lunes, 18 de diciembre de 2017

Pero, ¿existe el Infierno?







Amiga:
No obstante, disparatado y sin ideas
confundo mis apreciaciones.
Y es que aún lo espero todo de ti..
Sí, lo sé, tú deambulas en tu mundo azul
feliz y extraña en amores.
Yo, sin embargo, aguardo incólume
algún resquicio de tu luz..
Tú zascandileas con sueños imposibles
buscando atrapar su entelequia. 
Yo desespero por encontrar algún día 
tu seductora realidad.
--Joaquín--


¿Existe el infierno?. Buena pregunta para filósofos y teólogos; ellos sabrán. Quizás si lo sometiéramos a un estudio sobre su constitucionalidad la mayoría de los magistrados negaría su legalidad, porque la constitución dice que todos los individuos tenemos derecho a la rehabilitación y reinserción, por muy gordos que hayan sido nuestras fechorías, sin embargo los condenados al infierno lo serán eternamente sin posibilidad de clemencia ni perdón.
A pesar de todo el infierno ya no es lo que era. La gente le ha perdido el respeto. ¡Y pensar que décadas atrás era algo terrorífico, pavoroso con sólo con nombrarlo!. Afortunadamente la cosa está cambiando, incluso para los más recalcitrantes de los católicos.
Hasta hace muy poquito tiempo para los pecadores, una vez fallecidos, había tres fases o periodos, (dependiendo del grado de sus pecados) donde pernoctar por un tiempo más o menos definido, El Purgatorio, o lugar de transito para los, llamémosle regulares, es decir para los que no fueron excesivamente piadosos pero tampoco muy perversos y además se habían arrepentido. Luego estaba y aun está, El Infierno, sitio espantoso, definitivo para los muy canallas. Sin olvidar, por supuesto: El Limbo, a donde iban los niños que no habían recibido el bautismo. Pues sepan que lo tres están en fase de revisión por la Iglesia.
El infierno lo imaginamos como un lugar espeluznante, con fuego abrasador y eterno, en donde los pecadores se asan de calor, amén de otros males de por vida. No obstante debemos saber que éste es un invento de la Iglesia y de San Agustín en particular, y no muy antiguo. La Biblia en su Antiguo Testamento no lo menciona siquiera, pues para los judíos (que fueron quienes lo escribieron) el infierno no existía. Todo lo que Dios les tenía reservado, tanto lo bueno como lo malo, se desarrollaría aquí en la tierra.
Tenemos, pues, que el infierno fue un invento reciente de la Iglesia y todo apunta a que lo tomaron de los griegos y sobre todo de Platón. Éste último creía en la dualidad Cuerpo/Alma. El cuerpo corruptible desaparecía de la tierra después de muerto, pero el alma era inmortal y habría, por tanto, que buscarle un acomodo. Y qué mejor acomodo que premiar a los justos con el cielo y a los malvados con el infierno; así de paso los mantenían a raya.
Según algunos la idea de asociar al fuego con el infierno se debe a la visión que tenían los primeros cristianos de unos enormes depósitos de basura permanentemente ardiendo a las afueras de Jerusalén. Expelían éstos un olor nauseabundo y el calor en sus cercanías era insoportable ¿Entonces? Pues qué mejor castigo para pecadores que introducirlos en un lugar parecido e imaginario de por vida, y de por muerte, claro..
La idea del Limbo se les ocurrió a las autoridades eclesiásticas mucho más tarde. Ante el sufrimiento de muchas madres al ver como sus hijos recién nacidos que fallecían sin posibilidad de recibir el bautismo estaban condenados al infierno e incluso a nos ser enterrados junto a ellos, se apiadaron de ellas. Se cuenta, (no sin cierta verosimilitud) que el Papa Juan Pablo II decidió suprimirlo de un plumazo y sin explicación cuando al querer enterrar a toda su familia en un mismo panteón faltaron los restos de su hermana muerta nada mas nacer. Y se acordó del padecimiento de su madre (muy devota) ante la imposibilidad de haber enterrado a su hija.
De todas maneras algún sector de la Iglesia católica está en desacuerdo con la existencia del infierno, por ejemplo, los de la Teología de la Liberación, muy activos en América Latina. Bajo mi humilde mi opinión, yo creo que según van las cosas y después de haber suprimido ya el Purgatorio y el Limbo, lo del Infierno está al caer. También es verdad que para mucha gente no hace falta abolirlo, pues su verdadero infierno está aquí, en la tierra.

Joaquín Yerga



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