana. Ahora y por desgracia, esos mismos verían: dictadorzuelos, penurias alimentarias, mucha represión y desiertos...económicos.
De Bolivia está más claro su origen, es una derivación de Bolívar, (Simón Bolívar). Fue un homenaje al más famoso líder de la independencia de la zona. Por cierto, hace un par de días visité la iglesia de S. José, en la calle Alcalá de Madrid y en su interior contemplé con curiosidad una placa conmemorativa en honor a la boda que allí celebraron aquél y una madrileña de pro….Después este sujeto nos traicionó sublevándose, junto con otros muchos criollos, (hijos y nietos de españoles como él) en contra de su madre patria. Como puede comprobar el resignado lector, nada nuevo bajo el sol, nos sigue pasando, solo que ahora mas cerca.
De Colombia obviamente no hay que esforzarse demasiado para comprender que se le puso ese nombre en honor a Cristóbal Colón. Al hilo del personaje, parece confirmarse la teoría de que este gran marino vino al mundo en Génova. Definitivamente era italiano y no portugués o catalán como han sugerido algunos, “eminentes independentistas”.
Otras naciones del cono sur americano, que durante más de tres siglos pertenecieron a España, les deben sus definiciones a los habitantes nativos que ocuparon sus distintos territorios, como son Chile, Perú etc… Esto en cuanto al nombre del país, si hablamos de sus capitales y ciudades, la inmensa mayoría de sus apelativos son transcripciones exactas de pueblos de España. Sin ir más lejos, ahí tenemos a: Córdoba, Barcelona, Valencia, Medellín, Mérida, Cartagena etc .todas ellas grandes ciudades americanas y homónimas de las españolas.
Si desde el sur de este gran continente remontamos el ecuador y pasamos hasta centroamérica, ídem de lo mismo, Honduras, denominada así por el puerto de Honduras en Cáceres; El Salvador por tema religioso etc….En México, por supuesto, todo él está cuajado de nombres castellanos.. Pero de todo aun sorprende (y es algo de lo que teníamos que estar bien orgullosos) de la conservación intacta de los topónimos dados por nuestros antepasados a los distintos territorios y ciudades del coloso vecino del norte, los Estados Unidos.
Toda la mitad sur de ese gran país, que una vez perteneció a México, sigue conservando un sonoro nombre español. A nadie se le escapa que, Florida, Colorado, California, Arizona, Luisiana etc. en lo tocante a estados. O Los Ángeles, Sacramento, Albuquerque, S. Diego etc. en ciudades (ahora grades urbes), son de procedencia castellana. En cuanto a grandes accidentes geográficos o ríos como: Rojo, Grande, Nevada etc…todos estos bonitos y ostentosos nombres se lo deben a los conquistadores españoles (gran parte de ellos extremeños) que fueron los primeros en pisar esa tierra. Hubo algún que otro misionero, como el mallorquín Fray Junípero Serra, que tiene en su haber la fundación de San Francisco y otras muchas de las misiones que fueron germen de las actuales grandes ciudades californianas.
Evidentemente no podemos estar completamente orgullosos de toda la herencia dejada por nuestros antepasados en el Nuevo Continente. Sí, del idioma, que es un verdadero tesoro. Si no fuera por él habría ahora una babel idiomática allí. Cada país hablaría una lengua diferente con la consiguiente merma de entendimiento entre ellos. No obstante, otros legados no fueron tan beneficiosos para los indígenas, que de alguna manera occidentalizamos.
En religión impusimos el catolicismo a la fuerza y por lo tanto el posterior grado de desarrollo político y económico (tan relacionado a este credo) fue tan pésimo como en su Madre Patria. Otro gallo les hubiera cantado a los aztecas, incas o mapuches si en vez de españoles, los que vieron aparecer por las costas orientales del continente aquel doce de octubre de 1492, hubieran sido más altos, más rubios y con los ojos azules, es decir ingleses. Quizás a estas alturas del siglo XXI llevarían disfrutando muchos años de un mayor grado de libertad, democracia y progreso, tal y como lo llevan haciendo, por cierto, Canadá, Estados Unidos o Australia, todos países colonizados por los, hijos de la Gran Bretaña. También llamada por sus enemigos, la Pérfida Albión, es decir, ingleses.
Que conste que aun reconociendo nuestros fallos y los deplore, aquí y allá, donde pisamos tierra, lo hicieron nuestros antepasados y como tal hay que aceptarlo. Tampoco nosotros aquí fuimos los más listos de la clase, precisamente. Muchos historiadores hoy en día piensan que el descubrimiento y posterior colonización de América, nos trajo a la larga mas perjuicio que beneficio. Pero eso es largo de contar y no es el momento.
Aun así, lo mejor de todo es el idioma castellano y sus, casi ya seiscientos millones de hablantes. Eso nos hace importantes en el mundo a pesar de que en algún lugar de nuestro propio territorio renieguen de él. De alguna manera nuestra lengua es un salvoconducto que nos mantiene unidos. Imaginemos por un momento que solo se hablara en España, entonces hacía ya, me temo, muchos años que estaríamos troceados en pequeños reinos de taifas, como en la Edad Media. Y es que nadie es perfecto…Un país tampoco.
 Dicho queda…
                                      Joaquín Yerga
                                      


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