Ocho apellidos andaluces
Nadie
tiene la memoria suficiente para mentir siempre con éxito. Podrás
mentir a todos durante un tiempo; podrás engañar a alguien siempre;
pero no podrás engañar siempre a todos.
A.
Lincoln
Estoy
seguro que algunos de los que hayan tenido a bien leer el enunciado
de este articulo habrán realizado ingentes esfuerzos mentales para
recordar algún apellido propio de esta querida región. Pero
lamentablemente por más que lo hayan intentado se habrán sentido
defraudados pese al esfuerzo, porque no han encontrado ni uno solo que sea
estrictamente andaluz.
Hay
en España apellidos castellanos, catalanes, vascos y
gallegos, y nada más, el resto, o son derivados de algunos de estos,
o son de origen foráneo. Ahora, con la insultante moda de
apreciar más de la cuenta los diversos nacionalismos periféricos, muchos españoles entramos a trapo de las burdas manipulaciones a las
que nos quieren someter estos últimos.
Antes de darles cumplida explicación del por qué de esto último diremos que, es
evidente que en algunos lugares de nuestra geografía proliferan unos apellidos más que otros, y la explicación es bien sencilla,
se debe a que durante la reconquista (que es cuando más se
distribuyeron por todo el país nuestros antepasados) se asentaron
algunas familias con ese apellido en un lugar determinado, y después,
con los años, sus descendientes se han multiplicado. Si se fijan
bien, es curioso cómo en todos los pueblos medianos y pequeños de
nuestro país abundan tres o cuatro apellidos, y que suelen ser muy
comunes en casi todos los parroquianos del municipio en cuestión. No
hay más que mirar en el cementerio de cualquier localidad para
comprobar impresos en sus lápidas la profusión de esos apellidos.
Sin ir más lejos, el mío, es exclusivo de mi pueblo y lo portamos un
gran numero de vecinos.
Pero volviendo
a Andalucía, muchos creerán, incluso, que apellidos que
suelen ser habituales entre los miembros de la etnia gitana serian
genuinamente andaluces, y no tiene nada que ver. Los gitanos
procedían de la India y entraron en Europa a través de
Egipto, de ahí lo de gitano, que es una derivación de
egipciano. Y es que estos, al entrar en la península ibérica en el
siglo XIV, y con el tiempo adoptaron apellidos propios del lugar
donde se asentaron, de ahí que abunden algunos castellanos entre ellos, incluso
vascos. Por ejemplo el muy común Montoya es de origen vasco,
Herédia abundaba en Aragón, y Vargas es cántabro. Los adoptaban,
al igual que nombres cristianos, para ser aceptados en el país por
las autoridades del momento.
El
hecho de idear este articulo no es otro que advertir de las malévolas
intenciones de diversos nacionalismos, sobre todo el vasco y el
catalán, para tergiversar la historia. Quieren hacer entender a
los andaluces, también a los nacidos en alguna que otra región, de
su derecho inalienable a ser una comunidad histórica, igual que
ellos, y por tanto radicalmente diferente a la castellana; y eso, ya
les advierto, es una colosal patraña pensada solo con el único
propósito de dividirnos al resto de españoles para así ellos sacar
tajada.
A
nadie se les escapa que trocear España en diferentes
“paisecitos”, con historia y tradiciones muy propias y
extremadamente distintas entre si, seria una bicoca para
nacionalistas exacerbados, pues ante la debilidad de nuestra
dispersión ellos obtendrían la fuerza necesaria para sus objetivos
independentistas.
Estoy
seguro que el empecinamiento de esta gente en fomentar la idea de que
Andalucía tienen entidad diferenciada al resto de Castilla,
al igual que ellos, no tiene otro motivo que indisponernos entre nosotros mismos. Cualquier
ciudadano que se interese por nuestra historia sabe que Andalucía es
castellana cien por cien. Su historia, sus apellidos y su lengua, son
idénticas, salvo matices propios del paso del tiempo y otras
circunstancias.
Andalucía
la conquistaron los castellanos para la cristiandad y para España al
expulsar a los moros, y se repobló con gente exclusivamente
castellana. Sirva un pequeño dato como ejemplo, cuando el rey
castellano, Fernando III “El Santo” (aunque de santo tenía
poco) se apoderó de Sevilla, apenas quedaron allí varias
familias de origen árabe, con lo que hubo que repoblarla
con gente del norte, la mayoría gallegos y castellanos; nosotros
somos sus descendientes.
No
caigamos en la perversa trampa que nos tienden esta gente. Es cierto
que ellos gozan de ciertos privilegios por mantener algunas
diferencias como idiomas y apellidos, pero nosotros somos más y con
más razones, por ejemplo nuestra común historia, y sobre todo
nuestra grandiosa lengua universal.
Dicho
queda…
Joaquín
Yerga
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