jueves, 13 de octubre de 2016

A un paso de la verdad...




Mi psiquiatra me dijo que estaba loco y pedí una segunda opinión… Me dijo que también era feo.
(Por empezar con una sonrisa antes de que lloren)

Cochina envídia...
No cochina precisamente, pero si sana envidia, eso es lo que me provoca la tranquilidad política y el bienestar económico y social de los países del centro y norte de Europa. Y es que...
Envidio, sí, y a rabiar sus anodinas cotidianidades, y su alto grado de educación cívica. Envidio, también, y hasta irritarme, su baja tasa de paro, su exiguo nivel de corruptelas, el alto índice de lectura de sus habitantes y sus abultados sueldos. Y envidio cómo no, su alta calidad democrática, capaces de gobernar en coalición: liberales-conservadores y socialdemócratas, sin ningún pudor, cuando la situación lo requiere.
Estos países, ubicados casi todos en la Europa mas septentrional, han conseguido que sus habitantes sean personas formadas e instruidas, y con un grado de progreso técnico envidiable que los hace, por otra parte, menos ideologizados políticamente que en los del sur del continente. Es esta una suerte de desarrollo humano que pocas zonas del mundo poseen.
Hay que entender a todo esto que, el que una persona sea en cierta medida adecuadamente ilustrada, no solo le vale para saber más, leer más libros, o interesarse por asuntos, digamos más peliagudos; le vale también para ser más tolerante, entender la democracia en su justa medida, huir de extremos, o incluso sacar mejor partido a su vida. ¿Será por esto último que las personas cultivadas viven más?. No lo digo yo lo dicen estudios recientes.
Tener la suerte de pertenecer a un país con gente suficientemente preparada es una bicoca como ser humano. En un país así sus ciudadanos no se dejan engañar por falsos profetas o demagogos que surgen como hongos en tiempos turbulentos haciendo ofrecimientos imposibles de realizar y que luego pagan todos con creces. Tampoco tiranos o dictadores encuentran en ese tipo de naciones su campo mejor abonado.
Un país así, en donde la mayoría del pueblo son gente suficientemente preparada tiene todas las de ganar. Los privilegiados habitantes de él saben lo que mejor le conviene a medio y largo plazo y no se dejan embaucar por cantos de sirena cortoplacistas o con promesas de recibir todo tipo de prebendas que nunca se cumplirían y que posiblemente le llevaría al desastre en no demasiado tiempo… Un país así es lo que necesitamos.
Perdonen mi insistencia pero esa forma de vida la tienen y disfrutan, tan solo unos pocos, aunque bien es verdad que son pequeños en tamaño y población, con lo que se administran mejor. Estos, envidiados estados llevan muchas décadas en democracia y sus ciudadanos elijen siempre a partidos moderados para que les gobiernen, porque saben que los radicales les llevan al abismo. Son modelos en tolerancia para con el prójimo, en sociabilidad y respeto al medio ambiente, y saben que con poco que ponga cada uno de su parte el beneficio comunitario es enorme.
Sus economías son variadas. No disponen de grandes empresas pero tienen muy diversificada su producción. El PIB de cada uno de ellos es muy alto y la renta per cápita, por tanto, bastante elevada (dobla la nuestra) En consonancia con todo esto los sueldos son importantes y el salario mínimo ronda los dos mil euros.
Al hilo de los derechos de sus gentes, que son cuantiosos, debemos resaltar también los deberes, que no son nada despreciables. Éste chollo lo tienen porque los productos manufacturados que elaboran y exportan están muy mecanizados y la productividad es muy alta, con lo que las empresas se lo pueden permitir. Al mismo tiempo la masa trabajadora es muy competente y especializada.
La mayoría de estos países se han forjado y prosperado en el modelo socialdemócratalo que conlleva impuestos muy elevados, pero reciben grandes prestaciones del estado. Este sistema merma un poco el emprendimiento y la innovación al desmotivar a actuales y futuros empresarios, pero lo suplen con la alta cualificación de su sector productivo.
El sistema político que tienen casi todos ellos es la monarquía parlamentaria (igual que el nuestro) es decir, el rey es pura figura simbólica con escaso poder. La composición de las cámaras y conjunto de leyes, no obstante, es variada y difiere en cada uno de ellos.
Este escaso elenco de naciones han sido los más tolerantes, respetuosos y democráticos del mundo y por ello son envidiados. Ellos han sido los inventores del Estado del Bienestar, y ellos llegaron a la bendita conclusión, según la cual, es más digno y más humano el que toda la gente tenga acceso a los servicios esenciales y a las mismas oportunidades, y no solo unos cuantos. Aunque bien es verdad que con la globalización y llegada, por tanto, de nuevos países a la modernidad occidental, el sistema está en franco retroceso, lamentablemente.
Me apetece enumerar, por si a alguien se le escapa alguno, la lista de estos, verdaderos paraísos de convivencia para los seres humanos: Suecia, es el paradigma y el más conocido de todos, pero no se quedan a la zaga: Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica y Luxemburgo, países todos con monarquías parlamentarias…ni tampoco
Austria, Finlandia o Islandia… estos son repúblicas.
Suiza, merece mención aparte porque su modelo político es una república confederada de regiones. Muy duros en cuanto a permitir la entrada de inmigrantes y muy rico (la renta per cápita más alta de Europa, 82.000 euros; la de España es 28.000) Este pequeño país centroeuropeo ha conseguido mucho económicamente al ser sede de muchos bancos, depositarios gran parte de ellos de grandes  fortunas mundiales de dudoso proceder.
Suiza se jacta de haber sido siempre neutral, con lo que está al margen de cualquier organismo de cariz político (está fuera del mercado común europeo y del euro). Posee también unas cuantas de las mayores empresas mundiales. Por cierto, en su seno alberga cuatro idiomas bien distintos (alemán, francés, italiano y romanche) y se llevan de maravillas. No lo usan para dividir como hacemos aquí, sino todo lo contrario.
Fuera de Europa a esta lista se le pueden añadir: Nueva Zelanda, Australia y Canadá, pero algunos de ellos entran ya en la categoría de grandes países, y eso merece una segunda entrega.
Dicho queda...

                                              Joaquín Yerga
                                      


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