Dime tu nombre...
Me
ha herido recatándose en las sombras,
sellando
con un beso su traición.
Los
brazos me echó al cuello y por la espalda
partióme
a sangre fría el corazón.
Y
ella prosigue alegre su camino
feliz,
risueña, impávida. ¿Y porqué?
Porque
no brota sangre de la herida.
Porque
el muerto está en pie.
(Bécquer)
No
me negaran la facilidad de evolucionar que tienen los nombres y cómo
lo que en un principio era una cosa con el paso del tiempo es otra; a
veces bien distinta. Por ejemplo los nombres de ciudades y pueblos;
la mayoría de ellos fueron creados con uno determinado y ahora,
siglos después, no lo reconocería ni sus propios fundadores.
Evidentemente
hoy en día es imposible el menor cambio, salvo por alguna
circunstancia determinada, pues de todo queda constancia escrita y
eso ya es inamovible, sin embargo antes era muy distinto, lo que en
un principio era un determinado apelativo con el tiempo ha ido
derivando en otro muy diferente. Sin ir más lejos, me estaba
acordando de Zaragoza, nuestra gran ciudad aragonesa.
Sabemos que la fundaron colonos romanos y le pusieron el nombre de
Caesaraugusta, o lo que es lo mismo Cesaraugusta, en honor a Octavio
Augusto, el primer emperador romano, bueno, pues derivando derivando
se nos ha quedado en Zaragoza. Imagino que este cambio, igual que el
resto de los casos, fue debido al aislamiento y a la poca
comunicación de la gente de entonces que, unido a la incultura
propia de la época, hacía que se nombrase mal, lo que daba lugar a
estas variaciones.
Otro
caso parecido lo tenemos en su vecina Pamplona. También
ésta fue fundada por otro romano de pro, el gran Pompeyo, amigo
intimo, primero y acérrimo enemigo después, de Julio César. Su
nombre original fue Pompaelo, pero, por apaño de la pronunciación y
comodidad del lenguaje se quedó en Pamplona. Jamás pensaron los
insignes romanos que sería famosa en el mundo, no por su fundador,
sino por los toros y sus encierros. Claro que esta fama mundial se la
deben al escritor y aventurero americano Ernest Hemingway. Este
buen novelista (premio novel) fue un enamorado de España y de las
corridas de toros; anduvo por Madrid de periodista durante la Guerra
Civil y quedó impactado de nuestras costumbres. Antes de morir (se
suicidó a los 59 años de un tiro en la cabeza) iba y venia a menudo
a nuestro país. Por cierto, justo al lado del lugar donde fundaron
los romanos la ciudad había una aldea de origen vasco que se llamaba
Iruña; por eso ahora, y con el afán de rescatar viejas tradiciones
que nos invade, la ciudad tiene dos nombres, Pamplona/Iruña. Y más
incordio...
La
primera piedra de la fundación de Salamanca no la
pusieron los romanos, pero casi. Los pueblos indígenas de la zona,
celtas para mas señas, ya habitan el lugar en diferentes castros y
aldeas, pero fue en tiempos de los romanos cuando se cambió el
nombre de Helmántica, por el de Salmántica del que deriva su nombre
actual. Hoy en día esta hermosa ciudad es la tercera de la comunidad
de Castilla y León y con algo más de 200.000 habitantes. Cuando la
invasión árabe y la posterior reconquista por los cristianos se
repobló con gente de León, con lo que la ciudad y la provincia
perteneció hasta hace muy poco al Reino de León, aunque a
diferencia de los leoneses y algún zamorano que otro, los
salmantinos se sienten castellanos cien por cien.
La
joya de la ciudad de Salamanca es, sin duda, además de su casco
antiguo y arquitectura, su Universidad. Aquí impartieron clases los
eminentes, Fray Luis de León y Unamuno.
Del primero es conocida la anécdota aquella que decía que: al
reincorporarse a su clase después de cinco años de cárcel a manos
de la Inquisición, empezó la misma diciéndoles a sus alumnos...
“Como íbamos diciendo ayer”. De Unamuno conocemos muchas, la más
famosa fue lo que le dijo a Millán Astray, el
fundador de la Legión, en un intenso debate y cuando este le acosaba
con amenazas de todo tipo “Venceréis pero no convenceréis”,
aludía el filosofo a la victoria de los nacionales en la Guerra
Civil.
Ya
que estamos por la zona, de Badajoz conocemos bien
sus inicios como ciudad. La fundaron los árabes sobre antiguos
poblados celtas con el nombre de Batalius. Pero curiosamente y debido
a un error inadmisible, a los allí nacidos se les llama pacenses.
Y es que la ciudad había pertenecido anteriormente a la diócesis
romana de Pax Augusta (Beja, Portugal) y por extensión de Pax, viene
pacense. ¡Qué les parece!!..
Un
poco mas abajo de Badajoz tenemos a Huelva. Esta
importante y bonita ciudad del sur está ahí, en el mismo sitio
desde antes que los romanos pisaran la península ibérica. Pero
fueron estos lo que la llamaron Onuba Aestuaria, de ahí que a sus
moradores les llamen, no huelvanos ni huelvanenses, sino onubenses, y
bien bonito que es...
Por
cierto, entre medias de Badajoz y Huelva esta nuestro pueblo. Pero el
origen de la palabra Fuente de Cantos es confuso, la primera
vez que aparece en un documento escrito es en el año 1253, es decir
en la Alta Edad Media.. Aunque sabemos que el primer pueblo fue de
origen romano, Lacunis, que alude a agua. A él pertenecen los
restos de los Castillejos..
Dicho
queda…
Joaquin Yerga
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