domingo, 9 de octubre de 2016

Donde el corazón nos lleve.




Patria es la tierra donde se ha sufrido,
patria es la tierra donde se ha soñado,
patria es la tierra donde se ha luchado,
patria es la tierra donde se ha amado.

Patria es la selva, el oscuro nido,
la cruz del cementerio abandonado.
Patria es el airón de la bandera
que ciñe con relámpagos de oro
el sol, como hermosa cabellera.

(L. Diaz)

Ayer tarde bajando por la Castellana observé los preparativos previos al desfile militar por lo del Día de la Hispanidad, a celebrar hoy, 12 de octubre. Y me acordé...
Sí, me acordé, aunque ya iba tarde, de aportar mi granito de arena y contribuir de paso a avivar la polémica sobre si debemos celebrar o no nuestra fiesta nacional. Sí, justamente ésta de hoy, y que denominamos por motivos obvios, de la Hispanidad.
Advierto que el día de autos no se prestaba especialmente a ello. Era ya muy tarde cuando me dispuse a escribir sobre el tema. Y era, por cierto, una noche fresca y desapacible más propia para melancolías. No obstante, si me demoro más se disiparía el último resuello del debate y entonces no habría lugar.
Por empezar por algo, y aunque esto lo sabemos todos, insisto en ello, creo que el franquismo hizo a España mucho daño en nuestras estructuras identitarias; bastante más de lo que creemos. Ya sabemos lo que supuso los más de cuarenta años de dictadura en todos los ámbitos de nuestras vidas; a los que la vivimos y padecimos directamente, pero también a los que sufren sus efectos retroactivos  ya en democracia. Me explico…
Franco dio un golpe de estado desmesuradamente cruento en victimas y exageradamente largo en el tiempo; duró tres largos años. Extraña forma de ésta de contar nuestra  guerra civil, dirán algunos. Durante los años de dictadura (demasiados) el régimen abusó de nuestros símbolos ancestrales y los hizo suyos. Se apoderaron sin pudor de la bandera, del himno, de nuestros héroes, en definitiva de nuestros sentimientos. Sin embargo, siendo consciente de todo lo anterior no debo ir más allá; todo pertenece al pasado. Hace ya setenta y cinco años que terminó nuestra guerra civil y más de cuarenta que murió Franco. La mitad de la población española ha nacido en democracia, por lo tanto es hora ya de recomponer nuestro armazón sentimental.
Al igual que con nuestros símbolos con las fiestas nacionales pasa algo parecido. El día de la hispanidad, o día de España, conmemoramos de alguna manera el descubrimiento de América por nuestros antepasados. Así fue y así pasó, es pura historia.
Cuando Colón pisó la isla que ahora es parte de la República Dominicana (La Española) corría, a punto de acabar ya, el siglo XV. Lo que hicieron y cómo se comportaron los españoles de entonces era propio de esos tiempos, nosotros, sus descendientes, ninguna culpa tenemos de los excesos cometidos por aquellos. Porque ahora, quinientos años después y doscientos desde que se independizaron de nosotros ni los exterminamos, ni mucho menos, como sugieren algunos. Ahora hablan nuestro idioma, gozamos de culturas similares y los acogemos con agrado cuando vienen a buscarse el sustento a nuestro país.
En América central y del sur hay países en donde la población autóctona o indígena son mayoría aplastante: Nicaragua, Ecuador, Paraguay, Bolivia etc. Hubo personajes españoles como Bartolomé de las Casas que defendieron con ahínco sus derechos. Algo inaudito en aquella época, por lo tanto, motivos para celebrar a pesar de los excesos, haylos, y muchos...
Hoy formamos una gran comunidad de países hispano-hablantes de más de 570 millones de personas, y aunque fuera solo por eso sería digno de elogiar y aplaudir. Por otra parte es inconcebible pensar ni por un momento que en países de la talla de: Inglaterra, Francia o incluso Estados Unidos, haya nacionales que no estén orgullosos de su historia, a pesar de los estragos que hicieron sus antepasados en muchas zonas del mundo. Porque miren…
Qué podemos decir de Inglaterra y las barbaridades que hicieron con los indios americanos. O en la india, África y en Oriente Medio, en donde dividían países como el que juega al monopoli. Y no se rasgan sus vestiduras, aún veneran  el “God save the Queen...”
¿Y los Franceses? con sus Napoleones y la invasión de media Europa. Y sus saqueos y sus fusilamientos famosos, así como sus desmanes en media África… Y ahí siguen, orgullosos de la “Grandeur  Francaise,” cantando enhiestos como un solo hombre, La Marsellesa.
¿Y los Norteamericanos y su exterminio de indios? ¿Y la segregación racial con los negros hasta antes de ayer.? Y que nadie les toque su forma de vivir, su bandera y su raquítica historia.
O los Alemanes, que estos sí que la liaron parda en las dos guerras mundiales con sus millones de muertos y su holocausto de judíos, Y ahí siguen, más unidos que nunca y apuesto que de puertas para dentro bien orgullosos de su patria y estirpe.
Y hasta los Italianos y su fecunda  historia. Ya desde tiempo de los romanos liquidaron pueblos y tribus enteras. Y más recientemente su nefasto comportamiento en Etiopía y en Libia. Y ahí están, más orgullosos que nosotros.  Y  que nadie les toque sus símbolos.
Los españoles debemos estar en un periodo involutivo, porque no se explica el comportamiento de muchos aborreciendo nuestro pasado. Nuestra historia fue la que fue y hay que, si no idolatrarla al menos respetarla y aceptarla, porque eran otros tiempos.
En la cuestión de los símbolos debemos llegar a un gran acuerdo para que todos estemos satisfechos y orgullosos con nuestro país y su historia. Y porque todo nuestro pasado a derivado, al final, en una España democrática, próspera y moderna a la que admiran, sin duda, más fuera que nosotros dentro. Esto no va de derechas o izquierdas, porque no es normal que en concentraciones de la primera ondeen banderas rojigualdas... y en la segunda la tricolor republicana… es de locos.
Que se sepa…
                                                                           Joaquín Yerga


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