La inspiración de Satanás
El
amor es lo único que hay que ganarse en la vida, todo lo demás se
puede conseguir robando.
--Lord
Byron--
Hay
en la memoria de los tiempos una noche inolvidable. Fue sólo una noche, es cierto, pero le debemos dos grandes historias que yo calificaría como
poco de inmortales. Se trata de la noche del 16 de junio de 1816. El
lugar donde se desarrollaron los hechos, Ginebra, esa bonita y bien cuidada ciudad suiza a orillas del lago del mismo
nombre; los personajes que intervinieron: unos cuantos y
extravagantes individuos.
A
esos personajes los guiaba el gran Lord Byron,
adinerado escritor y poeta romántico inglés, un tipo admirado por
eruditos y muy deseado por las damas. También estaban: su amante
Claire Clarement y su médico personal, un tal John William Polidori. Completaba la pandilla la hermanastra de Claire, Mary Shelley y su
esposo, el poeta Percy Bysshe. Se habían recluido en una mansión
huyendo del tiempo infernal que hacía afuera.
La
noche era de las que no se olvidan fácilmente. Una más de aquel año llamado, “El año
sin verano”. Llovía
a cántaros y el viento soplaba con tanta virulencia que empujaba las
contraventanas golpeándolas contra los cristales. Para que nada
faltara a la cita, los rayos que
liberaba la espeluznante tormenta iluminaban las estancias a
intervalos cortísimos, acompañados de
ruidos atronadores. La
casa donde se hospedaban era propiedad de un aristócrata inglés
venido a menos y situada a las afueras de la ciudad.
Lo
del año sin verano se debió a la erupción del volcán Tambora un
año antes. Fue tan grande, según cuentan las crónicas, que liberó
a la atmósfera ingentes cantidades de polvo y cenizas. Sucedió a
miles de kilómetros de Ginebra, en Indonesia, pero el suceso hizo
que el Sol se ocultara y brillara menos de lo acostumbrado. Debido a
esa alteración y a los días de penumbra que siguieron se gestó un
año terrible de lluvias torrenciales y fenómenos atmosféricos de
todo tipo en la mayor parte de la tierra. Evidentemente ellos ni casi nadie en esa época eran conscientes de lo que pasaba.
Para hacer la
noche más amena, Lord Byron, propuso un juego al resto de los presentes: escribir un cuento de
terror cada uno de ellos y luego contárselos... Y eso
hicieron...
A
la mañana siguiente bajaron todos a desayunar con sus relatos debajo
del brazo. El de más éxito, el que se le ocurrió
a Mary, la cuñada de Byron, nada menos que inventó a Frankenstein.
Obvio decirles el tremendo éxito del relato. Todavía hoy se hacen
infinidad de versiones de su argumento. Acuérdense, se trataba de un
médico osado e imprudente que se empeña en crear un hombre a base
de retazos de cadáveres encontrados en hospitales y cementerios.
Pero lo que fabricó realmente fue un monstruo de dos metros y medio
de alto que, si bien en un principio buscaba hacer el bien, después
por una serie de desdichadas circunstancias se volvió cruel y
maligno. Hay quien dice que la idea de Frankenstein se le pudo
ocurrir a Mary Shelley, como una liberación de su
subconsciente. Tal vez influyera el hecho de que ella fue una niña
abandonada por sus padres.
La
otra gran historia la escribió, (también esa misma noche y la
presentó por la mañana a sus amigotes de fonda y juerga) el médico
personal de Byron, John William Polidori, y se trataba nada menos que
de, “El Vampiro.” Éste fue el origen y
primera intentona de hablar sobre “El conde
Drácula”. En un principio ésta obra tuvo mas éxito que la de
Mary. Fue editada en un libro y representada en un teatro
de Londres pocos meses después con cierto éxito.
El
relato de “El Vampiro” fue copiado y ampliado unas décadas
después por el gran Bram Stoker, el escritor irlandés
autor del famoso libro “Drácula”. Como todos sabemos se inspiró
en el libro de Polidori, pero trasladó la acción a Transilvania
(norte de Rumanía).
Y sí, la
noche del 16 de junio de 1816, mientras Napoleón vencido en la
batalla de Waterloo era trasladado preso a la isla de
Santa Helena, de donde ya no saldría vivo, no muy lejos de allí, en
Ginebra, se gestaba ésa espantosa noche dos de los mejores relatos
de terror de todos los tiempos.
Por
cierto, Lord Byron, (el poeta romántico por excelencia)
después de pertrechar todos los escándalos amatorios habidos y por
haber, y de acostarse con solteras y casadas de toda índole y condición, murió a los 36 años en Grecia,
combatiendo junto a los patriotas helenos para desalojar a los turcos
que tenían invadido el país. Fue sin duda el más
romántico de todos los poetas habidos y por haber..
Joaquín Yerga
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