El misterio de la Sábana Santa.
La
fe es como el Wifi, es invisible pero tiene el poder de conectarte a
lo que necesitas.
Anónimo
Que
la fe mueve montañas no es que lo diga yo, es que es tan real como
que ayer, primer viernes de marzo, se formó la colosal y consabida
cola para besar los pies a la talla del Cristo de Medinaceli.
Ya sabemos que según la tradición a los penitentes se les
satisface, al menos, uno de los tres deseos solicitados. Y si bien es
verdad que ésta creencia arrastra una gran tradición de siglos
atrás, no es menos cierto que el resto de los días apenas entra
nadie en la Basílica, así que ya me dirán si no son ganas...
Conste
que no soy quien para reprochar a nadie sus creencias, faltaría más,
simplemente subrayo lo contradictorios que somos los humanos, que:
por ejemplo, teniendo todos los días del año para cumplir sin
agobios con el rito, sin embargo soportamos gustosamente las siete u
ocho horas a la intemperie y justo el primer viernes de cada mes de
marzo para consumar la penitencia.
Pero
a vueltas con la fe, también les digo que tal vez sea ésta la
convicción más fuerte de los seres humanos a pesar de la falta de
pruebas convincentes. Porque, creemos en Dios, o en el destino, y hasta los hay que conjeturan con la reencarnación; y todo
simplemente por necesidades existenciales o enseñanzas culturales.
Si no, miren… Si yo hubiese nacido en la India hoy en día
seria de religión hinduista, adoraría al dios Visnú, y
posiblemente iría una vez al año a purificar mi cuerpo y mi alma al
río Ganges. Pero si hubiese visto mi primera luz del día en Túnez,
entonces me llamaría Mohamed y estaría deseoso de visitar la Gran
Mezquita de la Kaaba y rezar ante sus sagrados muros. No obstante he
nacido en España, por lo tanto me corresponde ser cristiano y
católico para más señas. Esto demuestra a las claras que la opción de mis
creencias están sujetas, sin lugar a dudas, a mi lugar de
nacimiento.
Desde
que el cristianismo (más vulgar y sencillo pues todo lo que
se le pedía a los nuevos conversos era fe) se impuso en el Imperio
Romano, desplazando al paganismo (más culto pues su leitmotiv
era la razón) la radicalidad en las creencias y supersticiones
fueron a más, de tal forma que en la Edad Media fue la repanocha.
Era tal el miedo, el desasosiego y la superstición en la sociedad de
esa época que se puso de moda el conservar como amuleto de buena
suerte alguna reliquia de santos, de mártires o incluso objetos que
supuestamente habían pertenecido o interactuado en la vida de
Cristo, como trozos
de madera de su cruz, sudarios, cálices etc. ¡Claro! que si todos
los trozos de la cruz que se hayan repartidos por el mundo fuesen
verdaderos, tendría éste que haber utilizado un montón de cruces. O el
cáliz de la última cena; que yo recuerde debe haber, como poco, una
docena en diferentes iglesias de la cristiandad reclamando su
autenticidad.
En
España hasta los reyes eran campeones en coleccionar reliquias. Los
huesos de santos y de mártires eran sus preferidos. Felipe II, llegó
a tener mas de cinco mil piezas en su Monasterio de El Escorial.
Hubo, incluso, un verdadero tráfico de restos óseos o fragmentos de
ropas, y que se pagaban muy bien en el mercado. Por supuesto la
inmensa mayoría de ellos eran más falsos que judas..
Uno
de estos objetos, quizás el más conocido junto con el cáliz de la última cena es sin duda, “La Sábana Santa" de Turín. El lienzo, también llamado “La Síndome” se supone que es el
sudario donde envolvieron a Cristo después de muerto, y es objeto, por cierto, de
veneración por millones de católicos en todo el mundo que no dudan de su
autenticidad. Sin embargo según las últimas pruebas realizadas con
el famoso “Carbono 14”, no deja lugar a dudas de que se trata de
una falsificación.
En
1988, en medio de un riguroso ceremonial se tomaron muestras y se
enviaron a tres laboratorios distintos, Oxford, Zurich y Arizona y
los tres coincidieron en que la tela de lino correspondía al siglo
XIV, y no al año 33 d.c. que se supone la fecha de la crucifixión de
Cristo. Eso sí, en la sábana está marcado nítidamente el cuerpo
de un hombre que sufrió tormento, posiblemente crucifixión, igual
que Jesús.
Decía
al principio que la fe, inexplicablemente, mueve montañas, y me
ratifico en ello, porque a pesar de la infalibilidad de las pruebas
realizadas al sudario, en las que se demuestra su falsedad, millones
de peregrinos acuden cada año a la catedral de San Juan Bautista de
Turín a rendirle pleitesía.
Dicho
queda…
Joaquín
Yerga
03/03/2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario