viernes, 22 de diciembre de 2017

Réquiem por Cataluña




Podemos imaginarlo todo, predecirlo todo, salvo hasta donde podemos hundirnos.
E.Cioran


 Imagino que después de lo pasado el jueves en Cataluña todos estamos jodidos y muy defraudados. Es verdad que ha sido la primera vez que un partido no nacionalista ha ganado las elecciones autonómicas (Ciudadanos) pero lamentablemente ha sido la suya una victoria pírrica pues no nos vale para nada práctico.
 Yo que pensaba que después de lo pasado con la economía, en donde mas de tres mil empresas han abandonado la región y otras tantas amenazaron con hacerlo si persistían en su empeño de independencia, muchos rectificarían. Y además creía, que con los partidos nacionalistas descabezados de sus lideres y después del bochorno generado, algunos se lo pensarían dos veces antes de votar. Pero ha sido grande mi error, confundí deseos con realidad y me he dado de bruces con la terquedad y el fanatismo de unos tipos debidamente inoculados de rencor.
 Han sido muchos los informes y testimonios que vaticinaban la ruina de Cataluña. Por ejemplo que es mentira que iban a seguir en la Unión Europea y que nadie les iba a reconocer en el caso de una independencia unilateral, pero ha sido en vano han vuelto a las andadas.
 La primera les salió de culo (con perdón) pues después de años de preparativos, de amenazas y de incumplimiento de las leyes, todo fue un fiasco. Miren si no: Puigdemont huido, Junqueras encarcelado y el resto encausados. Estos tíos, que les prometieron el cielo, les ofrecieron la luna y hasta les garantizaron la felicidad universal y que al final quedaron como el hazmerreir del mundo, sin embargo han vuelto a reincidir. Me temo que fanatizados o engreído emulan ahora a los antiguos hidalgos castellanos, que preferían honra sin barcos... allá ellos.
 ¡Quién nos lo iba a decir de los catalanes! Tan serios y prudentes ellos, con su seny y laboriosidad a prueba de bombas. Tan ricos, tan prácticos, tan pedigüeños...tan preocupados por la estabilidad general. Aun recuerdo las alabanzas que antaño les dedicábamos porque ellos no eran como los vascos, que estaban siempre a la greña con banda terrorista incluida y que les removía, por cierto el árbol para que otros recogieran las nueces. Ellos (los catalanes) estaban por la conciliación y el acuerdo, y a cambio de cierta pasta gansa apoyaban a cualquier gobierno que asentara sus posaderas en la Moncloa.
 Pero, ¿Qué les ha pasado en estos años para que tiren por la borda su fama, sus caudales… sus éxitos? ¿Qué les hemos hecho para que antepongan una dudosa rentable independencia al progreso y riqueza actual? Me temo que algo gordo ha debido ser, pues conociéndoles y sabiendo lo bien que les iba chupando del bote decidan esta incertidumbre precursora, sin duda, de su ruina.
 ¿Y nosotros qué hacemos ahora? Y yo que pensaba que por fin íbamos a olvidarnos del Puigdemont de turno, que tocaba ya hablar de otras cosas, de otras preocupaciones, y mira por donde tendremos Cataluña para más de un lustro. Os aseguro que hasta el catalán como lengua me cae ya antipática y juro por lo más quiero que antes hasta me gustaba.
 Las personas solemos tropezar dos veces, y más, en la misma piedra. Tropezaron los ingleses cuando decidieron activar el Brexit, porque ya se están arrepintiendo en vista del pésimo horizonte económico que les espera sin Europa. Ahora los catalanes, imbuidos de un equivocado orgullo supremacista, han vuelto a tropezar en su segunda piedra, y cuando se les pase el ardor nacionalista, mucho me temo, se arrepentirán, porque serán bastante más pobres para decidir nada.
 En fin... que salga lo que Dios quiera, aunque podemos imaginar por donde van a ir los tiros. Si esta gente consiguen formar gobierno (lo harán pues aun siendo de distintos colores para esto se ponen de acuerdo) seguirán con su matraca. Y continuarán desviando ingentes cantidades de dinero para sus perversos fines. Y persistirán en los agravios o adoctrinando niños en su odio a España y así, sin prisa pero sin pausa, dentro de diez años en vez del cincuenta por ciento serán el setenta... y nosotros a lo nuestro, es decir, a despedazarnos unos a otros.
Dicho queda…
                                                                                              Joaquín Yerga
                                                                                                23/12/2017


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