Donde el corazón nos lleve.
Patria
es la tierra donde se ha sufrido,
patria
es la tierra donde se ha soñado,
patria
es la tierra donde se ha luchado,
patria
es la tierra donde se ha amado.
Patria
es la selva, el oscuro nido,
la
cruz del cementerio abandonado.
Patria
es el airón de la bandera
que
ciñe con relámpagos de oro
el
sol, como hermosa cabellera.
(L.
Diaz)
Ayer
tarde bajando por la Castellana observé los preparativos previos al
desfile militar por lo del Día de la Hispanidad, a celebrar hoy, 12
de octubre. Y me acordé...
Sí,
me acordé, aunque ya iba tarde, de aportar mi granito de
arena y contribuir de paso a avivar la polémica sobre si debemos
celebrar o no nuestra fiesta nacional. Sí, justamente ésta de hoy,
y que denominamos por motivos obvios, de la Hispanidad.
Advierto
que el día de autos no se prestaba especialmente a ello. Era ya
muy tarde cuando me dispuse a escribir sobre el tema. Y era, por
cierto, una noche fresca y desapacible más propia para
melancolías. No obstante, si me demoro más se
disiparía el último resuello del debate y entonces no habría
lugar.
Por
empezar por algo, y aunque esto lo sabemos todos, insisto en ello,
creo que el franquismo hizo a España mucho daño en nuestras
estructuras identitarias; bastante más de lo que creemos. Ya
sabemos lo que supuso los más de cuarenta años de dictadura en
todos los ámbitos de nuestras vidas; a los que la vivimos y
padecimos directamente, pero también a los que sufren sus
efectos retroactivos ya en democracia. Me explico…
Franco
dio un golpe de estado desmesuradamente cruento en victimas
y exageradamente largo en el tiempo; duró tres largos años.
Extraña forma de ésta de contar nuestra guerra civil, dirán
algunos. Durante los años de dictadura (demasiados) el
régimen abusó de nuestros símbolos ancestrales y los
hizo suyos. Se apoderaron sin pudor de la bandera, del
himno, de nuestros héroes, en definitiva de nuestros
sentimientos. Sin
embargo, siendo consciente de todo lo anterior no debo ir más allá;
todo pertenece al pasado. Hace ya setenta y cinco años que
terminó nuestra guerra civil y más de cuarenta que murió Franco. La
mitad de
la población española ha nacido en democracia, por lo tanto es hora
ya de recomponer nuestro armazón sentimental.
Al
igual que con nuestros símbolos con las fiestas nacionales pasa algo
parecido. El día de la hispanidad, o día de España, conmemoramos
de alguna manera el descubrimiento de América por nuestros
antepasados. Así fue y así pasó, es pura historia.
Cuando Colón
pisó la isla que ahora es parte de la República Dominicana (La
Española) corría, a punto de acabar ya, el siglo XV. Lo que
hicieron y cómo se comportaron los españoles de entonces era propio
de esos tiempos, nosotros, sus descendientes, ninguna culpa
tenemos de los excesos cometidos por aquellos. Porque ahora,
quinientos años después y doscientos desde que se
independizaron de nosotros ni los exterminamos, ni mucho menos,
como sugieren algunos. Ahora hablan nuestro idioma, gozamos de
culturas similares y los acogemos con agrado cuando vienen a
buscarse el sustento a nuestro país.
En América central
y del sur hay países en donde la población autóctona o indígena
son mayoría aplastante: Nicaragua, Ecuador, Paraguay, Bolivia etc.
Hubo personajes españoles como Bartolomé de las Casas que
defendieron con ahínco sus derechos. Algo inaudito en aquella época,
por lo tanto, motivos para celebrar a pesar de los excesos, haylos, y
muchos...
Hoy
formamos una gran comunidad de países hispano-hablantes de más de
570 millones de personas, y aunque fuera solo por eso sería
digno de elogiar y aplaudir. Por otra parte es inconcebible pensar ni
por un momento que en países de la talla de: Inglaterra, Francia
o incluso Estados Unidos, haya nacionales que no estén
orgullosos de su historia, a pesar de los estragos que hicieron sus
antepasados en muchas zonas del mundo. Porque
miren…
Qué podemos
decir de Inglaterra y las barbaridades que
hicieron con los indios americanos. O en la india, África y en
Oriente Medio, en donde dividían países como el que juega al
monopoli. Y no se rasgan sus vestiduras, aún veneran el “God
save the Queen...”
¿Y
los Franceses? con sus Napoleones y la invasión de media
Europa. Y sus saqueos y sus fusilamientos famosos, así como sus
desmanes en media África… Y ahí siguen, orgullosos
de la “Grandeur Francaise,” cantando
enhiestos como un solo hombre, La Marsellesa.
¿Y
los Norteamericanos y su exterminio de indios? ¿Y
la segregación racial con los negros hasta antes de ayer.? Y que
nadie les toque su forma de vivir, su bandera y
su raquítica historia.
O
los Alemanes, que estos sí que la liaron parda en las
dos guerras mundiales con sus millones de muertos y su holocausto de
judíos, Y ahí siguen, más unidos que nunca y apuesto que de
puertas para dentro bien orgullosos de su patria y estirpe.
Y
hasta los Italianos y su fecunda historia. Ya
desde tiempo de los romanos liquidaron pueblos y tribus enteras. Y
más recientemente su nefasto comportamiento en Etiopía
y en Libia. Y ahí están, más orgullosos que nosotros. Y
que nadie les toque sus símbolos.
Los
españoles debemos estar en un periodo involutivo, porque no se
explica el comportamiento de muchos aborreciendo nuestro pasado.
Nuestra historia fue la que fue y hay que, si no idolatrarla al
menos respetarla y aceptarla, porque eran otros tiempos.
En
la cuestión de los símbolos debemos llegar a un gran acuerdo para
que todos estemos satisfechos y orgullosos con nuestro país y su
historia. Y porque todo nuestro pasado a derivado, al final, en
una España democrática, próspera y moderna a la que admiran,
sin duda, más fuera que nosotros dentro. Esto no va de derechas o
izquierdas, porque no es normal que en concentraciones de la
primera ondeen banderas rojigualdas... y en la segunda la tricolor
republicana… es de locos.
Que
se sepa…
Joaquín
Yerga
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