domingo, 25 de marzo de 2018

Todos a la cárcel





Todos somos aficionados. La vida es tan corta que no da para más.
Charles Chaplin


A los que menospreciaron nuestra fortaleza como pueblo:

Después de años perturbando gravemente nuestra estabilidad emocional, después de poner patas arriba nuestra solvencia como país democrático, y sobre todo, después de mofarse de nuestras leyes tan fatigosamente conseguidas como escrupulosamente diseñadas, después de todo eso resulta que estos tíos son unos “rajaos”. Conste que yo ya me lo temía, incluso algo dije de ello en un articulo anterior.
Porque cinco años es mucho, cinco largos años, nada menos, mareando la perdiz con la independencia. O lo que es lo mismo, mil setecientos días chupando portada en los periódicos, abriendo telediarios, y con ello, hastiando, hartando, aburriendo, fastidiando, empachando o cansando, que lo mismo da, a los españoles con sus cuitas, y todo para nada.
Era lógico pensar que esta gente, hijos de la rancia burguesía, enriquecidos entre algodones, mimados por un estado acomplejado y acostumbrados a pedir mucho y dar poco, a la hora de la verdad y del sacrificio que supone un órdago de esas características, se resquebrajen pusilánimemente y se hagan pipí en los pantalones.
Y es que para medirse con un estado medianamente fuerte y llegar a las últimas consecuencias con las sediciosas acciones proyectadas, hacen faltan algo más cuatro diputados blandengues que a las primeras de cambio, o salen huyendo cuan inconsistente y blando Puigdemont, o se encaminan dócilmente y cabizbajos al trullo. Para echar ese pulso a un estado, ahora revuelto, pero con sólidas raíces, hacen falta tipos “de pelo en pecho”, tipos que estén dispuestos a dar sus vidas si fuese menester por la causa y, perdónenme, pero no veo yo en esta gente ni en quienes les apoyan el menor espíritu de sacrificio.
Es verdad que muchos españoles se temían algo así, como si de otra Revolución francesa se tratara, es decir, con decenas de manifestantes muertos en las calles de Barcelona, el ejército entrando por la Diagonal en busca de blancos donde enfocar sus cañones y en frente héroes con barretina y senyeras al viento tras las barricadas, pues les confirmo que ya pueden dormir tranquilos, tan solo tres docenas de tractores conducidos por sendos payeses provenientes de “Tractolandia” enfilaron vía Layetana abajo intentando facilitar a sus miles de compinches nacionalistas el malogrado referéndum por la independencia.
¿Y nosotros, el resto de españoles, podremos relajarnos por un tiempo? ¿Llegaremos a desatender el machacón asunto llamado Proces? Yo creo que sí, pues gran parte de estos dirigentes de pacotilla que lideraron toda esta farsa acabarán con años de cárcel a sus espaldas, por rebelión y malversación, y dudo que nadie más ose repetir esta penosa hazaña, al menos durante un tiempo más que prudencial.
Pero de todo se aprende, esperemos que este “sin vivir” que hemos padecido durante largos meses nos sirva de lección para futuros acontecimientos. Recuerdo, hace ya años, cuando nos propusimos ilegalizar al partido llamado, brazo político de ETA, Herri Batasuna, sonaron campanas de amenazas, y truenos y rayos se batirían sobre nosotros, los sufridos españoles. Iba a ser terrible, decían algunos, ésta gente se cabrearán y nos harán la vida imposible, decían otros, pues resulta que no pasó absolutamente nada, bueno, sí, que gracias a eso empezamos a ganarles la batalla. Sin duda, con estos “osados” independentistas catalanes ha pasado algo parecido, muchos de nosotros veían el fin de nuestra concordia y auguraban el rompimiento de España, sin matices y sin contemplaciones, pero ha bastado solo aplicar las leyes para acabar con estas pamplinas, ha bastado solo un juez de la audiencia para que él solito, aunque respaldado por nuestra sólida constitución, ponga fin a esta bufonada.
No se si serán juzgados y castigados por rebelión, pues merecen un buen castigo, aunque luego, pasado un prudencial tiempo les sea conmutada la pena por deferencia del gobierno español de turno como gracia o indulto, pero sin duda lo que sí precisan es un buen escarmiento, por gastar y malversar millones de euros de todos nosotros en menospreciarnos a ojos del mundo, por mentir a millones de incautos catalanes prometiéndoles el paraíso y sobre todo por jugar malévolamente con nuestros sentimientos patrios.
Que los jueces decidan…


                                      Joaquín Yerga
                                       25/03/2018



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