Todos a la cárcel
Todos
somos aficionados. La vida es tan corta que no da para más.
Charles
Chaplin
A
los que menospreciaron nuestra fortaleza como pueblo:
Después
de años perturbando gravemente nuestra estabilidad emocional,
después de poner patas arriba nuestra solvencia como país
democrático, y sobre todo, después de mofarse de nuestras leyes tan
fatigosamente conseguidas como escrupulosamente diseñadas, después
de todo eso resulta que estos tíos son unos “rajaos”. Conste que
yo ya me lo temía, incluso algo dije de ello en un articulo
anterior.
Porque
cinco años es mucho, cinco largos años, nada menos, mareando la
perdiz con la independencia. O lo que es lo mismo, mil setecientos
días chupando portada en los periódicos, abriendo telediarios, y
con ello, hastiando, hartando, aburriendo, fastidiando, empachando o
cansando, que lo mismo da, a los españoles con sus cuitas, y todo
para nada.
Era
lógico pensar que esta gente, hijos de la rancia burguesía,
enriquecidos entre algodones, mimados por un estado acomplejado y
acostumbrados a pedir mucho y dar poco, a la hora de la verdad y del
sacrificio que supone un órdago de esas características, se
resquebrajen pusilánimemente y se hagan pipí en los pantalones.
Y
es que para medirse con un estado medianamente fuerte y llegar a las
últimas consecuencias con las sediciosas acciones proyectadas, hacen
faltan algo más cuatro diputados blandengues que a las primeras de
cambio, o salen huyendo cuan inconsistente y blando Puigdemont, o se
encaminan dócilmente y cabizbajos al trullo. Para echar ese pulso a
un estado, ahora revuelto, pero con sólidas raíces, hacen falta
tipos “de pelo en pecho”, tipos que estén dispuestos a dar sus
vidas si fuese menester por la causa y, perdónenme, pero no veo yo
en esta gente ni en quienes les apoyan el menor espíritu de
sacrificio.
Es
verdad que muchos españoles se temían algo así, como si de otra
Revolución francesa se tratara, es decir, con decenas de manifestantes muertos
en las calles de Barcelona, el ejército entrando por la Diagonal en
busca de blancos donde enfocar sus cañones y en frente héroes con
barretina y senyeras al viento tras las barricadas, pues les confirmo
que ya pueden dormir tranquilos, tan solo tres docenas de tractores
conducidos por sendos payeses provenientes de “Tractolandia”
enfilaron vía Layetana abajo intentando facilitar a sus miles de
compinches nacionalistas el malogrado referéndum por la
independencia.
¿Y
nosotros, el resto de españoles, podremos relajarnos por un tiempo?
¿Llegaremos a desatender el machacón asunto llamado Proces? Yo creo
que sí, pues gran parte de estos dirigentes de pacotilla que
lideraron toda esta farsa acabarán con años de cárcel a sus
espaldas, por rebelión y malversación, y dudo que nadie más ose
repetir esta penosa hazaña, al menos durante un tiempo más que
prudencial.
Pero
de todo se aprende, esperemos que este “sin vivir” que hemos
padecido durante largos meses nos sirva de lección para futuros
acontecimientos. Recuerdo, hace ya años, cuando nos propusimos
ilegalizar al partido llamado, brazo político de ETA, Herri
Batasuna, sonaron campanas de amenazas, y truenos y rayos se batirían
sobre nosotros, los sufridos españoles. Iba a ser terrible, decían
algunos, ésta gente se cabrearán y nos harán la vida imposible,
decían otros, pues resulta que no pasó absolutamente nada, bueno,
sí, que gracias a eso empezamos a ganarles la batalla. Sin duda, con
estos “osados” independentistas catalanes ha pasado algo
parecido, muchos de nosotros veían el fin de nuestra concordia y
auguraban el rompimiento de España, sin matices y sin
contemplaciones, pero ha bastado solo aplicar las leyes para acabar
con estas pamplinas, ha bastado solo un juez de la audiencia para que
él solito, aunque respaldado por nuestra sólida constitución,
ponga fin a esta bufonada.
No
se si serán juzgados y castigados por rebelión, pues merecen un
buen castigo, aunque luego, pasado un prudencial tiempo les sea
conmutada la pena por deferencia del gobierno español de turno como
gracia o indulto, pero sin duda lo que sí precisan es un buen
escarmiento, por gastar y malversar millones de euros de todos
nosotros en menospreciarnos a ojos del mundo, por mentir a millones
de incautos catalanes prometiéndoles el paraíso y sobre todo por
jugar malévolamente con nuestros sentimientos patrios.
Que
los jueces decidan…
Joaquín
Yerga
25/03/2018
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