domingo, 18 de marzo de 2018

Ocho apellidos andaluces




Nadie tiene la memoria suficiente para mentir siempre con éxito. Podrás mentir a todos durante un tiempo; podrás engañar a alguien siempre; pero no podrás engañar siempre a todos.
A. Lincoln


Estoy seguro que algunos de los que hayan tenido a bien leer el enunciado de este articulo habrán realizado ingentes esfuerzos mentales para recordar algún apellido propio de esta querida región. Pero lamentablemente por más que lo hayan intentado se habrán sentido defraudados pese al esfuerzo, porque no han encontrado ni uno solo que sea estrictamente andaluz.
Hay en España apellidos castellanos, catalanes, vascos y gallegos, y nada más, el resto, o son derivados de algunos de estos, o son de origen foráneo. Ahora, con la insultante moda de apreciar más de la cuenta los diversos nacionalismos periféricos, muchos españoles entramos a trapo de las burdas manipulaciones a las que nos quieren someter estos últimos.
Antes de darles cumplida explicación del por qué de esto último diremos que, es evidente que en algunos lugares de nuestra geografía proliferan unos apellidos más que otros, y la explicación es bien sencilla, se debe a que durante la reconquista (que es cuando más se distribuyeron por todo el país nuestros antepasados) se asentaron algunas familias con ese apellido en un lugar determinado, y después, con los años, sus descendientes se han multiplicado. Si se fijan bien, es curioso cómo en todos los pueblos medianos y pequeños de nuestro país abundan tres o cuatro apellidos, y que suelen ser muy comunes en casi todos los parroquianos del municipio en cuestión. No hay más que mirar en el cementerio de cualquier localidad para comprobar impresos en sus lápidas la profusión de esos apellidos. Sin ir más lejos, el mío, es exclusivo de mi pueblo y lo portamos un gran numero de vecinos.
Pero volviendo a Andalucía, muchos creerán, incluso, que apellidos que suelen ser habituales entre los miembros de la etnia gitana serian genuinamente andaluces, y no tiene nada que ver. Los gitanos procedían de la India y entraron en Europa a través de Egipto, de ahí lo de gitano, que es una derivación de egipciano. Y es que estos, al entrar en la península ibérica en el siglo XIV, y con el tiempo adoptaron apellidos propios del lugar donde se asentaron, de ahí que abunden algunos castellanos entre ellos, incluso vascos. Por ejemplo el muy común Montoya es de origen vasco, Herédia abundaba en Aragón, y Vargas es cántabro. Los adoptaban, al igual que nombres cristianos, para ser aceptados en el país por las autoridades del momento.
El hecho de idear este articulo no es otro que advertir de las malévolas intenciones de diversos nacionalismos, sobre todo el vasco y el catalán, para tergiversar la historia. Quieren hacer entender a los andaluces, también a los nacidos en alguna que otra región, de su derecho inalienable a ser una comunidad histórica, igual que ellos, y por tanto radicalmente diferente a la castellana; y eso, ya les advierto, es una colosal patraña pensada solo con el único propósito de dividirnos al resto de españoles para así ellos sacar tajada.
A nadie se les escapa que trocear España en diferentes “paisecitos”, con historia y tradiciones muy propias y extremadamente distintas entre si, seria una bicoca para nacionalistas exacerbados, pues ante la debilidad de nuestra dispersión ellos obtendrían la fuerza necesaria para sus objetivos independentistas.
Estoy seguro que el empecinamiento de esta gente en fomentar la idea de que Andalucía tienen entidad diferenciada al resto de Castilla, al igual que ellos, no tiene otro motivo que indisponernos entre nosotros mismos. Cualquier ciudadano que se interese por nuestra historia sabe que Andalucía es castellana cien por cien. Su historia, sus apellidos y su lengua, son idénticas, salvo matices propios del paso del tiempo y otras circunstancias.
Andalucía la conquistaron los castellanos para la cristiandad y para España al expulsar a los moros, y se repobló con gente exclusivamente castellana. Sirva un pequeño dato como ejemplo, cuando el rey castellano, Fernando III “El Santo” (aunque de santo tenía poco) se apoderó de Sevilla, apenas quedaron allí varias familias de origen árabe, con lo que hubo que repoblarla con gente del norte, la mayoría gallegos y castellanos; nosotros somos sus descendientes.
No caigamos en la perversa trampa que nos tienden esta gente. Es cierto que ellos gozan de ciertos privilegios por mantener algunas diferencias como idiomas y apellidos, pero nosotros somos más y con más razones, por ejemplo nuestra común historia, y sobre todo nuestra grandiosa lengua universal.
Dicho queda…


                                  Joaquín Yerga
                                  



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