lunes, 22 de mayo de 2017

La inspiración de Satanás





El amor es lo único que hay que ganarse en la vida, todo lo demás se puede conseguir robando.
--Lord Byron--

Hay en la memoria de los tiempos una noche inolvidable. Fue sólo una noche, es cierto, pero le debemos dos grandes historias que yo calificaría como poco de inmortales. Se trata de la noche del 16 de junio de 1816. El lugar donde se desarrollaron los hechos, Ginebra, esa bonita y bien cuidada ciudad suiza a orillas del lago del mismo nombre; los personajes que intervinieron: unos cuantos y extravagantes individuos.
A esos personajes los guiaba el gran Lord Byron, adinerado escritor y poeta romántico inglés, un tipo admirado por eruditos y muy deseado por las damas. También estaban: su amante Claire Clarement y su médico personal, un tal John William Polidori. Completaba la pandilla la hermanastra de Claire, Mary Shelley y su esposo, el poeta Percy Bysshe. Se habían recluido en una mansión huyendo del tiempo infernal que hacía afuera.
La noche era de las que no se olvidan fácilmente. Una más de aquel año llamado, “El año sin verano”. Llovía a cántaros y el viento soplaba con tanta virulencia que empujaba las contraventanas golpeándolas contra los cristales. Para que nada faltara a la cita, los rayos que liberaba la espeluznante tormenta iluminaban las estancias a intervalos cortísimos, acompañados de ruidos atronadores. La casa donde se hospedaban era propiedad de un aristócrata inglés venido a menos y situada a las afueras de la ciudad.
Lo del año sin verano se debió a la erupción del volcán Tambora un año antes. Fue tan grande, según cuentan las crónicas, que liberó a la atmósfera ingentes cantidades de polvo y cenizas. Sucedió a miles de kilómetros de Ginebra, en Indonesia, pero el suceso hizo que el Sol se ocultara y brillara menos de lo acostumbrado. Debido a esa alteración y a los días de penumbra que siguieron se gestó un año terrible de lluvias torrenciales y fenómenos atmosféricos de todo tipo en la mayor parte de la tierra. Evidentemente ellos ni casi nadie en esa época eran conscientes de lo que pasaba. 
Para hacer la noche más amena, Lord Byron, propuso un juego al resto de los presentes: escribir un cuento de terror cada uno de ellos y luego contárselos... Y eso hicieron...
A la mañana siguiente bajaron todos a desayunar con sus relatos debajo del brazo. El de más éxito, el que se le ocurrió a Mary, la cuñada de Byron, nada menos que inventó a Frankenstein. Obvio decirles el tremendo éxito del relato. Todavía hoy se hacen infinidad de versiones de su argumento. Acuérdense, se trataba de un médico osado e imprudente que se empeña en crear un hombre a base de retazos de cadáveres encontrados en hospitales y cementerios. Pero lo que fabricó realmente fue un monstruo de dos metros y medio de alto que, si bien en un principio buscaba hacer el bien, después por una serie de desdichadas circunstancias se volvió cruel y maligno. Hay quien dice que la idea de Frankenstein se le pudo ocurrir a Mary Shelley, como una liberación de su subconsciente. Tal vez influyera el hecho de que ella fue una niña abandonada por sus padres.
La otra gran historia la escribió, (también esa misma noche y la presentó por la mañana a sus amigotes de fonda y juerga) el médico personal de Byron, John William Polidori, y se trataba nada menos que de, El Vampiro. Éste fue el origen y primera intentona de hablar sobre “El conde Drácula”. En un principio ésta obra tuvo mas éxito que la de Mary. Fue editada en un libro y representada en un teatro de Londres pocos meses después con cierto éxito.
El relato de “El Vampiro” fue copiado y ampliado unas décadas después por el gran Bram Stoker, el escritor irlandés autor del famoso libro “Drácula”. Como todos sabemos se inspiró en el libro de Polidori, pero trasladó la acción a Transilvania (norte de Rumanía).
Y sí, la noche del 16 de junio de 1816, mientras Napoleón vencido en la batalla de Waterloo era trasladado preso a la isla de Santa Helena, de donde ya no saldría vivo, no muy lejos de allí, en Ginebra, se gestaba ésa espantosa noche dos de los mejores relatos de terror de todos los tiempos.
Por cierto, Lord Byron, (el poeta romántico por excelencia) después de pertrechar todos los escándalos amatorios habidos y por haber, y de acostarse con solteras y casadas de toda índole y condición, murió a los 36 años en Grecia, combatiendo junto a los patriotas helenos para desalojar a los turcos que tenían invadido el país. Fue sin duda el más romántico de todos los poetas habidos y por haber..
Joaquín Yerga

                                   

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