sábado, 3 de marzo de 2018

El misterio de la Sábana Santa.






La fe es como el Wifi, es invisible pero tiene el poder de conectarte a lo que necesitas.
Anónimo


Que la fe mueve montañas no es que lo diga yo, es que es tan real como que ayer, primer viernes de marzo, se formó la colosal y consabida cola para besar los pies a la talla del Cristo de Medinaceli. Ya sabemos que según la tradición a los penitentes se les satisface, al menos, uno de los tres deseos solicitados. Y si bien es verdad que ésta creencia arrastra una gran tradición de siglos atrás, no es menos cierto que el resto de los días apenas entra nadie en la Basílica, así que ya me dirán si no son ganas...
Conste que no soy quien para reprochar a nadie sus creencias, faltaría más, simplemente subrayo lo contradictorios que somos los humanos, que: por ejemplo, teniendo todos los días del año para cumplir sin agobios con el rito, sin embargo soportamos gustosamente las siete u ocho horas a la intemperie y justo el primer viernes de cada mes de marzo para consumar la penitencia.
Pero a vueltas con la fe, también les digo que tal vez sea ésta la convicción más fuerte de los seres humanos a pesar de la falta de pruebas convincentes. Porque, creemos en Dios, o en el destino, y hasta los hay que conjeturan con la reencarnación; y todo simplemente por necesidades existenciales o enseñanzas culturales. Si no, miren… Si yo hubiese nacido en la India hoy en día seria de religión hinduista, adoraría al dios Visnú, y posiblemente iría una vez al año a purificar mi cuerpo y mi alma al río Ganges. Pero si hubiese visto mi primera luz del día en Túnez, entonces me llamaría Mohamed y estaría deseoso de visitar la Gran Mezquita de la Kaaba y rezar ante sus sagrados muros. No obstante he nacido en España, por lo tanto me corresponde ser cristiano y católico para más señas. Esto demuestra a las claras que la opción de mis creencias están sujetas, sin lugar a dudas, a mi lugar de nacimiento.
Desde que el cristianismo (más vulgar y sencillo pues todo lo que se le pedía a los nuevos conversos era fe) se impuso en el Imperio Romano, desplazando al paganismo (más culto pues su leitmotiv era la razón) la radicalidad en las creencias y supersticiones fueron a más, de tal forma que en la Edad Media fue la repanocha. Era tal el miedo, el desasosiego y la superstición en la sociedad de esa época que se puso de moda el conservar como amuleto de buena suerte alguna reliquia de santos, de mártires o incluso objetos que supuestamente habían pertenecido o interactuado en la vida de Cristo, como trozos de madera de su cruz, sudarios, cálices etc. ¡Claro! que si todos los trozos de la cruz que se hayan repartidos por el mundo fuesen verdaderos, tendría éste que haber utilizado un montón de cruces. O el cáliz de la última cena; que yo recuerde debe haber, como poco, una docena en diferentes iglesias de la cristiandad reclamando su autenticidad.
En España hasta los reyes eran campeones en coleccionar reliquias. Los huesos de santos y de mártires eran sus preferidos. Felipe II, llegó a tener mas de cinco mil piezas en su Monasterio de El Escorial. Hubo, incluso, un verdadero tráfico de restos óseos o fragmentos de ropas, y que se pagaban muy bien en el mercado. Por supuesto la inmensa mayoría de ellos eran más falsos que judas..
Uno de estos objetos, quizás el más conocido junto con el cáliz de la última cena es sin duda, “La Sábana Santa" de Turín. El lienzo, también llamado “La Síndome” se supone que es el sudario donde envolvieron a Cristo después de muerto, y es objeto, por cierto, de veneración por millones de católicos en todo el mundo que no dudan de su autenticidad. Sin embargo según las últimas pruebas realizadas con el famoso “Carbono 14”, no deja lugar a dudas de que se trata de una falsificación.
En 1988, en medio de un riguroso ceremonial se tomaron muestras y se enviaron a tres laboratorios distintos, Oxford, Zurich y Arizona y los tres coincidieron en que la tela de lino correspondía al siglo XIV, y no al año 33 d.c. que se supone la fecha de la crucifixión de Cristo. Eso sí, en la sábana está marcado nítidamente el cuerpo de un hombre que sufrió tormento, posiblemente crucifixión, igual que Jesús.
Decía al principio que la fe, inexplicablemente, mueve montañas, y me ratifico en ello, porque a pesar de la infalibilidad de las pruebas realizadas al sudario, en las que se demuestra su falsedad, millones de peregrinos acuden cada año a la catedral de San Juan Bautista de Turín a rendirle pleitesía.
Dicho queda…
                                     Joaquín Yerga
                                     03/03/2018



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